VIDAS GANADAS, VIDAS PERDIDAS (Parte II)

0
62

Por Hugo Viglietti

CABO DE SEGUNDA EDUARDO BATISTA: “Yo en esos tiempos estaba en el ROU 13 “Rio Negro”, refugiados de la tormenta tras la Isla Gorriti. Sentimos por radio sobre el incidente BYR y la designación del ‘18 de Julio’ para acudir al rescate. Nosotros obviamente, en el viejo barreminas de madera no podríamos con ese temporal. Lo vi salir al ‘18’ del reparo de Gorriti y comenzar a cabecear, fue hermoso y tenebroso a la vez, ver cuando sumergía su proa en las olas. En una de esas se metió debajo de una ola y lo vimos como temblar y no levantaba. Unos segundos después salió y suspiramos, pero vimos parte de la quilla sacándola fuera del agua, tremendos corcoveos. Pensé, que tripulantes corajudos”.

CAPITÁN DE NAVÍO LUIS CHABANEAU: “La salida de la bahía fue muy fuerte. Llegar desde allí hasta el punto de encuentro nos llevó una hora en una navegación durísima con mar de proa. Yo iba en el Puente y viví una situación que solo había visto en videos o en películas, el buque embestía la ola y era como un choque. Debíamos agarrarnos por la fuerza de la colisión para no caernos, la ola pasaba sobre la torreta de la pieza de artillería de proa y el Puente, todo, quedaba abajo del agua como si fuera un submarino y se sentía un ruido atronador, todo vibraba. Era la hélice fuera del agua. Luego comenzaba a recuperar y por fin la proa emergía a la superficie con violencia, todo era muy violento. Y así una ola tras otra repitiendo el ciclo. La adrenalina y la emoción era tremenda, nunca me había enfrentado con una tormenta de tanta violencia”.

Chabaneau tiene propiedad para opinar sobre tormentas. Fue parte de la tripulación que dio la vuelta al mundo con el Velero Escuela “Cap. Miranda”, navegó en petroleros y varios buques de la Flota, llegando a sumar casi 200.000 millas náuticas en su carrera. La misma propiedad tiene Laguna, quien estuvo destinado 15 años de continuo en el Destructor “18 de Julio”, en tiempos de Unitas, de operaciones BYR y decenas de navegaciones de control de aguas jurisdiccionales. Las charlas posteriores con los rescatados y lo publicado en prensa, permitieron reconstruir el desarrollo de la tragedia.

La fiereza del Pampero se hacía sentir y el “Harp” comenzó a presentar una escora permanente, quizás un problema de estiba que, producto obviamente del mar embravecido se iba acentuando. Navegaba como era natural poniéndole la proa al temporal, pero aparentemente en determinado momento a causa de los bruscos cabeceos y rolidos, hubo un corrimiento de la carga y la escora lentamente comenzó a aumentar. En determinado momento el mercante empezó a hacer agua y eso podría haber causado un incendio en sala de máquinas. Cuando el desenlace era inminente el Capitán ordenó el abandono del buque, según algunos sobrevivientes, la orden debería haberse dado antes. Se tiraron al mar las balsas salvavidas, no todos podrían alcanzarlas, no todos sobrevivirían y el buque se hundió.

CAPITÁN DE NAVÍO LUIS CHABANEAU: “La navegación hacia el punto se efectuó con máquinas adelante full, trepando y bajando olas. Yo estaba asignado a la consola del radar en el Puente, el mercante se veía claramente en la pantalla y yo le cantaba la marcación al Comandante, en ese entonces CAPITÁN DE FRAGATA JULIO LAMARTHÉE, quien mantenía una serenidad imperturbable. No pude menos que recordar un episodio vivido muy poco tiempo antes. En un ejercicio de trasbordo de pesos entre el ‘18’ y uno de los destructores, creo que era el ‘Uruguay’, con los buques en paralelo, manteniendo rumbo y velocidad constante y toda la línea tendida entre ambas embarcaciones, al ‘Uruguay’ que venía a nuestro babor, se le plantan los motores en el eje de estribor. Como consecuencia de eso, comenzó a perder velocidad y a cerrarse sobre nosotros. Inmediatamente se dio la orden de soltar todas las líneas que unían ambos buques, pero obviamente esa maniobra no era inmediata y el destructor se nos acercaba haciendo irremediable la colisión. Entonces el Comandante ordenó una maniobra muy arriesgada y contraria a lo que uno como oficial joven e inexperiente podía pensar. Ordenó aumentar la velocidad y caer con todo el timón a babor, como cerrándonos nosotros también sobre el otro buque. El resultado de la maniobra fue que pasamos por la proa del ‘Uruguay’ y los buques no se tocaron por cuestión de metros. Analizada luego, la maniobra fue brillante, pues si se hubiese seguido el instinto de caer a la otra banda (estribor), la colisión hubiera sido inevitable por el rabeo de la popa. La misma calma que vi en el Comandante en aquella oportunidad en que todos vivimos un susto impresionante, la vi en el Puente mientras íbamos al rescate del ‘Harp’, cabalgando en un mar que nos castigaba malamente. De pronto ocurrió: en una de las pasadas del radar el contacto dejó de iluminarse, esperé una nueva pasada y al no ver el punto lo informé. Todos supusimos con tristeza que el mercante se había hundido. Lo marcamos como punto dato y hacia allí seguimos, al rescate de los posibles náufragos. Al llegar a la zona no vimos nada, pero la decisión era buscar y buscar. Cuando navegábamos por cercanías, empezamos a ver restos flotando en el mar y luego contenedores a la deriva. Se mandó ocupar puestos para el rol de rescate y me dirigí a mi lugar en la popa”.

CABO DE SEGUNDA WILSON NUÑEZ: “El temporal era tremendo. Yo era el buzo designado a bordo en esa navegación y ocupé puesto de inmediato en la banda, ya con mi traje de neopreno y el equipamiento completo. Cuando llegamos a la zona comenzamos a ver restos del naufragio por todas partes, incluso contenedores a la deriva, a medio sumergir. Bajar la ballenera era imposible por el movimiento del mar, entonces recibimos la orden de intentar arriar el bote Zodiac. La bajada del bote se hizo tremendamente difícil por el movimiento del mar. el barco rolaba y cabeceaba tanto que era imposible, se llegó a ver la hélice fuera del agua… pero era más grande el espíritu que había y el deseo de rescatar a esa pobre gente que lo duro que fuese el temporal. Sentí mucha impotencia en el momento en que no podíamos bajar la Zodiac porque vi un cuerpo pasar en el agua, pero no me dejaron tirarme. Estaba boca abajo y era un hecho que estaba muerto y la prioridad era rescatar a los vivos. Había que arriar el bote y lo entendí porque yo podría rescatar a uno y de repente me iba derivando con ese uno, pero desde el bote podríamos rescatar más gente, Recuerdo haber bajado en la Zodiac con dos personas que me ayudaron, un oficial y un marinero, no recuerdo bien los nombres pues yo no era de la dotación fija del buque, creo que el oficial se llamaba LEBEL y el marinero COR”.

——————————————–

Como en toda tragedia, los problemas se iban acumulando. Los cabeceos y rolidos impidieron la bajada del bote Zodiac por la banda, por lo cual la maniobra se trasladó hacia popa, pero en ese momento el buque sufrió un blackout y al estar sin máquinas, quedó a merced de la tormenta atravesándose al mar. Varios de los contenedores que estaban a la deriva trasladaban pañales en pallets envueltos y herméticos, lo que les daba una reserva de flotabilidad, convirtiéndolos en una pequeña flotilla a esquivar, pues podrían abrirle un rumbo al buque. No obstante, algunos contenedores se abrieron por la fuerza del temporal y comenzaron a verse pañales flotando. A consecuencia de ello, estos taparon las tomas del condensador que enfriaba la caldera con el agua de mar y al taparse esas tomas de fondo del Destructor se produjo un blackout. Al quedar sin máquinas, la situación se hizo durísima y peligrosa, pues el buque en determinado momento quedó atravesado al mar. Los registros mostrarían luego que el “18” llegó a rolar 42° a cada banda. La situación era dramática, pero nadie abandonó la maniobra, aferrándose como podían a pasamanos o lo que tuviesen cerca. Una vez más los maquinistas hicieron su magia y lograron recuperar propulsión para el buque. De esa forma, se retomó la navegación esquivando contenedores y buscando náufragos. Fue entonces que se divisó a tres tripulantes del mercante en el agua con salvavidas y agarrándose como podían de un tablón. Hacían señas visiblemente agotados. El Comandante maniobró para dejarlos por sotavento y se volvió a intentar el arriado del bote, ahora por popa. Con la experiencia de algunos y el arrojo de otros, finalmente el bote Zodiac llegó al agua, pero al intentar arriarse su motor, éste golpeaba contra el casco y dificultaba la maniobra. Finalmente se pudo colocar en el espejo del bote y se arrancó, aunque al poco tiempo se apagaría y no volvería a prender, producto del golpe y/o del agua que ola tras ola lo tapaba.  (Extraído del Facebook de CA (R) Hugo Viglietti)

Nota: Hola amigos, comparto otra historia real ocurrida en nuestras aguas. Publicada en la Edición 104 de la Revista Naval, fue escrita de la mano de los protagonistas de ese increíble y trágico episodio. Como Facebook no permite negritas y cursivas, he jugado con mayúsculas y líneas de guiones para separar sus narrativas. CA (R) Hugo Viglietti

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí