Demanda de China y un pequeño “efecto UPM” impulsaron el desarrollo.
En las bodegas de los barcos mercantes que zarpan de Montevideo con destino a algún puerto en China apareció en el último año un producto que hasta ese momento era casi desconocido. Desde fines de 2016, luego de una visita oficial encabezada por el presidente Tabaré Vázquez a la segunda economía más grande del mundo, Uruguay empezó a exportar pino rollizo (troncos) a ese destino. Esta novedad en el intercambio con el principal socio comercial que tiene el país es clara en las estadísticas. Cuando se conocieron las cifras de comercio exterior de febrero esta semana, Uruguay XXI destacó en su informe que las ventas de madera y subproductos habían aumentado 170% frente al mismo mes del año previo, como consecuencia de un «fuerte crecimiento» de los volúmenes colocados. China, marcó el instituto de promoción de inversiones y exportaciones, fue el mercado más importante de estas ventas en el segundo mes del año (concentró el 57% de ellas). «Las exportaciones a este destino se multiplicaron por 15 debido, principalmente, a la exportación de pinos en bruto que pasó de US$ 0,5 millones en febrero de 2017 a US$ 28 millones en febrero de 2018», detalla el informe. Pero, ¿qué está detrás de esta aparición de los troncos de pino como un producto de exportación? Las razones son varias. Una de ellas hay que ir a buscarla a octubre de 2016, cuando Vázquez llegó al gigante asiático en el marco de una visita oficial. Todavía en suelo chino, el por entonces ministro de Ganadería, Agricultura y Pesca, Tabaré Aguerre, habló de la puerta que se abría para que Uruguay empezara a colocar allí madera de pino . «Uruguay tiene 180.000 hectáreas de pino que están excedidas para la posibilidad que tenemos en producción de madera. Hoy en día el pino es una materia prima excedentaria porque la celulosa de fibra corta se hace con eucalipto», dijo Aguerre en declaraciones que recogió el portal de Presidencia. Hasta ese momento nada impedía que Uruguay vendiera rollizos de pino a China, pero no sucedía. La visita de Vázquez a ese país —pedido de la industria mediante para que el tema estuviera en la agenda bilateral— en un momento en que los precios internacionales habían mejorado y donde había demanda del otro lado hizo que se armara «la logística para poder exportar esa madera que estaba en pie y hacía años que estaba esperando», explicó a El País el presidente de la Sociedad de Productores Forestales, Carlos Faroppa.
El crecimiento en la exportación de madera de pino en el último año se observó a nivel de tablas aserradas y de madera rolliza (troncos), señaló el dirigente gremial. En el caso de las primeras, se debió a un aumento de la producción de las plantas existentes y a la llegada de un nuevo jugador, Frutifor, que comenzó a operar en 2017 tras la compra de Urupanel, industria que había bajado la cortina en 2014. A diferencia de las tablas, los rollizos de pino eran un producto que Uruguay no estaba vendiendo en el exterior. «Es un negocio que hace un año y medio no existía», dijo a El País una fuente del sector forestal, pero se logró crear una corriente, propiciada por situaciones de mercado que alentaron la exportación de este producto. Como la venta de madera de pino en troncos solía ser débil, muchas tareas de podas y entresaques que requiere esta especie no se estaban haciendo en Uruguay. Esto consiste en sacar plantas de un terreno determinado para que las que queden tengan espacio suficiente para crecer y convertirse en árboles que brinden madera de calidad. Los ejemplares que se retiran son los que se convierten en los troncos para comercializar fuera de fronteras. «Este producto se está exportando, el de los entresaques finales, porque se abrió el mercado de China», dijo Faroppa.
Además de la madera disponible que resulta de esta actividad, agregó Faroppa, hay empresas que cambiaron sus objetivos de negocio y venden sus tierras —y con ellas los pinos que ahí tenían plantados—, o eligen desprenderse de esta especie para plantar otra, como eucaliptus. En algunos casos esto puede responder a la posible construcción de una segunda planta de la finlandesa UPM, puesto que para fabricar celulosa se requieren eucaliptus pero no pinos. Para lo que queda de 2018, dijo Faroppa, los pronósticos indican que estas exportaciones sigan al alza. El precio está estable, el mercado «firme», pero también depende de los costos del país y de los que se dicten fuera de él, remarcó.
Competitividad y valor agregado.
El presidente de la Sociedad de Productores Forestales, Carlos Faroppa, dijo a El País que pese a que hay un proyecto industrial de «gran porte» (la segunda planta de UPM en Uruguay) en carpeta, el sector forestal «no es ajeno a los problemas de competitividad que tiene el resto de los sectores del país». Por este motivo, añadió, no se ha logrado «desarrollar una industria maderera con más valor agregado». Este fenómeno se observa en especial a nivel de la «industria de transformación mecánica», dijo Faroppa, como aserraderos o fábricas de tableros. En tanto, una fuente sectorial consultada por El País coincidió en que «si bien el volumen (exportado) es grande, los números son muy ajustados». Las operativas «son muy costosas», en especial para hacer llegar la mercadería hasta al puerto de Montevideo. ¿En qué partes de Uruguay se plantan pinos? La producción del género Pinus se da sobre todo en dos departamentos: Rivera y Tacuarembó. La producción anual en estos lugares asciende a 73.000 y 100.000 plantines, respectivamente, de acuerdo al informe Estadísticas Forestales 2017 de la Dirección General Forestal del Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca (MGAP). En 2017 las exportaciones de rolos de pino ascendieron a US$ 87,5 millones, según datos de Uruguay XXI. China fue el principal receptor de esa mercadería, con ventas por US$ 84,9 millones (lo que da una participación de 97%). En un lejano segundo puesto quedó Corea del Sur, con ventas por US$ 1,8 millones. El País