Tratado de los Océanos: los puntos clave de un acuerdo histórico para proteger la vida marina

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Cuando entre en vigor, una vez que sea ratificado por al menos 60 países miembros, se podría implementar un plan inédito para crear una red mundial de áreas marinas protegidas que cubra el 30% de todos los océanos para el año 2030. El Tratado de los Océanos o el Tratado de Alta Mar se empezó a discutir dentro de Naciones Unidas en el 2006. Fue recién el pasado 4 de marzo, casi dos décadas después, que los países miembros llegaron finalmente a un acuerdo para garantizar la conservación y el uso sostenible de la biodiversidad marina en aquellas áreas que están por fuera de las jurisdicciones nacionales.

El texto aprobado reconoce la necesidad de «abordar, de manera coherente y cooperativa la pérdida de biodiversidad y la degradación de los ecosistemas del océano, debido, en particular, al impacto del cambio climático en los ecosistemas marinos», como el calentamiento de las aguas, la pérdida de oxígeno, la acidificación, la contaminación por plásticos y la sobrepesca. Cuando entre en vigor, una vez que sea ratificado por al menos 60 países miembros, se podría implementar un plan inédito para crear una red mundial de áreas marinas protegidas que cubra el 30% de todos los océanos para el año 2030. Serían santuarios marinos localizados en zonas particularmente frágiles o importantes para las especies en peligro. Lo que el texto no prevé es cómo se controlarán las medidas de conservación. Y algunos expertos proponen que se recurra a los satélites para su monitoreo. El segundo punto clave del tratado tiene que ver con los recursos genéticos del mar. Estamos hablando de los posibles genes patentables de las especies marinas descubiertas o por descubrir, que pueden tener diversas utilidades en industrias, como la farmacéutica, la cosmética, la alimentación, o la energía, y que representan beneficios económicos sustanciales.

Hasta ahora la propiedad de estos recursos genéticos en las aguas internacionales no estaba regulada, lo que llevó a que a lo largo de los años apenas 10 países del mundo acapararan el 90% de las patentes de genes marinos. El tratado propone liberar esta información para que todo el planeta pueda acceder a ese conocimiento y eventualmente desarrollar productos comerciales con valor agregado. La evaluación del impacto ambiental sobre los océanos también es un punto relevante del tratado. Esto va a obligar a aquellas empresas y/o gobiernos que deseen realizar alguna actividad de explotación comercial en el océano, deban realizar previamente un estudio de impacto ambiental. Finalmente, el documento habilita la transferencia de información y conocimientos tecnológicos y científicos entre países. Los expertos aseguran que el tratado es “mejorable” y que todavía faltan varios pasos antes de que entre en vigencia. Pero colectivamente se acaba de dar un paso fundamental para seguir avanzando en la conservación del único hogar que, por ahora, tiene asegurado la vida en todo el universo. https://www.teledoce.com/

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