La Organización Marítima Internacional (OMI) tiene como objetivo que, para 2030, al menos el 5% de la energía utilizada en el transporte marítimo provenga de combustibles con emisiones de gases de efecto invernadero próximas a cero, con aspiraciones de llegar al 10%. Sin embargo, según Niels Rasmussen, analista jefe de Transporte Marítimo de BIMCO, solo el 1% de los buques graneleros, portacontenedores y tanqueros están actualmente preparados para utilizar estos combustibles, y la disponibilidad de los mismos es limitada. Aunque se espera que el 29% de los buques y el 42% de la capacidad de peso muerto del libro de órdenes se entreguen preparados o listos para combustibles alternativos, existe un desafío notable. Incluso si no se recicla ningún buque existente, solo el 4% de la capacidad de peso muerto de la flota estará lista para utilizar combustibles alternativos una vez que se hayan entregado todos los buques ordenados en 2028. Otro 4% estará preparado para la reconversión. Se estima que el sector de contenedores liderará la transición, con al menos el 23% de la capacidad de peso muerto de la flota de portacontenedores lista o, al menos, preparada para combustibles alternativos. Los tanqueros alcanzarán alrededor del 7%, mientras que los graneleros llegarán al menos al 4%. Aunque el gas natural licuado (GNL) es el combustible alternativo más popular hasta ahora, el metanol y el amoníaco están ganando terreno. La incertidumbre sobre la disponibilidad de suficientes combustibles ecológicos para el transporte marítimo en 2030 persiste, pero las recientes llamadas de la COP-28 para triplicar la capacidad de energía renovable para 2030 sugieren que es posible alcanzar los objetivos sin depender exclusivamente de biocombustibles, afirma Rasmussen.