Por Aureliano Rodríguez Larreta – Uypress
La potencia económica que entraña el TPP desafía a la concreción de proyectos interregionales que equilibren al mundo, mientras los países pequeños como Paraguay y Uruguay deberán sumar fuerzas. –Alrededor de dos ideas principales se han centrado las primeras reflexiones de este espacio sobre una moderna ubicación de Uruguay en el mundo:
la primera, que ya ha llegado la hora; y la segunda, que ese camino debe ser emprendido junto con Paraguay. Ambas premisas merecieron un primer análisis en el artículo titulado «Mercado único Paraguay-Uruguay», de 31 de agosto pasado. Sin modificar en un ápice su actual posición en el Mercosur, estos dos países pueden sumar sus potencialidades económicas para lograr la inserción comercial internacional que más convenga a su desarrollo.-A tal fin, no podrían hacer nada mejor que unificar su mercado interno, rápida y auténticamente. Ofrecer al mundo exterior un mercado único, libre e irrestricto; y armonizado en todos los aspectos normativos. Esto supondría también, para paraguayos y uruguayos, el beneficio de la más libre circulación económica, tecnológica, laboral, cultural y humana.
Siempre debatida y siempre aplazada, la adopción de una política de Estado estable y consensuada en materia de inserción comercial internacional acaba de ser nuevamente desafiada al firmarse en la ciudad estadounidense de Atlanta, el 5 de octubre, el Tratado Trans-Pacífico de Asociación Económica (TPP), con el concurso de doce países de la región Asia-Pacífico, Oceanía y América.
La dimensión económica y humana de este proyecto ha despertado nuevamente el debate sobre el futuro de Uruguay a mediano y largo plazo, la competitividad de su producción en la región y en el mundo, la posición relativa en que queda el Mercosur ante este desafío exterior, y las opciones estratégicas que se ofrecen a países como Paraguay y Uruguay.-No conviene dar pábulo, no obstante, a las voces de alarma que estos días han atravesado el mundo y también los medios uruguayos. El TPP, con toda la importancia que de verdad tiene, entra ahora en el período de aprobación parlamentaria por los doce países firmantes, y los consecuentes depósitos de los instrumentos de ratificación. Sólo después de completado este proceso, entrará en vigor. Y esto no ha de ocurrir antes de dos años, como mínimo. Este tratado de liberación comercial y asociación económica es el ejemplo más moderno de los sistemas comerciales llamados «de nueva generación» debido a las numerosas áreas económicas y legales que cubre, a diferencia de los tratados de libre comercio más tradicionalmente conocidos. En un principio existió como un tratado limitado a cuatro países de mediano porte (Brunei, Chile, Nueva Zelanda y Singapur) y fue conocido como P4. Entró en vigor en 2006.—En 2009 se entablaron negociaciones para extender el P4 a otros siete países (Australia, Canadá, Estados Unidos, Malasia, México, Perú y Vietnam), a los que en último término se agregó Japón, con lo que el proyecto completó un mercado de 800 millones de habitantes y cobró el carácter de trans-regional por la presencia de países de América, Asia y el Pacífico. En ningún momento esta larga negociación admitió países observadores. El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, obtuvo en 2014 la autorización del Congreso para negociar este tratado por el procedimiento de la «vía rápida», lo que significa que los parlamentarios podrán aprobarlo o rechazarlo, pero sin modificar su texto.
El TPP está abierto a la adhesión de nuevos miembros, no sólo de la región Asia-Pacífico sino también de otras partes del mundo. Pero esto sólo podrá ocurrir por vía de accesión, que los países aspirantes han de presentar después de la entrada en vigor del tratado.-Previamente a esa presentación formal, los países candidatos deberán realizar consultas con cada uno de los países miembros. Con el resultado de esa consulta se formalizará la solicitud ante los órganos ejecutivos del TPP. No puede negarse la importancia y el peso de esta nueva realidad en el mundo económico y político. Con un producto interior bruto (PIB) que se acerca a los 20 trillones de dólares, equivalente al 40% del PIB mundial, este bloque en formación cubre actualmente un tercio de las exportaciones mundiales.
Lo que antecede procura presentar, ante quien piense seriamente en la futura inserción comercial externa de Paraguay y Uruguay, una de las realidades -aún un proyecto, pero muy potente- que conformarán el mundo de los años porvenir. Parece correcto, en este momento y en el corto plazo, que Uruguay, Paraguay y Brasil vuelquen todo su esfuerzo para que el Mercosur consiga un avance decisivo en la negociación con la Unión Europea (UE), venciendo las reticencias de Argentina. Una pronta firma, tal vez en 2016, del acuerdo interregional Mercosur-UE sería de gran valor político para ambas partes, pues ambas atraviesan tiempos críticos que afectan su credibilidad externa. El rostro hereje de la necesidad puede jugar esta vez a favor, y sacar a esta negociación de su largo letargo. Ante la concreción del poderoso TPP, también la UE y Estados Unidos se empeñan en concluir su esperado acuerdo transatlántico de libre comercio, con el ánimo de empatar al menos al eje del Pacífico. Parece llegada la hora de que el Mercosur se tome estas cosas muy en serio.- (Uypress)