Cuando comenzamos nuestra labor periodística, conocimos el Puerto de Montevideo que nos parecía simplemente un puerto bien grande -no conocíamos otros puertos-, ubicado en una bahía que veíamos más bien como un complemento panorámico de Montevideo. Jamás reparamos, seguramente a causa de nuestra inexperiencia, o porque no venía al caso, que había muchas cosas dentro de esta bahía que, por cierto, las hay, más allá del muelle Mántaras, del Mercado de Frutos y el arroyo Pantanoso. No olvidamos los varios frigoríficos que estaban por esas cercanías, en Punta Yaguas y en la costa del propio Cerro, zona de saladeros en el siglo pasado y el anterior. Conocimos el lugar por el Pantanoso donde en un área improvisada como astillero hace muchos años se construyó el recordado Dique Flotante de Cemento de MDF (Metalúrgica y Dique Flotante) que terminó en Buenos Aires y que aún existe. Tampoco olvidamos la Playa Capurro que la disfrutamos en nuestra adolescencia, el arroyo Pantanoso, el amplio barrio de La Teja (1), la Refinería de Ancap, Puntas de Sayago, la playa del Cerro, el Club de Golf del Cerro, hermoso lugar, hay una amplia zona costera cerrense donde operaban los pescadores, el Varadero del Cerro hoy Montevideo, el Varadero de los japoneses Kambara donde López Mena construyo el barco de pasajeros Eladia Isabel, las playas de la zona Pajas Blancas, la Isla de Ratas, y hay muchas cosas más instaladas en esta bahía que van más allá de esta enumeración desordenada que hemos hecho y que tiene relación con el objetivo de nuestra nota. En fin, no alargaremos más esta nota con lo que ahora hay dentro de este espejo de agua, pero curiosamente nunca se nos ocurrió calcular la inmensidad de esta bahía que acaso no exista en la región otra de tales dimensiones y menos aún de conformación tan protectora y conveniente para los navíos de aquel y de este tiempo. Solo sabíamos que tenía una gratificante forma de herradura, valiosa por su amplitud y por ofrecer abrigo para aquellos endebles barcos de los colonizadores que lo utilizaron intensamente. Pero ya les vamos a explicar lo que años más tarde descubrimos y pocos imaginan. Un poco de paciencia. En 1776 la Armada Española, por orden de Carlos III y a pesar de los celos despertados en la vecina Buenos Aires -sede del Virreinato- implantó en Montevideo el Apostadero Naval de la flota española en la región. Y esto no debe haber sido por casualidad ni por quitarle importancia a Buenos Aires, sino que debe haber sido luego de profundos estudios. Fue, sin duda, un acto de tremenda inteligencia de la marina española reconocer que el único puerto que podía funcionar como tal en el Atlántico Sur era Montevideo. Y hoy mismo es una idea que se mantiene. El norte de Europa dispone de gran cantidad de puertos, siempre los tuvo. En tanto, en el Atlántico Sur, el mejor puerto con el que se puede contar es Montevideo por posición geográfica y porque es además un gran puerto para un país pequeño que solo utiliza un ínfimo porcentaje de su capacidad de servicios para su propio comercio exterior. Hace 243 años Montevideo funcionaba como un relojito como puerto de servicios. Santos es un puerto que atiende principalmente la exportación de Brasil y lo mismo sucede con sus 8 o 10 terminales para dar salida a sus producciones regionales. Pero la bahía siempre nos pareció un lugar marítimo de entrecasa; uno tomaba aquella inolvidable lancha “Villa del Cerro” que la utilizaban miles de uruguayos desde el puerto y en un ratito estábamos en el muelle del Cerro. Sin embargo, recordamos que algunas veces visitamos la Farola del Cerro, mirábamos hacia el puerto y veíamos los barcos bastante pequeños y es que había mucha distancia de por medio, así que la bahía no era pequeña sino enorme pero no la veíamos así. Creemos que del puerto de Montevideo lo hemos dicho todo, sin embargo no es así, porque nos falta comentar, para nuestra sorpresa y la de muchos, que es un gran espejo de agua. Si señor, esa tantas veces nombrada herradura es enorme, midiendo aproximadamente unos 50 kilómetros cuadrados, es decir, unas 500 hectáreas.
OBRAS.Y la clave que nos despertó de esta distracción fue la vista reciente de fotos aéreas que abarcan la totalidad de la bahía. Hemos visto y quedamos impactados con las fotos aéreas que observamos. Desde las alturas queda en evidencia la magnitud de esta bahía y las obras que se han ejecutado y continúan en ejecución. Desde el año 2002, la ampliación de la terminal de contenedores de TCP que ya ocupa unas 37 hectáreas terrestres con muelle capaz de atender buques de hasta 14m de calado, la construcción del Muelle C y su extensión a 580 metros, la recuperación por parte de la ANP, de unas 10 hectáreas del área acuática de la bahía, ocupada parcialmente en régimen de concesión por la Terminal Granelera Montevideo (Obrinel S.A.) con sus silos, sus correas transportadoras, sus dolphins y su zona de atraque sobre el costado sur del Dique de Cintura, dragada a una profundidad que permite completar la carga de buques graneleros de más de 12 m de calado, es decir, carga completa de los Post Panamax, sin tener que pagar por “falso flete”. Esta terminal fue inaugurada en mayo de 2016 con el barco “Unity N” que cargó en Nueva Palmira y completó la carga en esta terminal zarpando con un calado de 12.05 metros. Fue, sin duda, un acontecimiento de señalada importancia porque quedaba instalada la primera terminal granelera para operaciones de top-off en el puerto de Montevideo y eso volvió a levantar nuestro nivel de prestigio internacional. Fue una inversión de más de cien millones de dólares de empresarios que confiaron en Montevideo. Y en el espacio restante del sector recuperado a la bahía, que será ampliado en unas 3 hectáreas adicionales por la ANP, se desarrollará el Acceso Norte al puerto de Montevideo, donde la autoridad portuaria prevé concentrar el ingreso de todos los vehículos de carga y de proveedores que deban realizar actividades en el recinto portuario. Y ya se iniciaron las obras de UPM2, que va a ocupar en régimen de concesión y por 50 años 8 hectáreas. Mientras tanto ya se dio por iniciada la obra del puerto pesquero en Capurro. Con todas estas obras aún no habremos siquiera arañado parte de esta bahía.
Ferrocarril.
Habrá un nuevo gobierno y seguramente avanzando en los tiempos se producirán cambios de visión en la actividad portuaria que aguardamos con esperanza, Vean ustedes es tan importante nuestro puerto que, como siempre, estamos previendo que gran parte de las producciones del suroeste de Brasil y de Paraguay tengan la alternativa, aprovechando el nuevo ferrocarril uruguayo, de considerar la utilización del puerto de Montevideo, si la ecuación final de precios les resulta favorable, para beneficio de su comercio exterior. Seguiremos con esta nota el próximo lunes. https://negocios.elpais.com.uy