Respuesta al Ingeniero José Zorrilla sobre la hidrovía

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Por Edison González Lapeyre

En primer lugar, quiero aclarar que no indiqué su título de Ingeniero porque, en la nota en la que hizo referencia a mi persona, el mismo no lo indicó. Es natural que cuando uno firma una nota de estas características, si tiene un título, lo estampe al lado de su nombre.

En segundo lugar, insiste en que se puede desarrollar una hidrovía del Río Uruguay hasta Itaquí incorporando al Río Negro. Y en ello coincidimos, con el Ing. Zorrilla, si, se puede, pero la pregunta es a qué costo y si sería conveniente. Personalmente, entiendo que el enorme costo que insumiría no estaría justificado por la rentabilidad que podría generar.

En tercer  lugar, estoy totalmente de acuerdo en que,  una iniciativa de estas características, sea objeto de estudio, planificación y planteos a nivel privado. Lo que no puedo aceptar es que la enorme inversión que sería necesario realizar, en consultorías, cateos, dragados, represas, esclusas, etc. etc., tenga que solventarse con el dinero de los contribuyentes, de allí que mencionara al puerto de aguas profundas y a la regasificadora como experiencias que no se pueden volver a repetir.

En cuarto  lugar, me sorprende que afirme que el Ing. Martín Zorrilla integró las comisiones binacionales de límites con Brasil y Argentina en los años 70. Y me sorprende porque, en esa década, con el Brasil, no existió ninguna comisión binacional de límites. La que funcionaba era la Comisión Técnica Mixta de la Laguna Merín, siendo la delegación uruguaya integrada, por  el Dr. Carlos Manini Ríos, que la presidía, por  el Ingeniero Golumbisef,  por el Ingeniero Coronel  Conrado Sorrentino y por el suscrito y en cuanto a los límites con Argentina, tampoco existió ninguna comisión binacional de límites, si,  se desarrollaron negociaciones que se iniciaron en 1970 y que culminaron con el Tratado del Río de la Plata y su Frente Marítimo  del 19.11.1973. La delegación uruguaya, que llevó a cabo esas negociaciones, estuvo integrada, por el Capitán de Navío Yamandú Flangini, el Embajador Julio César Lupinacci, el capitán de Navío Román Orozco, que fue sustituido por el Capitán de Navío Heber Grasso y por el autor de la presente nota.

En quinto  lugar, me duele que critique mi afirmación sobre  la importancia del puerto de Montevideo en el desarrollo de nuestra Nación y que diga que “es una perspectiva centralista de un montevideano tomando un cafecito en el café Roldós.”

Para finalizar, a pesar del “cafecito”, reitero que el Ingeniero Zorrilla me merece el mayor respeto,  como merecen respeto todos aquellos que promueven, de buena fe,  proyectos de difícil concreción puesto que las grandes obras han sido, generalmente, obra de los visionarios, de los soñadores. Yo, también, mientras navegaba en mi velero “Bengalí”, por el Río Uruguay, con el Cacho Sanier, soñé en la Hidrovía de nuestro río epónimo, pero como dijo Calderón de la Barca, “los sueños, sueños son…”.

Dr. Edison González Lapeyre

NotaProfesor de Derecho Internacional Privado y Marítimo. Fue uno de los negociadores del Tratado del Río de la Plata y el Estatuto del Río Uruguay. Es miembro de la Academia Real de la Historia de España

1 COMENTARIO

  1. Resulta claro la necesidad de un intercambio saludable en el camino hacia un objetivo constructivo, y requiere de una actitud respetuosa en la discusión donde prime el discernimiento y la unidad de criterio. Respecto a lo que expresa el Dr. González Lapeyre de los sueños, entiendo que éstos y los soñadores hay de todo tipo, y continúan siendo sueños hasta que no se realicen, aunque puede reconocerse que grandes inventores o innovadores han logrado sus sueños que en la apariencia resultaban utopías imposibles y ante el asombro de la gente fueron realidad.

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