Recientemente, la Secretaría de Transporte de la Nación y la Administración General de Puertos han modificado el contrato de concesión de la Hidrovía, y esto tiene implicancias serias para el Puerto de Santa Fe y toda la región. Por un lado, han cambiado la estructura de cobro de peajes en el canal troncal, lo cual beneficia directamente a los grandes puertos privados del sur. Por otro, han eliminado la obligación de dragar desde Timbúes hasta Santa Fe a 25 pies de profundidad.
El Puerto de Santa Fe, actualmente en operación, se ve amenazado por esta decisión: mientras desde Buenos Aires deciden no dragar más hasta Santa Fé, en los muelles se están embarcando 20.000 toneladas de soja de una cooperativa local, el equivalente a sacar 800 camiones de las rutas, con los beneficios que eso implica. Sin embargo, esta medida condena al puerto a una “inoperatividad perpetua”, destruyendo cualquier posibilidad de desarrollo portuario en Santa Fe y poniendo fin a los proyectos de expansión y reconversión en la zona. Sin el dragado, el esfuerzo por una Nueva Terminal Portuaria sobre el Río Paraná perdería todo sentido. Desde sus inicios, el fundador Juan de Garay recibió el mandato de “fundar puerto y pueblo a orillas del Paraná”, y así fue como nació Santa Fe, una Ciudad Puerto, la primera de la cuenca del Río de la Plata, antes de que existiera incluso la República Argentina. Así de fundamental es este puerto para los santafesinos.
¿El huevo o la gallina?
Los puertos de upriver deben parte de su éxito, además del esfuerzo e inversión privada, a una decisión política de los gobiernos nacionales: mantener un calado que los hace competitivos. Las estadísticas del Puerto de Santa Fe muestran que la caída en la actividad de carga comenzó cuando se decidió un calado diferencial que beneficia a los puertos del sur.
Es difícil saber con certeza si el puerto de Santa Fe tendría el volumen actual de Rosario con 34 pies de calado, pero es claro que esa diferencia entre 34 y 25 pies genera un sesgo en favor de los puertos más profundos. Es la discusión de siempre, “¿la carga o el dragado?”. Ahora, el Gobierno Nacional argumenta que “si no hay carga, no hay dragado”. A pesar de las dificultades, el Puerto de Santa Fe demostró que se podía operar, creando oportunidades para los pequeños productores y exportadores de la región. Estos ya no dependen de las grandes terminales del sur, que acaparan el mercado, sino que pueden exportar sin intermediarios. Parece que esta autonomía no ha sido bien recibida por las grandes terminales privadas del sur, que hoy buscan limitar aún más la navegabilidad para el puerto público de Santa Fe hasta hacerlo desaparecer.
Mª Pica para Visión Marítima