Qué efectos tendrá en Argentina y el mundo el colapso del Thwaites, “el glaciar del juicio final”

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Todo indica que ni el salto zoonótico que dio lugar al Covid ni los incendios en Corrientes lograrán despertar interés en el medio ambiente. Pero los temas se imponen y es momento de hablar del Thwaites, el llamado “glaciar del juicio final”. Está en la Antártida, en una zona que no reclama nadie. Visto de arriba es el glaciar más ancho del mundo. En unos años (hay quienes dicen 10; otros, 50; otros no menos de 100 o 200) podría colapsar. Y cuando ocurra subirá el nivel del mar, al punto de generar una “reescritura” mundial de las costas. Se pronuncia “tueits”. Mide 192.000 kilómetros cuadrados. Es más grande que la provincia de Córdoba, que Mendoza o La Pampa. Es más grande que Uruguay. Si Clarín le dedica estas líneas es porque en diciembre de 2021 un grupo de expertos pronosticó que todo el infortunio del colapso, los desprendimientos de hielo, la consecuente suba del nivel del mar y la reconfiguración de las costas podría ocurrir pronto.

Pero, ¿cuándo y con qué consecuencias para las costas de Argentina?

El mensaje

La advertencia fue difundida por expertos de un consorcio llamado The International Thwaites Glacier Collaboration (ITGC), impulsado por Estados Unidos, Inglaterra, Alemania, Suecia y Corea del Sur. En una ponencia advirtieron que, según datos recientes, el estado de salud del Thwaites (si por salud se entiende “estabilidad”) es peor de lo pensado. Esta gente, con su aparatosa indumentaria de supervivencia, hace viajes anuales a la Antártida y pasa helados días haciendo profundos agujeros con la intención de determinar la densidad de las capas de nieve, la formación de grietas nuevas o el ensanchamiento de otras más viejas. Pronostican desprendimientos, calculan su masa acumulada y perdida, entre otros etcéteras. Que el Thwaites está “peor” significa que la coraza de hielo que hace de barrera entre el glaciar propiamente dicho y el mar está amenazada: se deteriora a un ritmo más veloz de lo que se pensaba. Nadie se anima mucho a aventurar si podría colapsar (agrietarse, romperse y derretirse) en una década, en dos, en cinco o en más de un siglo.

Sin retorno

Lucas Ruiz, doctor en Ciencias Geológicas e investigador adjunto del Conicet en el Instituto Argentino de Nivología, Glaciología y Ciencias Ambientales (Mendoza) definió el asunto “Thwaites” con claridad: “Hay indicadores de que el colapso de la barrera de hielo estaría por ocurrir. ¿En cuántos años? Depende del paper. Algunos dicen en 5; otros, en 10; otros, en más”. Obviamente despierta interés “el dato más escandaloso”, evaluó Ruiz, y agregó: “Sostenemos que, si bien hay pocas chances de que colapse pronto, no se puede decir que no vaya a ocurrir”. La barrera de hielo del Thwaites es comparable a un enorme tapón que evita que el río de hielo que de algún modo es la esencia del glaciar (porque los glaciares parecen estáticos, pero son dinámicos: avanzan y retroceden a ritmo parsimonioso) termine desembocando en el mar. Las razones del desgaste son dos, pero confluyen en un mismo punto: el cambio climático. Según Ruiz, “lo que sucede con la Antártida occidental es que la temperatura del óceano está subiendo y está calentando por debajo las distintas masas de hielo. Así, se arman cavidades porque se derrite por bajo. Arriba también el hielo se está desintegrando y por eso se forman grietas, que cada vez son más largas y grandes”. “Hay ejemplos de plataformas de hielo que han colapsado. De repente, una plataforma de cientos de kilómetros cuadrados se desintegra en miles de pedazos y deja de existir”, sentenció.

Mirada nacional

Quien en este punto imagine la vida útil de unos cubitos de hielo en una bebida fresca, no se equivocará del todo. Como explicó Sebastián Marinsek, jefe del Departamento de Glaciología de la Coordinación de Ciencias de la Tierra del instituto Antártico Argentino, “si uno pudiera derretir toda la masa de hielo que hace de barrera del Thwaites, no pasaría nada… no subiría el nivel del mar porque la masa está en lo que se llama ‘equilibrio hidrostático‘”. Sin embargo, “la barrera de hielo, tanto en el Thwaites como en otros glaciares ubicados sobre el nivel del mar, está frenando otras caídas de hielo que sí generarían un aumento del mar. A esto apuntamos con los monitoreos que hacemos. Tal vez esto se acelere en 50 años. Tal vez, en 10”. Marinsek recordó que el consorcio mencionado arriba (ITCG), “el año pasado encontró que el Thwaites no solo tenía derretimiento arriba sino que también perdía masa por abajo. Encontraron una aceleración”. Pero su opinión es más conservadora: “(Un colapso) podría pasar a fin de siglo o en dos siglos. Son procesos lentos, hasta que llega un momento de desajuste y se dispara la desintegración”. En cualquier caso, dijo, “no existe la posibilidad de afirmar que en tal fecha se vaya a derretir, salvo que uno busque preocupar con una noticia. Además, cuando ocurra, generará cambios, pero no una inundación mundial”.

Mirada internacional

Ted Scambos es estadounidense, investigador en ciencias de la Tierra y medio ambiente de la Universidad de Colorado. Lidera el área de coordinación de la International Thwaites Glacier Collaboration, la institución que lanzó el alerta en 2021. En diálogo con Clarín, explicó que “la plataforma o barrera de hielo seguramente se romperá en los próximos años. Hay grandes grietas crecientes y se mueve más rápido cada mes. No hay mucho debate sobre esto”.

Sin embargo admitió que “hay diferentes puntos de vista sobre lo que sucederá después”.

Como se comentó arriba, los glaciares no son estáticos sino dinámicos, como ríos que avanzan lentamente. Si bien una parte se derrite y se pierde, otra baja de las montañas, donde nieva, y así se cumple un ciclo que mantiene el sistema en un balance. Según Scambos, “la parte más rápida del glaciar hoy se mueve entre 1,5 y 2 kilómetros por año. Pero las investigaciones muestran que fluirá hacia el mar más rápido cuando no tenga la plataforma de hielo“. “¿Cuánto más rápido? ¿300 o 500 metros más por año? ¿O solo un poco más rápido: de 50 a 200 metros más por año? No está claro”, señaló. La opinión de Scambos es que, cuando la barrera se rompa, “inicialmente se moverá unos 200 metros por año“. El colapso del glaciar propiamente dicho, “podría venir en años. O siglos”, relativizó.

Centímetros

¿Cómo se traducirá una suba del nivel del mar en nuestras vidas? Según el ITCG, una vez que el Thwaites colapse (sumando el efecto de otros glaciares más chicos, en situación similar), se generará un alza de 65 centímetros en los océanos. ¿Es mucho? Hay que aclarar que el mar está en alza desde hace décadas. Lo que preocupa es la reciente aceleración del aumento. Hay que saber estas cifras para entender que no son de una ridícula pequeñez. Vienen del Panel Intergubernamental del Cambio Climático (IPCC). De 1901 a 1990, la suba anual de los océanos (promedio) fue de 1,4 milímetros por año. Sin embargo, si se recortan tramos más cortos, la cosa empeora: de 1970 a 2015, la suba fue de 2,1 milímetros por año. De 1993 a 2015, 3,2 milímetros. Y de 2006 a 2015, 3,6 milímetros por año.

¿Qué pasará si a 3,6 milímetros se le agregan 65 centímetros?

No culpes a la playa

Según Scambos, incluyendo “todo”, es decir, el efecto del calentamiento de los océanos, el derretimiento de glaciares de montaña, el derretimiento de Groenlandia, Alaska y Antártida, “la suba del nivel del mar podría alcanzar los 30 centímetros en 50 años”. Walter Dragani es físico oceanógrafo, investigador principal del Conicet. Trabaja en el Servicio de Hidrografía Naval y se especializa en impactos del cambio climático sobre la costa. En particular, la costa atlántica. “El aumento del nivel del mar, hoy, como dice el IPCC, es de algo más de 3 milímetros por año. Parece nada, da risa. El tema es que en una pendiente normal de playa, si te movés 100 metros hacia el mar, hay un declive de un metro, si bien depende del tamaño del grano de arena y de otras cuestiones… más finito es el grano, menor es la pendiente”, reveló, detallista. Pero la cuestión es que “en una playa de relación 1 a 100 (1 metro de declive cada 100 metros), un aumento del nivel del mar de 30 o 60 centímetros se traduciría en 30 o 60 metros de avance del mar sobre la costa”. Basta imaginar ese nivel avance en cualquier destino de la costa o, mismo, en el bajo porteño.

Efectos en Argentina

En la práctica, dijo Dragani, “si la playa es natural, es decir que hay médanos y no construcciones, la duna costera se irá corriendo con el crecimiento del nivel del mar. Al ser un proceso gradual, se irá corriendo año a año y la playa relativa se mantendrá constante en su forma. Se pierde territorio pero la playa no se achica al ojo humano, salvo en imágenes satelitales. Quizás se pierda una franja de 50 metros en 70 años, por decir una cifra”. Pero, “una cosa es un lugar no loteado y, otra, una playa urbanizada, intervenida por humanos”. Es que, “aunque el médano tenga capacidad de correrse, termina chocando con la costanera. Invade la vereda y uno empieza a ver los carritos y puestos llenos de arena todo el tiempo”.

Según el experto, “el corrimiento, de hecho, ya existe. La playa se está corriendo hacia las localidades, por ejemplo, en zonas como Mar del Tuyú”. Así, “casas que estaban ‘frente al mar’, ahora están ‘en la playa‘, lo que genera derrumbes. Uno ve que la casa no se movió: se movió el mar. La evidencia empírica es muy fuerte”.

Playas enfermas

Un dato de esos que uno no aprendería en otro contexto es que “un ancho de playa chiquito y el hecho de que la arena siempre esté mojada, es decir, que no haya una franja de arena seca en ningún momento del día, son síntomas de una playa enferma”, informó Dragani.

Según Scambos, “las áreas a solo dos o tres metros sobre el nivel del mar tendrán un problema durante las tormentas y mareas más altas. Ya es un problema en ciudades como Miami y se puede estimar que las áreas bajas cerca de Buenos Aires que a menudo se inundan, tendrán problemas. El desafío es entender qué tan rápido necesitamos construir estructuras para mantener las áreas seguras. ¿O deberíamos considerar abandonar esas áreas?”

Para Dragani, “debería haber soluciones a nivel municipal y provincial. Por ejemplo, no lotear más tan cerca del mar. En ciertos lugares, a la gente le cuesta circular en el límite costero. En 20 años no se va a poder entrar a los garajes de los domicilios en esa franja”.

Qué hacer

¿Se podría hacer algo para contrarrestar los efectos del derretimiento de glaciares como el Thwaites?  

Para Ruiz, hay que “disminuir la cantidad de combustibles fósiles que usamos. A mayor calentamiento global, más niveles de calentamiento, más aumento de marejadas, más tormentas, sequías e inundaciones. Si la temperatura global baja, las consecuencias van a ser menores”. Para Marinsek, es útil “cuidar el medio ambiente en todos los aspectos: procesar la basura de un modo eficiente a través del reciclaje, cuidar el agua y medir el uso de energía. No es cuestión de volver a la época de las cavernas, pero se puede mejorar el uso de los recursos”. Dragani apuntó al registro de datos: “Hay que medir mucho más en las áreas costeras. Las mediciones del mar que son carísimas, pero es esencial hacerlo”. Y -nada menor- que “cuando lleguen las elecciones, ver qué candidato habla del mar. Se dice que somos un país marítimo, pero nadie habla del mar”. Scambos resumió todas las posturas: “Conducir menos automóviles y usar electricidad de un modo más eficiente. Estas cosas ayudan un poco pero, en definitiva, lo que se puede hacer es votar: votar por políticas y políticos que tomen el problema en serio y prometan hacer cosas para cambiar en la dirección de la sostenibilidad”. https://lacritica.com.ar/

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