«SOY EMPRESARIO, AVENTURERO Y CORSARIO»

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En el mar.

Vivió en España pero al volver, no quiso quedarse en Argentina. Entonces, hace más de tres décadas, pensó en venir a Uruguay a buscar barcos y tesoros. El primero que encontró fue el Aurora, pero no lo autorizaron a sacarlo. Después dio con el Nuestra Señora de la Luz, con miles de monedas de oro que significaron también un buen negocio para el Estado uruguayo (recibió el 50% de lo obtenido) y lo hizo famoso en el país. El proyecto del Lord Clive lo encuentra también como socio del gobierno, luego de un acuerdo con el Ministerio de Defensa en la presidencia de José Mujica.

«Si me preguntan si soy buscador de tesoros, digo que sí. Pero si me preguntan la profesión, soy empresario. Buscar tesoros es una empresa. La figura legal es contratista del Ministerio de Defensa. Las pautas están perfectamente marcadas, 50 y 50. El país no me paga nada. Y de lo que consiga yo, la mitad es nuestra y la mitad del Estado», indica.

También se considera un corsario. «Nuestros países se liberaron de los españoles gracias a los corsarios. Los corsarios eran aventureros. Busque la palabra aventurero y es la persona que se aventura. Yo me aventuro por negocios. En estos tiempos hacer negocios es una aventura, que puede salir bien o salir mal. Artigas dio la primera patente de corso acá en Colonia. Contrataban gente que ponía sus barcos, su gente, sus armas. El 50% era para el gobierno y el 50%para el corsario. El gobierno nunca ponía un peso, porque era pobre, pero así conseguía gente que luchara por su libertad».

Los planes de Collado son presentados a inversores, tentados por la posibilidad de encontrar oro. «Son operaciones de riesgo. Es una timba, porque un barco puede aparecer o no. Pero los inversores que están colocando plata en el Lord Clive van sobre seguro, porque el barco ya apareció, se sabe lo que tiene y solo falta que lo saquemos», asegura.

El proyecto implica una complicada logística y la contratación de unas 80 personas, entre buzos y expertos de varias áreas (por las consecuencias de una operación ya no bucea él mismo). En estos días terminan de colocar las boyas sobre el Lord Clive, que está a seis metros de profundidad, en línea recta con la avenida General Flores. El plan es que una empresa uruguaya retire las piedras y otra argentina, que ha reflotado hasta petroleros, se encargue de llevar el barco a tierra. Allí se construirá un enorme hangar para albergarlo, en una especie de parque temático. Collado proyecta instalarlo en un piletón y allí humedecerlo constantemente con glucosa. «Fuimos a Cuba para ver cómo preservan los barcos antiguos y vimos que es algo muy simple: agua con azúcar. Increíblemente, funciona cien por cien», cuenta.

Collado asegura que en el Río de la Plata hay casi 2.000 barcos hundidos, de los cuales por lo menos 15 tienen tesoros. ¿Y por qué nadie intentó antes rescatar las riquezas del Lord Clive? En su opinión, la gente en Colonia ignora mucho de su rica historia en materia de barcos y combates. Por otro lado, advierte que las aguas del Río de la Plata son muy turbias.

«Es un infierno trabajar así. No se ve nada. Hay que hacer todo al tacto. Cada tanto se ahogan buzos profesionales por accidentes. Pueden estar trabajando con un fierro a centímetros de la cabeza y no lo ven. He entrenado buzos de combate, soy muy estricto con las reglas de seguridad y por suerte nunca tuve accidentes con mis buzos», sostiene.

SUS COSAS.

Un escritor.

Collado se define como gran lector y admirador del periodista y escritor español Arturo Pérez Reverte. «Escribe muy bien, estuvo en varias guerras e incluso le gusta el mar, como a mí», asegura. No casualmente la columna semanal de Pérez Reverte en la prensa se llama Patente de corso.

Un proyecto.

Si bien sueña con crear un parque temático sobre el Lord Clive, Ruben Collado tiene otro tipo de proyecto: «Con mi plata quiero hacer un centro de rehabilitación para niños con capacidades diferentes. Primero pensé en usar delfines, pero comprobé que con perros, incluso callejeros, se pueden lograr grandes cosas para los chicos», afirma.

Una pasión.

«Viajar… Me gusta conocer países y gente, y hacer amigos», dice. ¿Un lugar? Entre muchos, elige la isla de Embiez, en Francia, donde el investigador Jacques Cousteau tuvo una base. Y también pasó por allí Alain Bombard, autor del libro Náufrago voluntario, un médico que se lanzó al mar en un bote para contar la experiencia. Elpais.com

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