Por Agustín Saavedra Weise
José María Da Silva Paranhos (barón de Río Branco) trazó las fronteras de Brasil. El instituto que forma a los diplomáticos cariocas lleva su nombre como homenaje póstumo. El Acre -tras una farsa al estilo Texas- se incorporó a Brasil. Cuidadoso, el barón concedió tres cosas a favor de Bolivia para no aparecer como ‘usurpador’ de un país pequeño. Entregó un ferrocarril, divisas y pedazos de territorios. El ferrocarril Madera-Mamoré no llegó a ninguna parte, quedó varado en la selva, sirvió solo para culebrones de TV. Con las libras esterlinas vaya uno a saber qué se hizo. Bolivia fue mutilada pero el canje resultó providencial. En lo que quedó bajo soberanía de Bolivia (Tratado de Petrópolis de 1903) se encontraba lo que hoy es Puerto Busch, única salida soberana (48 kms) sobre el río Paraguay y que puede llevar (o traer) productos por la Hidrovía hasta las zonas francas de Rosario (Argentina) o Palmira (Uruguay), pudiendo también salir directamente al Atlántico. Acuerdos con Asunción, luego de la Paz del Chaco (1938), aseguraron la libre navegación por el río Paraguay. Posteriormente, el Tratado de la Cuenca del Plata (1969) y otros pactos regionales facilitaron más las cosas. Puerto Busch sigue siendo proyecto y su desarrollo será costoso. Para tener dotaciones portuarias, muelles, depósitos, silos, redes ferroviales de transporte, infraestructura de comunicaciones y demás se precisan cientos de millones de dólares. Si se comenzara mañana, el proceso demoraría cinco o siete años. Así que no es una salida inmediata, podría ser real si anteriores gobiernos y el actual hubieran concretado algo, pero no se hizo casi nada más allá de la usual retórica. Lo único real: los tres puertos por el Canal Tamengo: Puerto Aguirre, Gravetal y Nutrioil, este último a cargo del dinámico empresario cruceño Jorge Arias Lazcano. Puerto Aguirre fue obra del visionario Joaquín Aguirre y Gravetal tiene capitales mixtos. Los tres son operables, cargan más de un millón de toneladas al año y aguantan hasta 10 millones. Se usa el 12% de capacidad disponible. Esos puertos están ahí. En Ilo (Perú) y en P. Bush solo hay palabrerío. Urge negociar con Brasil para optimizar el Tamengo y contar con dragados constantes. Debería además ‘repotenciarse’ el eje Puerto Suárez-Quijarro, recreando zonas francas e incentivos diversos. Las soluciones ante los problemas portuarios con Chile están vigentes ¡Ya! http://www.eldeber.com.bo