Un trabajo brasileño-uruguayo confirmó formalmente la presencia de este pez en la laguna Merín, un “agujero negro” de conocimiento que sufre la contaminación de la explotación agroindustrial y la amenaza inminente de la hidrovía proyectada en la cuenca. La laguna Merín es célebre y misteriosa al mismo tiempo. Su fama está más que justificada por tratarse del principal espejo de agua dulce de Uruguay y el segundo en tamaño de Sudamérica, sólo detrás del lago Titicaca. Como parte del sistema lacustre binacional Laguna Merín-Laguna de los Patos, además, forma parte de una de las fuentes de agua dulce más importantes del mundo, condición que atrae no sólo una rica fauna sino también muchos intereses productivos. Es curioso que un cuerpo de agua tan importante sea tan desconocido en algunos aspectos. Desde el lado uruguayo, al menos, son escasas las publicaciones científicas que describen su fauna y flora, una omisión especialmente lamentable porque se trata de una región sometida a una presión antrópica creciente, impulsada por el modelo agroexportador que saca partido de los recursos naturales que brinda la cuenca desde hace al menos 40 años.
Eso lleva a la paradójica posibilidad de que muchas especies nativas de la región se vean en jaque incluso antes de que sepamos que se encuentran allí, un riesgo que no es exclusivo de la fauna, flora y microbiota en la cuenca de la laguna Merín. La laguna guarda otros secretos valiosos. En la región que abarca se encuentran evidencias de las primeras ocupaciones indígenas, cerritos de indios, caseríos de descendientes de esclavos y también valores patrimoniales protegidos, como el fuerte San Miguel. Su territorio incluye también el sistema de humedales Bañados del Este y Franja Costera, primer sitio designado para Uruguay en la Lista de Humedales de Importancia Internacional. Un trabajo de la investigadora Carla Kruk, integrante del Instituto de Ecología y Ciencias Ambientales de la Facultad de Ciencias de la Universidad de la República (Udelar) y del Centro Universitario Regional del Este (CURE), junto con otros colegas revela cómo la explotación de la cuenca ha generado conflictos socioambientales con las comunidades que habitan la zona y han puesto también en riesgo sus valores naturales y patrimoniales. Esto implica la afectación de los cerritos de indios por obras de la producción agropecuaria (la mayoría de los cerritos se halla en llanuras destinadas a producción arrocera), el impacto que el uso de agrotóxicos genera en los cursos de agua sin que se hagan análisis sistemáticos de su calidad (un trabajo halló 92 sustancias de origen agropecuario en sus muestreos) y también la merma de la pesca artesanal, entre muchos otros factores. Sobre este último punto también se sabe poco del lado uruguayo, pero las investigaciones hechas en el territorio brasileño de la laguna muestran “un preocupante aumento en el esfuerzo pesquero y una disminución de las capturas” que podrían estar vinculados a la disminución de los lugares de desove de los peces por el cultivo de arroz y el uso intensivo del agua, indica el trabajo de Kruk y colegas. Síntoma del desconocimiento que tenemos sobre esta región, en continua tensión por las riquezas naturales que posee y las presiones productivas que sufre, es el registro reciente de un pez famoso en toda la cuenca del Plata pero cuya presencia no estaba formalmente reportada en la laguna Merín. De hecho, sabemos muy poco de lo que hace allí y de la situación en que se encuentra, pese a ser el principal recurso pesquero de agua dulce del país.