Falta de lluvias y retención de caudal hacen que desde varios ciclos dorados, surubíes y sábalos, entre otras especies, no tengan una buena reproducción ni reclutamiento de los juveniles. A ello se suma la matanza indiscriminada en Entre Ríos y Santa Fe. “El dorado es una de las especies migradoras de grandes distancias dentro de los ríos. Inicia sus movimientos ascensionales con fines reproductivos a fines del invierno, efectuando las puestas de huevos en la columna de agua en un periodo comprendido entre mediados de la primavera y mediados del verano, en sincronización con alguna creciente importante del río.” Las últimas seis palabras, de este párrafo del libro Peces del Iberá (Casciotta, Almirón y Bechara), son claves para entender la actual situación de esta especie y otras, como el surubí y el sábalo, que también necesitan de una avenida de agua para sus funciones de reproducción. Lamentablemente, por falta de lluvias y retención de caudal de las presas brasileñas, en el último año no ha llegado ningún pico de creciente que favoreciera esta etapa en la vida de los citados peces.
Cuando el hidrómetro de Puerto Iguazú, situado en el lugar donde el Paraná empieza a lamer con una de sus márgenes nuestro país, sobrepasa los quince metros, es indicio de que, en una semana, aproximadamente, esa masa de agua empezará a aumentar la cota de Yacyretá-Apipé (si no la retienen) hacia el sur. Por consiguiente, se derrama hacia los bañados, se llenan las lagunas aledañas, se cubren las partes bajas de las islas y los sectores secos comienzan a ser fondos de charcos que aportan alimento a las aguas. Este nutre a los forrajeros, los que a su vez son el menú de los grandes predadores. Si miramos el informe anual del estado de los ríos de la cuenca del Plata nos encontramos que, en el último año, jamás Puerto Iguazú llegó a esa medida. La breve cúspide tuvo lugar el 4 junio de 2019, con 14,80 metros, pero enseguida bajó y se mantuvo entre siete y doce metros. A principios de este año superó levemente los catorce metros, a causa del envío de agua desde las represas para generar electricidad en época de gran demanda por los aire acondicionados, heladeras, freezers, etc. Desde entonces, la bajante llegó a registros históricos y esa “creciente importante”, que citaban los biólogos nunca llegó. No obstante, “la creciente es uno de los factores necesarios para la reproducción, pero no el único. Si viniera una creciente ahora no habría reproducción. Es necesario que ella llegue en primavera-verano para favorecer los desoves pero, además, que dure bastante tiempo como para permitir que esos alevines puedan ingresar al valle de inundación para refugiarse y alimentarse, y salgan al canal con un tamaño que les permita sobrevivir. Esa situación no se está dando hace ya un par de años”, nos señala Natalia Silva, doctora del Instituto de Ictiología del Nordeste. Frente a estas afirmaciones, le consultamos si había bajado, entonces, la cantidad de dorados en el Paraná. Nos respondió: “no te puedo afirmar con datos que la cantidad de dorados haya disminuido, pero puedo decirte que hace varios ciclos que no tienen una buena reproducción y, por consiguiente, tampoco reclutamiento de los juveniles. Esto hace que tengamos que ser más responsables aún durante esta bajante, donde los cardúmenes están tan vulnerables.” Y nos aclara que “reclutamiento” es el hecho de que la reproducción termine realmente en peces. “Por ejemplo, en noviembre crece el agua y hay buen desove y buena reproducción, pero después baja y esas larvas no puede ingresar al valle de inundación; entonces, ese año el reclutamiento es malo por más que el desove haya sido bueno”. La científica radicada en la capital de Corrientes dio en la tecla: responsabilidad. La situación es delicada: pocas “buenas reproducciones” y un río muy bajo, donde resulta muy fácil encontrar los peces, pues no hay escondites laterales, y matarlos, porque, al menos en las provincias de Santa Fe y Entre Ríos no ha sido decretada la veda comercial hasta los primeros días de mayo en que escribimos esta nota. Ciclos de reproducción alterados, cota bajísima y pesca con muerte en gran parte de las aguas: un cóctel muy duro para un río tan generoso como el Paraná. https://weekend.perfil.com/