Héroes Anónimos: testimonios de los protagonistas de una hazaña única en el medio de una pandemia. Steve Timmerman cuenta qué sintió cuando Uruguay decidió ayudarlo a volver a casa. Steve Timmerman no puede evitar emocionarse cuando vuelve a ver el video del trayecto desde el puerto de Montevideo al Aeropuerto de Carrasco. En el video aparecen banderas, hay uruguayos que salen a sus ventanas a saludar a los extranjeros que por fin podrán volver a casa. Pero cuenta que fue recién cuando llegó a Melbourne que pudo darse cuenta que lo que había sucedido era «una celebración de la solidaridad y la humanidad de las personas en Uruguay». Timmerman es uno de los pasajeros que estuvo a bordo del crucero Greg Mortimer y pudo volver a su casa. Pese a que no se declara fanático de los cruceros junto a su esposa querían vivir una aventura distinta, así que el 11 de marzo llegaron a Argentina para embarcarse en Ushuaia. Lo que sigue es una pesadilla. En pocos días el coronavirus se expandió por el mundo y pronto varios países cerraron sus fronteras. Ni Argentina, ni Chile, ni Malvinas permitían a los pasajeros del Greg Morimer descender. Y la situación se volvió aún más compleja cuando varios de los pasajeros comenzaron a tener síntomas.
«El nivel de preocupación fue muy alto cuando se confirmó el foco de COVID-19 en el barco. Y pasamos de ser un problema logístico a un riesgo sanitario. El primero de abril nos enteramos que había un caso confirmado de coronavirus y en dos o tres días había 15 y después casi el 60% del barco estaba infectado. La situación explotó y la ansiedad y preocupación en nosotros creció», narra Timmerman. El 31 de marzo un pasajero tuvo que bajar del barco y ser internado ya que su estado de salud era muy delicado. La situación en el Greg Mortimer se hacía insostenible. El 8 de abril un equipo de médicos uruguayos ingresó al crucero para ver cómo estaban de salud. Steve apreció el momento en que una médica entraba al barco, y de regreso a Australia escribió una carta para agradecerle a ella y a todos los uruguayos. «Cuando la increíble doctora subió a bordo ayer, le grité a través de mi máscara que me había enamorado de su país. Ella se arriesgó a caer al mar, a ser aplastada entre los dos barcos mientras se metían las aguas embravecidas, pero me miró con humanidad sonriente y emocionada mientras subía a nuestro barco», dice un fragmento de la carta. Finalmente el 10 de abril un corredor humanitario habilitó a 112 pasajeros australianos y neozelandeses a volver a sus países. Otro grupo de 15 turistas fueron evacuados días más tarde en un segundo vuelo sanitario. Parte de la tripulación aún permanece en el puerto de Montevideo y un ciudadano filipino que trabajaba en el barco como cocinero falleció por COVID-19. Timmerman prometió volver a Uruguay “cuando el fútbol vuelva”. https://www.elpais.com.uy/