La historia de las Gladis (un grupo de orcas ibéricas que han protagonizado más de 500 ‘ataques’ a barcos en los últimos tres años) es una verdadera anomalía en el mundo marino. Según explican los expertos, en la inmensa mayoría de casos son las propias embarcaciones las que chocan con los animales. Estos arrollamientos no solo han aumentado drásticamente en las últimas décadas sino que, tal como apuntan varios estudios, suponen un riesgo existencial para decenas de especies de todo el mundo. En estos momentos se calcula que existen al menos 75 especies que están siendo víctimas de arrollamientos de barcos y que, en algunos casos, incluso están al borde de la extinción por este motivo.
«Si hablamos de choques entre animales marinos y barcos es muy importante poner las cosas en perspectiva», comenta la bióloga marina Natacha Aguilar, de la Universidad de la Laguna (ULl). «Es cierto que se han detectado varios ‘ataques’ de orcas a embarcaciones y urge estudiar a qué se debe este comportamiento anómalo. Pero tampoco debemos olvidar que los seres humanos llevamos décadas alterando los ecosistemas de estos animales, quitándoles sus únicas fuentes de alimentos y provocando miles de atropellos mortales«, añade, con talante didáctico, una de las mayores especialistas del mundo en cetáceos.
Hace años que la comunidad científica advierte sobre los estragos que están causando los barcos sobre la vida marina. Según apunta un estudio publicado en la revista ‘Frontiers in marine biology‘, entre los animales más perjudicados por el tráfico de embarcaciones destacan las orcas (como las Gladis) pero también ballenas, delfines, tiburones, manatíes, focas, nutrias, tortugas, pingüinos y varias especies de peces de grandes dimensiones. Hasta ahora se han detectado miles de casos de animales arrollados por barcos.
No hay cifras oficiales sobre cuántos animales son atropellados anualmente por barcos. En parte, porque solo se detectan los casos de los que fallecen y son arrastrados hasta la orilla. Se cree que la
mayoría de las víctimas de estos choques mueren, son arrastradas mar adentro y jamás son detectadas. En el Mediterráneo, según apunta un informe de la plataforma ‘Tethys’, se estima que cada año se detectan decenas de atropellamientos mortales de especies autóctonas como las
ballenas de aleta (Balaenoptera physalus) y los cachalotes (Physeter macrocephalus).
Según explicó el biólogo Mariano Domingo en una entrevista a este diario, «las autopsias realizadas a los cetáceos que se encuentran varados en las playas
desvelan que en la mayoría de los casos los animales estaban sanos«. Según estiman algunos estudios, entre el 60% y el 70% de los cetáceos hallados en las playas españolas presentaron signos de colisión en su cuerpo. Esto sitúa a los atropellos como
la principal causa de deceso de estos grandes mamíferos marinos, unas especies sin depredadores naturales que durante siglos han surcado los mares sin ningún tipo de interferencia.
Los atropellos mortales no son el único peligro al que se enfrentan los animales marinos. «La
contaminación acústica y química de las aguas también causa
problemas en muchas especies«, comenta la divulgadora científica y especialista en mamíferos marinos, Ana Jiménez Cáceres.
El
caso de las orcas ibéricas como las Gladis ilustra a la perfección este fenómeno. «En el Estrecho de Gibraltar
los humanos hemos cambiado dramáticamente el hábitat de estos animales; con contaminantes químicos que reducen el sistema inmune y su capacidad reproductiva, con el ruido de los miles de buques que transitan el área que afectan a la capacidad de ecolocalización y
elevan los niveles de estrés; con sobrepesca del atún rojo, su único alimento», comenta Aguilar de Soto. «Este caso muestra la importancia de
asumir nuestra responsabilidad como invitados a los océanos y evitar dañar aún más a estos animales», añade.