Nicolás Marín, el joven fotógrafo submarino que lucha por los océanos

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Argentino, de 23 años, trabaja en la segunda parte de un proyecto en Baja California con National Geographic. Nicolás Marín recuerda que durante su infancia, en las cenas junto a su familia en San Miguel (Buenos Aires), solían tener de fondo la televisión prendida: o bien sonaba un relato de un partido de fútbol o bien veían un programa de National Geographic de esos que descubren el fondo del océano. Hasta la adolescencia su conexión con el mar se restringía a ver documentales y a las idas a la costa en verano. Hoy, Nicolás (argentino, 23 años) es fotógrafo submarino, activista por la protección de los ecosistemas marinos y en 2021 fue elegido por National Geographic como uno de sus exploradores. Actualmente vive en Baja California donde lleva a cabo la segunda parte de su proyecto por el que documenta especies marinas y habló con El País en la cumbre Our Ocean a la que fue invitado como joven líder.

El camino.

Hasta los 17 años, Nicolás se había pasado casi toda su vida pegado a una raqueta. No tenía claro qué quería estudiar ya que creía que podía llegar a ser tenista profesional. De hecho, se había metido en el ranking nacional de los 10 mejores en su categoría y competía a nivel internacional. Pero llegó un día en el que sintió que su carrera no iba a poder ser, que para eso tenía que seguir entrenando duro y que nadie le podía garantizar que se podría dedicar al tenis de forma profesional. Así que guardó su raqueta y no la volvió a tocar nunca más. A los 18 empezó a hacer cursos de creatividad y fotografía y comenzó a trabajar como fotógrafo de marcas. También trabajó como redactor creativo en una agencia, pero la rutina no le gustó. Así que, sin nada que perder, decidió probar suerte con una postulación a un llamado para ser fotógrafo submarino en Cozumel. Si bien tenía experiencia en fotografía y gestión de redes sociales, Nicolás no sabía bucear ni sacar fotos bajo el agua. Quedó seleccionado y se fue a vivir a México durante un año. Fue en Cozumel que Nicolás vio por primera vez un tiburón. Fue también bajo el agua donde entendió que todo aquello que él veía lo quería compartir. Entonces se puso en contacto con biólogos para entender mejor, leyó papers y tradujo de forma sencilla en sus redes sociales todo lo que aprendía. Formó una comunidad en Instagram ( @nicomarinb ) como creador de contenido vinculado a los océanos y las especies marinas. Con el crecimiento de su cuenta llegaron sus primeros sponsors y así su primer equipo de buceo y su primera cámara submarina. Nicolás recuerda esa experiencia como un punto de inflexión en su carrera. Volvió a Argentina en diciembre de 2019 con planes de seguir viajando, pero llegó la pandemia y pasó de vivir sumergido en Cozumel a estar casi un año encerrado en su cuarto. “Ese año sufrí demasiado. Venía de apostar mucho en accionar y emocionalmente. Hasta llegué a pensar que no iba a poder seguir, que la oportunidad ya se había ido. Estaba lejos de mi razón de ser, esa que había encontrado”, cuenta a El País sobre ese año de pandemia. Se volvió a reencontrar con el mar en enero de 2021. Sus padres tenían las valijas listas para viajar a Mar del Plata y él estaba decidido a quedarse en Buenos Aires pero, casi sin pensarlo, se subió al auto a último momento. Al llegar a la costa, sintió que algo se “reactivó”. Encontró una playa llena de colillas de cigarros que lo impulsaron a volver a la acción. “Un viaje que iba a ser un fin de semana se transformó en cuatro meses; empecé a surfear y a conectarme de vuelta con el mar”, dice. En esa reconexión Nicolás volvió a postear, a organizar acciones en playas y tuvo la oportunidad de viajar a Senegal en un vuelo no comercial para documentar la pesca ilegal y sus consecuencias. De regreso decidió quedarse una semana en Aruba; se quedó seis meses. Allí trabajó como fotógrafo para una escuela de buceo.

Explorador NatGeo.

En su viaje por los océanos, Nicolás llegó a conectarse con National Geographic e hizo algunas acciones como joven líder en el tema. En 2021, impulsado por coordinadores del medio, se postuló para ser explorador. Ser explorador NatGeo implica “recibir dinero y apoyo para proteger el mundo a través de su trabajo en ciencia, exploración, educación y narración”, según informa el propio medio. Recibió la noticia de que había quedado seleccionado mientras viajaba en tren a la casa de un amigo. “Me puse a llorar porque ese sueño se había hecho realidad; pensaba que si alguna vez se me daba, iba a ser de más grande o que no se me iba a dar nunca. Ahí se me rompieron los esquemas porque pensé: ¿y ahora qué?”, cuenta. El proyecto Migrantes del Pacífico consiste en registrar y documentar animales marinos. Tiene como objetivo dos cápsulas documentales y posteos en redes sociales. La primera parte transcurrió en las Islas Galápagos con el registro de la ruta migratoria de tiburones martillo y de mantarrayas gigantes. La segunda etapa, en Baja California, consiste en documentar la ballena gris, orcas, cachalotes y ballenas jorobadas con crías.

Nicolás sale al mar todos los días. Viaja hacia su punto de exploración en barcos con capitanes locales y pasa horas bajo el agua. Cree que recién “empezamos a tener diálogo con la naturaleza; antes no había diálogo porque la matábamos. La ballena franca era franca porque creíamos que era tranquila para poder matarla”. Entiende que dentro del activismo también hay discursos “débiles” en tanto plantean acciones a futuro difíciles de concretar. La clave, dice, está en la “acción inmediata” y en mantenerse unidos para seguir luchando porque, “de otra manera, no vamos a poder estar más en este planeta”. https://www.elpais.com.uy/

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