En La Pedrera, balneario que se caracteriza por su tranquilidad y belleza, los vecinos se han opuesto al reciente cambio de luminarias que el Municipio de La Paloma está llevando a cabo en la Avenida Principal. Los tradicionales faroles que adornaban las calles del pueblo fueron reemplazados por otros de diseño moderno, algo que muchos consideran una alteración de la identidad local. Martha Bello, integrante de la Comisión de Patrimonio y Medioambiente de La Pedrera, expresó: “Esto destruye el trabajo de años realizado y financiado por los vecinos. ¡Parece un aeropuerto!”.
La identidad de un pueblo se construye a través de sus calles, su naturaleza y su arquitectura, y La Pedrera ha sido durante mucho tiempo un refugio para aquellos que buscan escapar del bullicio de las ciudades. Sus faroles, tanto los coloniales restaurados por los propios vecinos como los de la Avenida Principal, son parte esencial de ese encanto. Sin embargo, los faroles de esta última se estaban deteriorando después de más de una década de servicio. Así, el Municipio presentó un proyecto al Programa Localidades Eficientes, del Ministerio de Industria, Energía y Minería, destinado a fomentar la eficiencia energética, que incluía la sustitución de las luminarias. El Municipio convocó a la Comisión de Patrimonio y Medioambiente para discutir el proyecto, pero las sugerencias de los vecinos no fueron consideradas. Matías Sambarino, arquitecto y vecino de La Pedrera, explicó que había trabajado en el diseño de las luminarias originales hace diez años, con el respaldo de la Intendencia de Rocha. Tras conocer los nuevos planes del Municipio, Sambarino señaló: “La idea de cambiar las luminarias por unas más eficientes está bien, pero lo hicieron sin respetar el estilo del lugar.”
A pesar de las objeciones de los vecinos, que propusieron un modelo de faroles similar a los que adornan la rambla, el Municipio decidió instalar un diseño diferente. Este cambio no solo alteró el carácter del lugar, sino que también fue percibido como una decisión basada más en la economía y la eficiencia lumínica que en el respeto por el ambiente y la estética local. Los residentes, que han trabajado arduamente para preservar el encanto de su pueblo, lamentan que las nuevas luminarias no solo son más frías y brillantes, sino que también impactan negativamente la observación del cielo estrellado, una de las actividades más apreciadas en La Pedrera. Martha Bello comentó: “La gente viene aquí buscando lo que ya se ha perdido en las ciudades: luces suaves y cielos oscuros. No queremos que nuestro pueblo pierda esa atmósfera.” A pesar de la frustración por la decisión tomada, los vecinos no se rendirán. Bello afirmó que continuarán trabajando para minimizar el impacto visual y lumínico de las nuevas luminarias, ajustando su intensidad y buscando hacerlas más cálidas. En resumen, este conflicto pone en evidencia el delicado balance entre modernización y preservación del patrimonio local. Mientras algunos abogan por la eficiencia energética, otros defienden el valor de mantener la identidad y el carácter único de los lugares que, como La Pedrera, atraen a los turistas precisamente por su autenticidad.
Mª Pica para Visión Marítima