La captura y almacenamiento de carbono (CCS, por su sigla en inglés) es una tecnología establecida desde hace mucho tiempo, pero su perfil ha crecido como una solución potencialmente importante para lograr una rápida descarbonización. Un reporte de Gard ahonda en cuáles son las oportunidades y riesgos asociados para la industria naviera. Según la aseguradora, en el transporte marítimo es muy probable que se requiera la captura de carbono a bordo, ya que es poco probable que los combustibles alternativos de cero emisiones no estén disponibles en las cantidades y precios necesarios para alcanzar los objetivos provisionales y para 2050 de la OMI. El CO₂ capturado deberá transportarse desde el punto de captura hasta el lugar de inyección, donde será almacenado permanentemente en una formación geológica subterránea o submarina.
Según el reporte, se estima que la capacidad global de CCS debe aumentar 120 veces desde los niveles actuales para 2050, llegando a al menos 4,2 gigatoneladas por año, para que los países cumplan sus compromisos de emisiones netas cero. Si bien los gasoductos generalmente ofrecerán una opción más rentable cuando haya suficiente escala y regularidad en el suministro de CO₂, el transporte por mar es más apropiado para cargas de mayor distancia (aproximadamente 350 km), flexibilidad en cantidad, fuentes y lugares de inyección. Las estimaciones de la capacidad mundial de almacenamiento en alta mar oscilan entre 2.000 y 13.000 gigatoneladas de CO₂. Es probable que regiones como Corea, Japón y el Mar del Norte, que tienen lugares de almacenamiento submarinos y emisiones costeras, sean adecuadas para el transporte marítimo de CO₂. Si se adopta ampliamente la captura de carbono a bordo, será necesario el transporte por mar desde los puertos temporales hasta los lugares de almacenamiento permanentes. Aunque el CO₂ se transporta por mar desde finales de la década de 1980, actualmente sólo hay cuatro buques de CO₂. Todos son operados por la naviera noruega Larvik Shipping. Estos buques comercian en rutas de corta distancia dentro de Europa y transportan CO₂ de calidad alimentaria. Las cantidades transportadas son modestas; el buque más grande sólo puede embarcar 3.600 metros cúbicos (cbm), aproximadamente 1.770 toneladas. A nivel mundial, se informa que sólo hay cinco buques ordenados. El CO₂ es una carga difícil de transportar y requiere tanto presión como refrigeración para transportarse en forma líquida. La opción más eficiente, en términos de tecnología y costo, para el transporte es en estado líquido comprimido, cercano al llamado ‘punto triple’ (-56,6oC, 5,18bar).
- A pesar de no ser inflamable, los riesgos asociados a una fuga de CO₂ no son insignificantes. Un informe de 2005 del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático afirmó que, si no se dispersa rápidamente el CO₂ gaseoso, podría provocar la asfixia de la tripulación y detener los motores de un buque.
- Si la fuga se produjera en el puerto, el riesgo para la población local sería grave: en 2008, aproximadamente 15 toneladas (8.200 metros cúbicos) de CO₂ se escaparon de una instalación de extinción de incendios en Mönchengladbach, Alemania, provocando la intoxicación de 107 personas y la hospitalización de 19.
- El Ejecutivo de Salud y Seguridad del Reino Unido descubrió que la distancia de peligro para una descarga no planificada de un buque podría ser de hasta 400 metros.
Según Gard las aseguradoras marítimas ya están brindando cobertura para el transporte de CO₂, pero la naturaleza y el alcance limitados de su transporte hasta la fecha significan que hay pocos datos de reclamaciones directas sobre los cuales evaluar y valorar los riesgos. Si, como se espera, el Convenio Internacional sobre Responsabilidad e Indemnización por Daños Relacionados con el Transporte Marítimo de Sustancias Peligrosas y Nocivas de 2010 (Convenio SNP de 2010) entra en vigor en los próximos dos años, proporcionará un marco de responsabilidad e indemnización para el transporte de CO₂ a granel.