La “tormenta perfecta” que enfrenta Uruguay y lo que hará (y no) el gobierno

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Alta demanda mundial lleva a a algunos países a limitar sus exportaciones. El mundo venía ya en un proceso de suba de precios importante de los alimentos y de los costos de producción antes de la invasión de Rusia a Ucrania. Ahora, los distintos gobiernos reconocen que el conflicto bélico ha profundizado la presión de la demanda de alimentos, los problemas de producción y suministro de estos productos y la subida del precio del petróleo, lo que se suma al atascamiento en los puertos. En lo que va de 2022, el precio del petróleo ha aumentado por encima del 40%, la soja por arriba del 20% y los fertilizantes en el orden del 30%. Uruguay no es ajeno al fenómeno, si bien ya tenía su propia dinámica de inflación elevada. “La espiral inflacionaria en el mundo está generando la intervención de los gobiernos en el mercado. Lo estamos viendo en Argentina, que limitó la exportación de trigo y aumentó las restricciones de las de soja y los aceites (…) El gobierno uruguayo no va a intervenir el mercado, no lo va a hacer”, afirmó el ministro de Ganadería, Agricultura y Pesa, Fernando Mattos, en una charla con inversores en el WTC, organizada por la gestora de patrimonios Nobilis. Mattos explicó que “intervenir el mercado sería una pésima señal para la principal solución a los problemas de abastecimiento, que es estimular la producción. Además, limitar las exportaciones exacerbaría el proceso inflacionario al restringirse la oferta”. Otras medidas -parciales- se han llevado a cabo, como la exoneración de IVA del asado, panificados y fideos y el congelamiento del precio de cortes cárnicos con hueso y del de los huevos. Todo esto por 30 días. “Habrán más medidas en relación a la canasta básica, que aportarán cierta normalidad al mercado interno hasta que el conflicto (en Ucrania) se revierta”, dijo Mattos. El MGAP proyecta mayor presión en los precios de los granos, carnes, pastas, aceites, fertilizantes, urea (que oficia de fertilizante), y problemas de logística internacional.

«Tormenta perfecta»

Además del impacto de la guerra, el ministro mencionó otros factores de presión inflacionaria, como la generada por la inyección de liquidez de los bancos centrales de los países desarrollados intentando recuperar las economías por la pandemia. También las circunstancias climáticas que determinaron una reducción importante de los inventarios de alimentos (por ejemplo en el sur de Brasil, en Paraguay, y en buena parte de la zona productiva argentina por fuertes sequías), entre otros. Esto desencadenó “una tormenta perfecta”, de la que no será fácil salir, advirtió. Entre Rusia y Ucrania proveían el 29% del trigo que se exportaba en el mundo, y el 75 % del aceite de girasol. Asimismo, Rusia era uno de los principales proveedores de fertilizantes a nivel global. Pero todo eso quedó disminuido o cortado.

“Ucrania está a pocas semanas se iniciar la cosecha de los cultivos de invierno, pero en vez de camiones en las rutas, están los tanques rusos y los puertos bombardeados”, comentó Mattos. Ucrania es responsable del 50% del forraje que consume Europa. Ante los serios problemas de su principal proveedor, Alemania y Francia han decidido liberar áreas de reserva ambiental para cultivar. Al decir del ministro: “Cuando está la necesidad, hasta el más ecológico libera para se pueda plantar en las reservas ambientales”. La gran pregunta es cuándo Rusia y Ucrania lograrán reconstruir sus áreas y sistemas productivos -hoy destruidos- y cómo quedarán los precios, si volverán a los parámetros pre-guerra, o a acercarse a estos. La recuperación de las tierras y la producción en Ucrania llevará tiempo. “Si hay contaminación por radiación, la tierra afectada no podrá ser cultivada por 10 años”, advirtió el ministro. Otro riesgo es que Ucrania tiene casos de peste porcina africana. “¿Alguien se puede imaginar si el servicio sanitario de Ucrania está vigilante de controlar las eventuales contaminaciones, o si los 4 millones de ucranianos que han migrado a Europa no han sido portadores del virus a otras zonas productivos del continente?”, se preguntó Mattos.

Proyecciones

En cuanto a Uruguay, donde se producen alrededor de 1 millón de toneladas de trigo, de las cuales unas 550.000 son para exportar, se ve favorecido por un incremento del precio de los commodities. Antes de los desequilibrios mundiales, el precio del trigo estaba en US$ 260 la tonelada y hoy en casi US$ 400; no obstante, inciden otros factores en la ecuación, como los altos costos productivos que afectan la ganancia del sector. Mattos considera que, en un contexto inflacionario como el que se vive, el desafío para el gobierno estará más que todo en la recuperación del salario. “El tema de la seguridad alimentaria va a generar mayor proteccionismo. Eso no es positivo para los países como Uruguay, que producimos y exportamos alimentos, y que queremos al mundo cada vez más libre”, reafirmó el ministro. Finalmente hizo mención al grado inversor de Uruguay, con la advertencia de que el país se encuentra en los “escalones menores de esa categoría”, por eso “el equipo económico debe seguir en esto con mucha responsabilidad”, afirmó. Consultado sobre los beneficios del aumento de los precios de los commodities, el ministro Mattos respondió: “Hay un beneficio indudablemente con el precios de los commodities, eso no lo vamos a negar. Son cientos de millones de dólares que van a ingresar en la cadena productiva y se van a derramar en la economía. Pero está la contracara del consumidor, el cómo acompasamos los éxitos de la cadena productiva agroindustrial -que va a exportar muy bien- con la internalización a los precios en el mercado interno”. En tal sentido, en algo ayuda el tipo de cambio (el dólar cae 8% en lo que va del año), pero los exportadores tendrán el factor de la inflación en dólares, y la inflación en pesos es alta. La situación será compleja, explicó. Como aspecto positivo, destacó a la zona arrocera, donde la tecnología ha adoptado las variedades de soja en campos planos, la que ha llevado a reducir las necesidades de fertilizantes nitrogenados. “Hay opciones de mejora en las tecnologías y una menor utilización de insumos -que son caros y muchas veces contaminantes. Por lo tanto, reducir la carga de agroquímicos y fertilizantes es una meta también, aunque eso va a llevar su tiempo”, afirmó. En cuanto a los embargos a Rusia en materia internacional, el ministro dijo que es crítico al respecto y no cree que funcionen. “La historia ha demostrado, en distintos momentos, que no han tenido los efectos que estaban buscando”, señaló.

Escasez y altos precios de los fertilizantes

Rusia, Ucrania, Bielorrusia, Marruecos, Nigeria y Canadá son los mayores proveedores de potasio como fertilizante (macronutriente importante para la producción de granos). “El mundo de los fertilizantes está muy concentrado en pocos proveedores. Cuando dos de esos actores -Rusia y Ucrania- caen del mercado, se agrega dificultad a otros países”, afirmó Mattos. Brasil, por ejemplo, es gran dependiente del potasio para su suelo; importa unos US$ 20.000 millones por año de fertilizante (esa cifra es la tercera parte del PIB de Uruguay). En Uruguay, se están realizando importaciones de fertilizantes de Bolivia, para tratar de asegurar el aprovisionamiento. Esos productos han subido mucho de precio. https://www.elpais.com.uy/

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