El acorazado se hundió en la Batalla del Rio de la Plata, el primer enfrentamiento naval entre Alemania y el Reino Unido de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) y el único que se desarrolló en América del Sur. El águila de bronce con una esvástica en sus garras, de 2,8 metros de largo y 350 kilos, que adornaba el buque de guerra nazi Admiral Graf Spee, hundido en el puerto de Montevideo hace 82 años, es motivo de controversias desde que fue sacada del fondo del Río de la Plata. Y estos días volvió a ser noticia después de que el millonario argentino Daniel Sielecky, residente en Punta del Este, dijera que quiere comprar el símbolo nazi para destruirlo por completo. «Una vez que la tenga en mi poder, de inmediato, la haré volar en mil pedazos. Cada trozo que resulte de la explosión será pulverizado. No quedará nada», dijo Sielecki, uno de los dueños de Laboratorios Elea, a un medio uruguayo. El Graf Spee era una embarcación emblemática de la Alemania nazi. A inicios de la Segunda Guerra Mundial fue protagonista del único episodio de la Segunda Guerra Mundial en Sudamérica y la primera batalla que enfrentó directamente a las marinas británica y alemana.
El buque, con 1.100 tripulantes, zarpó en agosto de 1939 desde Alemania, una semana antes del inicio de la Segunda Guerra Mundial y en su recorrido por el Océano Atlántico hundió nueve barcos mercantes británicos que llevaban mercancías para abastecer principalmente al Reino Unido. El acorazado llegó a las costas del Río de la Plata en diciembre de 1939, en el marco de la Batalla del Río de la Plata, y alcanzó el puerto de Montevideo con importantes averías, tras ser arrinconado y atacado durante una hora y media por tres buques británicos, Exeter, Ajax y Achilles. El Graf Spee quedó averiado y el capitán Hans Langsdorff decidió dirigirse a Montevideo para repararlo, pese a la opinión en contra de sus oficiales. El gobierno uruguayo le permitió atracar no más de 72 horas, que vencían a las 20 horas del domingo 17 de diciembre. Los espías británicos hicieron correr el rumor de que el Graf Spee estaba rodeado por buques ingleses, y cerca de 250.000 personas se aglomeraron en la rambla de Montevideo, a la espera de presenciar una batalla naval en vivo. Tras varios días de negociaciones diplomáticas entre el Gobierno alemán, el británico y el uruguayo, el capitán Langsdorff ordenó la destrucción de la nave. Algunos días más tarde se suicidó por temor a ser capturado por los británicos para sacarle información sobre la tecnología del Graf Spee. Su cuerpo fue encontrado vestido con su uniforme de gala en un hotel de Buenos Aires y envuelto con la bandera de combate de la armada nazi.
«Después de una larga lucha con mi conciencia he llegado a la grave decisión de hundir (el Graf Spee) para impedir que caiga en manos enemigas. Estoy convencido de que, dadas las circunstancias, esta decisión es la única posible, después de haber llevado a mi buque hasta la trampa de Montevideo», decía la carta de despedida.
El águila nazi de bronce fue recuperada del fondo del Río de la Plata por los hermanos uruguayos Felipe y Alfredo Etchegaray en 2006 tras dos años de búsqueda. Durante la expedición, se rescató el telémetro de artillería, de 27 toneladas de peso, que está expuesto en el puerto de Montevideo, y la enorme escultura de bronce del águila con la esvástica. Desde entonces fue exhibida durante un mes al público con el aval del Comité Central Israelita del Uruguay hasta que en 2014, la Justicia decidiera que el «tesoro» nazi pertenece al Estado. El águila fue guardada en un cajón de madera bajo la custodia de las Fuerzas Armadas de Uruguay. El gobierno alemán manifestó desde entonces su temor de que la pieza sea vendida a manos privadas que la puedan utilizar con fines de propaganda nazi. Pero esto no es lo que opina Alfredo Etchegaray. «La historia debe ser exhibida porque es una forma de corregir los errores del pasado», sentenció. https://www.perfil.com/