¿TSUNAMIS EN EL MEDITERRÁNEO?

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Mediterraneo

Un tsunami nos hace pensar de inmediato en el Océano Índico o en el Pacífico, pero en realidad y según las estadísticas, más del 10 % de las grandes olas se dan en el Mediterráneo y eso sucede al menos una vez cada 100 años.

 

¿Qué es un tsunami? Cuando se produce un terremoto por el movimiento o el agrietamiento de las placas tectónicas o por la erupción de un volcán cerca de una gran masa de agua, existe un efecto de onda expansiva que mueve el agua y produce olas de enorme magnitud, las cuales pueden alcanzar alturas de varios metros. Si estas olas llegan a las costas se les llama tsunamis, una palabra de origen japonés que significa literalmente tsu bahía o puerto y nami ola. Sus efectos de acuerdo a la magnitud del sismo que les dio origen pueden ser devastadores. No hay más que recordar el que arrasó las costas de Indonesia en 2004 dejando más de 300.000 personas afectadas (entre fallecidos, desaparecidos y damnificados) o el de Japón de 2011 que produjo olas de 10 metros que arrasaron todo a su paso y dañaron severamente la central nuclear de Fukuyima.

¿QUÉ PASA EN EL MEDITERRÁNEO?.- La profundidad media del mediterráneo está en los 1370 metros excepto en la fosa de Matapán, frente a las costas Griegas, donde llega a tener más de 5000 metros. A ello se le suma el hecho de que las placas tectónicas africana y euroasiática convergen debajo de sus aguas. Este contacto entre placas es muy conflictivo y cada vez que se han “movido” de forma brusca, han causado grandes estragos. De hecho son el origen de las cordilleras submarinas y de la particular conformación del suelo submarino. Además existen varios volcanes que se encuentran activos y están en las costas bañadas por el antiguo Mare Nostrum (o relativamente cerca de ellas), como son el Etna, el Stomboli y el Vesubio en Italia o los de las islas griegas de Nisiros y Santorini. Y también hay unos cuantos volcanes submarinos.

UN POCO DE HISTORIA.- Según estudios realizados por vulcanólogos, ya en 6000 AC una violente erupción del Etna en la isla de Sicilia, provocó una ola gigante que afectó a toda la costa mediterránea, alcanzando incluso a Egipto, Túnez, Grecia y Turquía. La primera noticia de un tsunami de la que se tiene registro, se remonta al 21 de julio de 365, cuando la ciudad de Alejandría en las costas egipcias, fue devastada por una ola gigante que se introdujo varios kilómetros tierra adentro y sembró su camino de pánico y muerte. Afectó al delta del río Nilo y se extendió por la costa mediterránea y adriática hasta Croacia. En 1908 un terremoto provocó la formación de varios tsunamis de entre 6 y 12 metros de altura, que golpearon con enorme poder destructivo las ciudades de Reggio Calabria y Messina y diezmaron la población (fallecieron más de cien mil personas), además de destrozarlo todo a su paso. A fines de diciembre de 2002 el volcán Stomboli decidió despertar; primero surgió un pequeño río de lava, pero luego se produjo un desprendimiento de parte de la ladera, que al caer en el mar provocó enormes olas de casi 10 metros que destruyeron parte de las playas de la isla y dejaron sin hogar a sus habitantes (estuvieron casi 2 meses desplazados hasta que pasó el peligro). El 21/5/2003 se produjo un terremoto de 7 puntos en la escala Ritcher, cuyo epicentro (lugar de origen) fue en las costas de Argel. Unos minutos después, las Islas Baleares se vieron invadidas por una ola de más de dos metros, que causó numerosos daños materiales, entre ellos el hundimiento de setenta barcos.

RIESGO REAL .-Ya sea como consecuencia de terremotos o erupciones volcánicas, en un punto u otro del Mediterráneo, el riesgo de que se produzcan tsunamis es una realidad y ningún país que tenga costa está libre de sufrir sus inesperadas visitas. Ya ha pasado y es factible que vuelva a ocurrir. En España el origen de un “hipotético” maremoto que produzca olas de consideración, podría ser el mar de Alborán, situado frente a las costas de Andalucía, dado que es el sitio más profundo de las aguas territoriales españolas y está ubicado sobre la unión de las placas tectónicas de África y Eurasia. Si se llegara a producir un movimiento de dichas placas continentales, la consecuencia directa sería un terremoto submarino y las indirectas la formación de olas gigantes que afectarían las costas del norte de África y las del sur de España, además de los movimientos de tierra y los sismos por efecto de la onda expansiva. En resumen, existen estudios de sismología y vulcanología orientados a la prevención, hay centros especializados en alertar de estos fenómenos naturales, pero lo cierto es que nuestro planeta es bastante impredecible y cuando le da por agitarse y reorganizar sus entrañas, suele hacerlo sin aviso previo. – (www.ecoticias.com)

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