SIN SERVICIO DE LAVANDERÍA.-Los encargados de limpiar las habitaciones pasan una sola vez a la semana, y los viajeros lavan y planchan su ropa por sí mismos. Tampoco hay «todo incluido», sólo un modesto bar en autoservicio y sin vigilancia, en el que los viajeros dejan el valor de su consumo en una alcancía.Hay internet, pero el acceso -vía satélite- es muy limitado, así que las únicas distracciones son las mismas que las de los marineros: mesas de ping-pong, dianas de dardos, una selección de CDs y DVDs, y unos cuantos libros. Tampoco las panorámicas están garantizadas. Aunque la cubierta puede estar hasta 10 pisos por encima del nivel del mar, un contenedor de los 15.000 que algunos barcos transportan perfectamente podría bloquear la pequeña ventana del camarote. Y pese a todo, las compañías no son capaces de satisfacer toda la demanda, según confirma Julie Richards, que cada año acuerda entre 200 y 300 viajes desde su oficina en Sydney.- DEMANDA SIN RESPUESTA.-En las rutas más populares, como las que unen China con Europa, los viajeros tienen que reservar con meses de antelación. «Recibo hasta 20 correos cada día, y no puedo hacer nada para atender las peticiones de tres cuartas partes de ellos», afirma Richards. El comercio mundial crece ahora a la mitad de velocidad que la media de los últimos 20 años, una muy mala noticia para la flota mundial de 50.000 barcos mercantes que cada año acarrea la mayor parte de las mercancías transportadas en todo el mundo. «A las compañías les merece la pena arrendar el espacio libre en sus cargueros, especialmente en tiempos de bajos ingresos y escasa demanda», explica IlkaBueltmann, jefa del departamento de viajeros de RickmersGroup.- Fuente: Bloomberg.- (Marítimo Portuario – Chile)