El 26 de abril, una explosión en el puerto de Shahid Rajaee, ubicado en la ciudad de Bandar Abás, al sur de Irán, dejó al menos 40 muertos y más de 1.000 heridos, con 190 personas hospitalizadas. De ellas, 20 se encuentran en cuidados intensivos. El puerto, que maneja más del 55% de las exportaciones e importaciones de Irán y es crucial para el transporte de petróleo, ha visto severamente afectadas sus operaciones. El presidente de Irán, Masud Pezeshkian, viajó a Bandar Abás para supervisar la situación, mientras que los incendios derivados de la explosión siguen dificultando las labores de emergencia y paralizando parte de la infraestructura portuaria.
Aunque las causas exactas siguen sin confirmarse, se ha especulado con que la presencia de perclorato de amonio, utilizado en la fabricación de propelentes para misiles, podría haber sido la causa del desastre. Este compuesto químico habría llegado al puerto en marzo desde China, según informes de la empresa de seguridad Ambrey y análisis de Associated Press sobre el movimiento de buques. Sin embargo, las autoridades iraníes han negado que estuviera relacionado con el traslado de combustible para misiles y no han confirmado oficialmente esta información.
El incidente ha generado preocupaciones sobre la gestión de productos químicos peligrosos en puertos clave, recordando el desastre de Beirut en 2020, cuando la acumulación de materiales similares causó una gran explosión.

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