Por GASTON BIANCHI
Uno de los más importantes roles de nuestra Aviación Naval además de operar sus máquinas y mantenerlas haciendo del vuelo algo seguro y eficiente, es poder entregarle a quienes nos sucederán un día, la antorcha para que ese conocimiento y destrezas sean aplicadas eficientemente en nuestro escenario natural (EL MAR). Nació salvaje en los días que esta actividad estaba reservada para gente aventurera, que nunca midió consecuencias de lo riesgoso del rol en tiempos de esqueletos de madera, piel de tela endurecida, poca potencia y humo ocre quemando petróleo con aceite de ricino. Cierro mis ojos ahora y puedo recrear en los más antiguos relatos de la gente que vivió aquella esplendorosa época cuando sus pájaros embarcados en cajones provenientes del viejo continente se montaban aquí con gran tesón, minucioso estudio y pasión de nuestros buenos mecánicos de mar. Pintorescos tiempos donde en el mundo los hombres se lanzaban al espacio en globos como el C/F Rouette y más adelante en frágiles estructuras más pesadas que el aire, propulsadas por escuálidas plantas de poder acompañando la corajuda y naciente vehemencia que inflamaba el pecho en todos los hijos del viento. A una década que Wilbur y Orville Wright se lanzaran al aire en la historia humana por primera vez, y solo tres años que Eugene Ely hiciera lo suyo despegando de la cubierta de un navío, nuestro pionero realizaba su curso de capacitación para esos mismos fines. La aventura del vuelo llevada a su máxima expresión, y la enseñanza de ese arte a nuestros hombres de mar de ese tiempo conoció poco después en algunos de sus pioneros el sacrificio de los primeros mártires. La operación y la instrucción en estos medios no reconoció sitio físico donde volcar conocimientos y destrezas, siendo cómplices y testigo con esos actores la cocina de un viejo ministerio, galpones enclenques y luego hangares desde las aguas de la bahía de Montevideo, hasta finalmente cuando se asentó en el casco que hoy es hogar de todos los Aviadores Navales.. A partir de 1944 en un día como el de hoy se la reconoce como Escuela de Especialización Aeronaval comenzando allí su actividad con la promoción 1, pero la misma toma el nombre del primer Director, cuando el C/C Mayo Villagrán cae en acto de servicio durante la ejecución de una emergencia que obliga a ambos tripulantes abandonar el avión en vuelo en el Río de la Plata en un Día de la Armada. A partir de su primer día de clases esta Escuela ha forjado a nuestros marinos en aviadores operando en su idoneidad específica (el mar) siendo ellos en la calma y galerna quienes soportaron los embates de cada acontecimiento que requiriera la presencia de tripulaciones afines a su rol desde su primer día de aula en la Escuela Naval o Escuela de Especialidad Marinera. Celebramos con gran gusto, junto a todos los responsables que dicha Institución, continúe el derrotero trazado formando a nuestros mejores hombres con esa vocación de mar y cielo para operar estrechamente en un mismo idioma y conciencia de situación que sus camaradas apostados sobre y debajo de las aguas en perenne tarea de custodiar la irrenunciable soberanía de las aguas de nuestra querida Patria. Tuve el honor y también el grato placer de haber dedicado trece años de mi vida ocupando en dicha escuela todos los roles de la misma, y haber sido durante dos periodos su Director, permitiéndome por ello el privilegio de expresarlo hoy y brindar por cada uno de los tripulantes, que hasta la fecha pasaron por aulas y cabinas; volando, manteniendo y artillando sus aeronaves, y dedicando muchas horas para que como Institución goce del respeto y reconocimiento que bien se merece. Que viva siempre la AVIACIÓN NAVAL y su escuela de Aviadores Navales! Por: GASTON BIANCHI
Le pongo en conocimiento que ese articulo no es propiedad de UVM sino de mi persona. Agradezco que cuando se tome mención de algo de mi pertenencia en el futuro se haga dicha precisión. Gracias
Pedimos disculpas. Ya hemos subsanado el error. UVM