Las ciudades inundadas.
Las bocas de tormenta no dan abasto en Montevideo cuando caen 100 milímetros en menos de una hora, y lo mismo pasa en cualquier ciudad de Uruguay porque los sistemas pluviales no están realizados pensando en este tipo de situaciones. “No tienen manera de evacuar por cómo están diseñados, los de la capital tienen más de un siglo. Además, los propios cauces de los ríos están ya más elevados de lo normal. El agua no tiene a dónde ir”, dice Bidegain. El asesor de Inumet cuenta que este fenómeno ocurre en todo el mundo. Las ciudades no aguantan las lluvias extremas. “En Europa se está trabajando con pavimentos que son permeables, que permiten el filtrado de agua. También se generan grandes parques o espacios verdes donde el agua puede canalizar cuando la lluvia es intensa”, explica Bidegain. Según información del Sinae a la que accedió a El País, hay 124 localidades que tienen problemas de drenaje, de las cuales unas 68 tienen problemáticas graves. En promedio, unas 87.000 personas se ven afectadas anualmente por desbordes del sistema de drenaje pluvial urbano; unas 52.000 viven en el interior del país. En el Plan Nacional de Aguas se analiza en profundidad este tema, según dice Santiago Caramés, director nacional del Sinae. Pero para resumir habría que, por un lado, intervenir en las infraestructuras de las ciudades y por otro en lugar de “acopio de agua” los técnicos hablan de medidas de drenaje sustentable que controlen la escorrentía en su origen, infiltrando y reteniendo y no solo conduciendo por caños. La Dirección Nacional de Aguas tiene un registro de las afectaciones pluviales. Por otro lado, se están haciendo estudios que incluyen proyecciones con escenarios de cambio climático. Caramés explica que “en esa misma línea vamos a realizar el primer estudio de percepción del riesgo de emergencias y desastres del Uruguay”. Los insumos que se obtengan “permitirán tener una línea sólida, basada en evidencia y no en intuición para definir estrategias más eficaces para aumentar la percepción del riesgo en la población y promover una cultura preventiva”. Los resultados serán presentados en un encuentro nacional de organizaciones sociales que trabajan en gestión del riesgo, en octubre próximo. El Sinae trabaja con un sistema de alerta temprana, que monitorea el comportamiento de los diversos cursos de agua, considerando los pronósticos meteorológicos e hidrológicos, y cuando los niveles están próximos a alcanzar las llamadas “cotas de seguridad”, o sea cuando hay afectación en viviendas, se emiten los avisos correspondientes. Según explica Caramés, esto es para lograr la llamada “evacuación a pie seco”, es decir planificada y evitando la afectación en los bienes. Además, la prevención se realiza con otra caja de herramientas, por ejemplo que no existan personas expulsadas de la ciudad formal que deban instalarse en zonas inundables (entre muchas otras). El director del Sinae dice que, además, el gobierno invirtió más de 480 millones de dólares en realojos y viviendas a través del Plan Avanzar.
Barro en las chacras.
Las imágenes muestran huellas grandes de camionetas y maquinaria que quisieron ingresar a las cosechas, pero se quedaron por el camino. El exceso de lluvias detuvo las cosechas en muchas zonas del país, y los días que van sin precipitaciones están siendo usados para evaluar si se cosecha o no, según cuenta a El País Vittorio Riani, presidente de la Asociación Nacional de Productores de Semillas del Uruguay (Anaprose). “Las zonas más complejas son en el este en los campos bajos de arroz. Siguen sin poder entrar a cosechar y es probable que no valga la pena cosechar, ya sea por la calidad o porque las chauchas se abren y se cae el grano”, dice. Además hay un tema de inversiones. “La lluvia afectará la calidad, pero en general lo que está pasando es que hay un sobrecosto por la cosecha húmeda (hay que secar el grano) de hasta 100 dólares por hectárea. Además, hay que mover el suelo para corregir las huellas de la cosecha; es otro sobrecosto”, explica Riani. También hay problemas en el litoral agrícola, principalmente Salto y Paysandú.
La bióloga Guadalupe Tiscornia, investigadora de la Unidad de Agroclima y Sistema de Información del Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria (INIA), dice que las plantas no tienen recuperación luego de que las raíces están varios días bajo agua. “Los cultivos no pueden estar sumergidos, hay muchas hectáreas que se han perdido”, dice Tiscornia. La investigadora del INIA cuenta que no es fácil pensar en soluciones a corto plazo, que puedan aprovechar el agua caída en estas últimas semanas. “Porque tenés que tener una infraestructura montada para contener agua, sobre todo pensando en eventos tan extremos”, reflexiona. Algunos productores como Luis Carbone, presidente de la asociación de promotores y comerciantes de la Unidad Agroalimentaria de Montevideo (UAM), reclaman la toma de medidas al gobierno. “O al menos que se dé una discusión seria sobre el tema del agua, tenemos que tener una planificación”, dice. El Ministerio de Ganadería Agricultura y Pesca ha desarrollado planes pilotos para el acopio de riego, pero no hay hasta el momento un plan aplicado en todo el territorio que permita pensar que ante una situación de sequía habrá reservas. En la granja hay otras malas noticias. “Falta una planificación estratégica sobre la granja a nivel país, pensar en los productores familiares que están desapareciendo”, dice Carbone. “En la zona de Melilla tenemos una situación compleja, muchos pozos aún no han recuperado el agua”, explica el productor. Y por eso cree que se debe hasta repensar la localización de la zona de granjas históricas. “Los suelos están saturados de agua, los tajamares también, pero la verdad no sé cómo trabajan las betas del agua, no soy profesional. No sé si una vez que se secó, no vuelve más”, especula Carbone. Los planes pilotos del ministerio no aplicarían para el área de Melilla o las zonas de Canelones donde están las granjas, porque suponen la realización de acopios de agua multiprediales, que en los hechos implicaría sacar gran cantidad de hectáreas a uno de los productores. Estas soluciones son para predios más grandes. Carbone lanza unas preguntas en este territorio húmedo de incertidumbre y seco de soluciones: “¿Qué va a pasar cuando venga una sequía como está planificado? ¿Uruguay no piensa en tener una soberanía alimentaria, un sector granjero que responda cuando los mercados externos se cierren, como pasó en la pandemia?”. No hay respuestas para estas preguntas, solo un puñado de ideas y proyectos, que anhelan ser solución de un problema que los propios técnicos reconocen están empezando a comprender.
De México a España: la crisis global del agua
Expertos y responsables políticos convocados por la Comisión Europea coincidieron esta semana en la necesidad de reparar el ciclo del agua, un recurso esencial para la vida y la economía que sustenta casi dos millones de empleos en la Unión Europea (UE), que el cambio climático está llevando hasta una situación extrema en todo el planeta. “El ciclo del agua está roto. Nos hemos permitido creer que el agua es simplemente algo que siempre estará ahí. Pero eso ya no es necesariamente el caso”, dijo el vicepresidente de la Comisión Europea encargado del Pacto Verde, Maros Sefcovic, en la inauguración de la Semana Verde. El político eslovaco se refirió a recientes crisis que han azotado Europa, como severas sequías en España o Grecia, ríos navegables sin agua en Alemania, problemas para refrigerar centrales nucleares en Francia o inundaciones en Eslovenia, y señaló que “impulsar la resiliencia hídrica es absolutamente crucial”. Sin grandes revelaciones o estudios, más allá de un Eurobarómetro que muestra que el 78 % de los europeos apoya que la UE tome más medidas para resolver los problemas relacionados con el agua, la conferencia busca aportar impulso político a la multicrisis del agua, un ámbito que se espera gane importancia en el siguiente ciclo político que arrancará a partir de las elecciones al Parlamento Europeo del mes próximo. Y los mensajes de los distintos oradores pueden resumirse en dos grandes ideas: por un lado, las personas deben conocer mejor el ciclo del agua y tratarla como un recurso socioeconómico, y no solo natural; y, por otro, restaurar el ciclo hídrico es algo que solo puede hacerse con un enfoque multisectorial y global. Unos 2.000 millones de personas en el mundo no tienen suministro de agua potable, indicó el director global de Comisión Global sobre la Economía del Agua, Henk Ovink, para ilustrar que “la colaboración es esencial” para solucionar este problema planetario. Europa se calienta mas rápido que otras zonas del planeta y la Agencia Europea del Medio Ambiente proyecta que el avance del cambio climático “disminuirá la disponibilidad de agua en Europa, poniendo presión adicional en las regiones del sur que ya enfrentan estrés hídrico”, mientras que otras partes de Europa verán inundaciones con más frecuencia. Pero el problema del agua es planetario, como demuestra que Bogotá aplique desde hace mes y medio restricciones y la Ciudad de México podría tener problemas para abastecer de agua a la población en cuestión de semanas. Ambas capitales suman más de 30 millones de habitantes.
Montevideo tuvo seria crisis el año pasado.
“No puedes mirar al agua aisladamente, sino desde una perspectiva medioambiental y humana”, reclamó la experta en Ciencias Naturales de la Unesco, Lidia Arthur Brit, quien llamó a integrar el ahorro de agua en distintos enfoques y a apostar por la innovación y tecnología. (EFE) https://www.elpais.com.uy