El 13 de diciembre de 1939, el acorazado de bolsillo alemán Admiral Graf Spee ingresó al puerto de Montevideo tras el enfrentamiento con la flota británica en la Batalla del Río de la Plata. A pesar de su potencia de fuego, las graves averías sufridas en combate y la presión internacional desencadenaron una serie de tensiones diplomáticas y militares que también involucraron a Uruguay como país neutral.
Entre los relatos menos conocidos de este episodio histórico, se encuentra el papel de la Aviación Militar uruguaya, que en su modesta dimensión y bajo el liderazgo del entonces Director General de Aeronáutica Militar, General Oscar Diego Gestido, enfrentó el desafío de responder al potencial desacato alemán a las normativas internacionales.
Los días críticos
El General Gestido recordó en su testimonio cómo los Potez XXV, aviones de observación y bombardeo liviano, junto con los Tiger Moth, estaban listos para ser utilizados «al máximo» en una misión cuyo objetivo era garantizar el cumplimiento de la neutralidad uruguaya. A pesar de la desventaja técnica frente a la formidable artillería del Graf Spee, la Aviación Militar recibió órdenes claras: prepararse para actuar si era necesario.
En una reunión con el Inspector General del Ejército, Julio A. Roletti, Gestido fue consultado sobre las capacidades de la Aviación Militar. Su respuesta, cargada de una determinación que define la esencia del deber militar, fue directa: «Podemos hacer todo lo que se puede hacer.»
La misión y el sacrificio no contado
Aunque el Graf Spee fue finalmente autodestruido el 17 de diciembre de 1939, evitando el enfrentamiento directo, los pilotos uruguayos estuvieron dispuestos a lo impensable: cargar sus aviones con bombas y lanzarse contra el acorazado alemán en una misión suicida. Según relatos recopilados por la página Pilotoviejo, muchos aviadores dieron un paso al frente cuando se pidieron voluntarios, un acto de entrega que ha quedado relegado al olvido histórico.
El General Gestido, conocido por su humildad, omitió mencionar este detalle en su testimonio, dejando un legado de silencio sobre un acto de heroísmo incomparable. Este relato, documentado en parte en el libro «Aportes para la Historia de la Fuerza Aérea Uruguaya» por Jaime Meregalli y Carlos Bernasconi, destaca el valor y la disposición de aquellos hombres para cumplir con su deber, incluso al costo de sus vidas.
Un homenaje pendiente
La historia oficial no ha rendido el homenaje que merecen estos pilotos y su gesto de entrega absoluta. Este episodio, aunque pequeño en el contexto global, es inmenso en términos de valor humano. Uruguay, en su sobriedad característica, ha dejado de lado un acto que podría servir de inspiración para las futuras generaciones, exaltando el compromiso y el amor por la patria.
Hoy, a 85 años de aquellos acontecimientos, recordamos no solo la tragedia del Graf Spee, sino también el sacrificio y el heroísmo silencioso de los aviadores uruguayos. Que su valentía nunca sea olvidada.
Visión Marítima
Basado en material de Pilotoviejo.com