A la hora de buscar un modelo global, el Financial Times (FT) dio con Uruguay esta semana, mientras que el llamado “bono verde” del país sudamericano, vinculado a objetivos medioambientales, se convirtió en el “bono latinoamericano del año en 2022”, según el International Financial Review (IFR). Tras la caída de modelos anteriormente exitosos en Europa, el analista del FT Janen Ganesh sugirió buscar en otros lugares ideas sobre qué caminos seguir y se le ocurrió Uruguay. Suecia solía ser una tierra de magníficos servicios públicos y bienestar de gran corazón, una cultura sin la neurosis angloamericana sobre el sexo y una importante participación femenina en la población activa. Pero Suecia perdió su aureola. Los progresistas extranjeros aprendieron que sus servicios públicos estaban abiertos a herejías como proveedores privados y la elección del consumidor. Los conservadores estudiaron la etapa de Göran Persson como ministro de Finanzas y jefe de Gobierno como modelo para los recortes de gasto en el Reino Unido. “Suecia mala. Suecia apóstata”, escribió Ganesh sobre las nuevas políticas “descarriadas” del país nórdico.
“A la gente le encantaba Alemania”, señaló también el columnista. Una economía que funcionaba para aquellos con inclinaciones técnicas y no sólo académicas, con una buena distribución de la riqueza entre las regiones, donde los industriales hablaban con el ministro que a su vez hablaba con el líder sindical. El país también acogió a muchos inmigrantes no blancos. Después, Alemania perdió su aureola. Vaciló sobre Ucrania. Sus juicios estratégicos -el gas ruso como insumo, China como mercado- se agriaron. La secular beatificación de Angela Merkel en el mundo occidental resultó precipitada. En 2020, apareció un libro titulado “Por qué los alemanes lo hacen mejor: Notas de un país adulto”. Demasiado para tragar.
El artículo giraba en torno a dónde se desplazaría la corona moral con semejante vacante para el papel de nación modelo con la que comparar al Reino Unido. “¿ Dinamarca?”, se preguntaba el autor sobre un país no tan abierto a la inmigración. “¿Suiza?” La neutralidad conlleva ahora un estigma geopolítico. ¿Singapur? Freedom House aún lo califica de “parcialmente libre”. ¿Noruega? La ventaja de los recursos es demasiado grande. “Mi última oferta. Uruguay”, concluyó el autor al escribir sobre un país con una amplia clase media, un Estado del bienestar de larga data y el beneficio moral de la duda que parece corresponder a las naciones pequeñas en las proximidades de las grandes. Un parangón del Sur Global, un verdadero lugar del “siglo XXI”. Mientras tanto, el IFR distinguió al bono en dólares de Uruguay como el “Bono Latinoamericano del Año en 2022”. La revista financiera británica fundada en 1974 explicó que el bono indexado por mediciones de cambio climático emitido por Uruguay por 1.500 millones de dólares fue uno de los más destacados del año en el mercado primario de bonos en América Latina y un hito en las finanzas sustentables, ya que fue pionero en introducir el ajuste bidireccional de tasas en el mercado global de Bonos Vinculados a la Sustentabilidad. ”Si las emisiones de CO2 no se reducen al menos en un 50% y se preserva al menos el 100% de los bosques nativos para 2025, se activará una penalización de aumento del cupón, mientras que Uruguay sólo aceptará pagar intereses más bajos si reduce las emisiones en un 52% y aumenta su superficie forestal en más de un 3% (respecto al año de referencia) para 2025”, subraya la revista. Uruguay es el primer país del mundo que emite un bono en el que el tipo de interés está ligado al cumplimiento o no de los objetivos medioambientales. https://es.mercopress.com/