De Archivo:
A las dos y media de la tarde cundió la alarma en los medios marítimos al recibirse en Cerrito Radio una comunicación propalada por Radio Pacheco de Argentina, dando cuenta de un S.O.S emitido por el buque mercante argentino «Esquel», que con quince tripulantes a bordo y una carga de trigo estaba capeando dificultosamente un fuerte temporal en el Atlántico, en una zona que se situó a 30 millas al Sur-sureste del Chuy.
La señal de auxilio agregaba que en esos momentos la embarcación de casi 50 metros de eslora (largo) y 8 metros de manga (ancho) se hallaba visiblemente escorada.El 15 de noviembre de 1965 —casualmente en el Aniversario de la Armada Nacional—, cuando el «Capitán Miranda» viajaba hacia Río Grande do Sul para participar en la Fiesta del Mar, logró el rescate de 15 náufragos que habían quedado al garete en un pequeño bote y en medio de un furibundo temporal. Al llegar a Brasil, fue distinguido como «héroe naval», escribiendo una página memorable en su libro de bitácora.
«Hacía un año y medio que yo había ingresado a la Marina y un mes y pocos días que estaba tripulando el Capitán Miranda, en el que me desempeñaba como señalero», recordó a El País Hamlet Larrañaga, un suboficial retirado de la Armada y maquetista naval, en aquel momento un imberbe de 18 años recién cumplidos, que debió enfrentarse a un rescate en condiciones extremas durante su primera salida al mar.- «El 14 de noviembre de noche se levantó un temporal impresionante y nos llegó el aviso de que se estaba hundiendo un buque argentino. Estuvimos buscándolos durante muchísimas horas; no se veía a 50 metros y las olas nos pasaban por encima. En un momento, uno de los marineros, un timonel, vio una lucecita. Pensó que era el comandante fumando: Deje de pitar, comandante, le dijo. Ahí fue que los vimos. Estaban en un bote. Eran 15, totalmente empapados, estaban tiritando y algunos endurecidos, entumecidos». El buque americano «Del Norte» y los argentinos «Fletero» y «Río Belgrano», así como el «Cebollati», uruguayo, respondiendo al S.O.S, emprendieron viaje hacia el sector del siniestro. Sin embargo el primero en llegar fue el Miranda», que llegó al punto señalado a las 3 de la madrugada. Mucho antes, pasadas las 5 de la tarde, habían despegado de su apostadero en la Base Aeronaval de Laguna de Sauce dos aparatos de la Aviación Naval, los que luego de patrullar una extensa zona del Atlántico regresaron sin novedades. A esa altura la zona de búsqueda se había ampliado notoriamente y eran varias unidades navales, de distintos países, las que estaban afectadas al rescate. Larrañaga recordó que «se les dio auxilio a los náufragos, café caliente y whisky. Se los frotaba con alcohol y se los llevó cerca de las máquinas, a los motores, para que calentaran el cuerpo».»Recibimos órdenes de llevarlos con nosotros y desembarcarlos en Río Grande, a donde llegamos el día 16. El buque fue nombrado en aquella oportunidad Héroe del Mar», rememoró.
VÍTORES.- La llegada del Miranda al puerto Brasileño lejos estuvo de pasar desapercibida. «Un ceremonial naval que indica que cuando un buque ingresa a puerto, los oficiales de mayor graduación deben saludar a los oficiales que están en tierra. Acá ocurrió a la inversa. El oficial de mayor graduación en aquel momento era un inglés que estaba con la fragata Protector representando a Gran Bretaña. Él vino a saludar a nuestro comandante en la demostración de reconocimiento por el trabajo», rememoró el marino.
El viaje tuvo otros aditamentos, en parte a causa de una falla técnica que tuvo el buque uruguayo.- «Pesábamos estar una semana pero se nos rompieron las máquinas y nos terminamos quedando 21 días. En aquella oportunidad, como había barcos argentinos y brasileños junto al inglés, organizamos un campeonato de fútbol. Nosotros, con eso que teníamos de que éramos campeones de Maracaná, pensábamos que los íbamos a cascar. Pero los ingleses, que eran unos flaquitos, nos pasaron por arriba: nos ganaron 11 a 0. En aquel cuadrangular salimos cuartos risas», comentó entre risas.
«Casi todos teníamos una novia allá. Un oficial del Miranda se enamoró perdidamente de una señorita brasileña. Después fue a Brasil, se casó con ella, la trajo a Uruguay y tuvieron un hijo que hoy es capitán de navío. En Brasil prácticamente entrábamos a los bares a tomar gratis. En Uruguay el recibimiento fue muy escueto», indicó el maquetista naval, quien obviamente ha reproducido a perfecta escala al «Capitán Miranda». En 1966, los tripulantes del «Esquel» vinieron a Uruguay a colocar una placa recordatoria al buque que les salvó la vida.
«La Armada, en el momento del naufragio, no tenía ningún barco con capacidad de salvataje. Lo que se hizo, se hizo a pulmón. Salimos con un barco que había sido usado como yate presidencial, buque hidrográfico, que era para todo servicio», concluyó Larrañaga.
– EN UN BOTE AL GARETE Y EN MEDIO DE LA TORMENTA.- El rescate que hicieron en 1965 los tripulantes del Capitán Miranda evitó una verdadera tragedia, ya que la resistencia física de los marinos argentinos llegaba al límite y la pequeña embarcación en la que estaban no habría soportado mucho más los castigos de las olas.- El capitán de fragata Ebert Hugo Grasso iba al mando del buque uruguayo. En 2010 se le entregó a Grasso el «Distintivo de Eficiencia a la Unidad de la Armada«.