El 2025 marca un hito estratégico para la logística intercontinental: el Corredor Interoceánico del Istmo de Tehuantepec (CIIT) ha iniciado oficialmente sus operaciones comerciales, proyectando convertirse en un eje fundamental del comercio transpacífico. Con el arribo del buque Glovis Cosmos al puerto de Salina Cruz, Oaxaca, procedente de Corea del Sur, y el posterior traslado de 900 vehículos vía ferroviaria a Coatzacoalcos, Veracruz, México ha puesto en marcha su alternativa al Canal de Panamá.
Este acontecimiento, que hasta hace unos meses parecía parte de un plan en desarrollo, se ha consolidado con acciones concretas y resultados tangibles. La operación piloto realizada a fines de marzo no solo ha sido exitosa, sino que ha abierto la puerta a una proyección ambiciosa: el transporte de hasta 5,000 vehículos por semana a través del corredor ferroviario que conecta los océanos Pacífico y Atlántico a lo largo del istmo de Tehuantepec.
El CIIT no es simplemente una vía de transporte. Se trata de un complejo multimodal que articula los puertos de Salina Cruz y Coatzacoalcos, modernizados para operaciones de gran escala, con una línea ferroviaria rehabilitada de más de 300 km. A ello se suman diez polos de desarrollo (PDETI) orientados a la industrialización de la región, lo que lo posiciona como una zona estratégica no solo para el comercio, sino para la manufactura y la exportación.
En su reciente evaluación, el gobierno de Oaxaca destacó que el modelo de operación permite la descarga en menos de 24 horas, el tránsito ferroviario en aproximadamente 8 horas, y la conexión directa con rutas marítimas hacia Estados Unidos y Europa desde Coatzacoalcos. La eficiencia de esta cadena logística es clave para atraer inversiones y desviar rutas comerciales actualmente concentradas en el Canal de Panamá.
El Canal de Panamá continúa siendo una de las arterias marítimas más importantes del planeta, pero enfrenta desafíos crecientes: limitaciones de calado, congestión, costos crecientes y, especialmente, restricciones hídricas debido a la sequía prolongada. Estas condiciones han reducido el número de tránsitos diarios y encarecido los tiempos de espera.
En este contexto, el CIIT emerge como una opción terrestre-marítima con potencial para aliviar la presión logística de Panamá, ofreciendo una ruta más directa para ciertos cargamentos entre Asia y la costa este de Norteamérica. Para la industria automotriz, como evidencia el primer envío de Hyundai, representa una alternativa ágil y rentable, especialmente para mercancías que requieren tiempos de entrega ajustados.
Con una capacidad proyectada para mover más de 250,000 vehículos al año, solo en este segmento, el corredor podría captar parte del mercado que tradicionalmente dependía del Canal de Panamá. Además, su ubicación estratégica lo convierte en un nodo de interés para potencias como Estados Unidos y China, ambas con alto volumen de comercio bilateral en la región.
Desde una perspectiva naval, el desarrollo portuario y la inversión en terminales especializadas en ambos extremos del corredor serán clave para su consolidación. A medida que se incrementen los flujos, se prevé un auge en el tráfico marítimo regional y en el empleo de buques feeder y ro-ro adaptados a esta nueva dinámica.
El Corredor Interoceánico del Istmo de Tehuantepec ya no es una promesa: es una realidad en marcha. Aunque aún en etapa inicial, su impacto comercial, logístico y estratégico lo posiciona como una alternativa viable y complementaria al Canal de Panamá, especialmente en un contexto global que demanda resiliencia y diversificación en las rutas de comercio. La comunidad marítima internacional deberá seguir de cerca su evolución, pues el Istmo mexicano podría redefinir el mapa del comercio interoceánico en la próxima década.
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