El río Paraná enfrenta una de las bajantes más pronunciadas del año. Mediciones realizadas frente a San Nicolás registraron una altura de solo 50 centímetros, y las proyecciones advierten que el nivel podría seguir disminuyendo. El retroceso del caudal genera preocupación en el sector de la navegación comercial, que ya enfrenta dificultades logísticas. Además, la situación afecta a las comunidades costeras y a las autoridades, que recuerdan la crisis hídrica ocurrida entre 2020 y 2023, cuando el Paraná alcanzó mínimos históricos. El impacto potencial de esta bajante se extiende más allá del transporte. La reducción del caudal podría influir en el costo del transporte fluvial, comprometer la operatividad de plantas potabilizadoras y alterar el equilibrio de los ecosistemas ribereños. La fauna ictícola también se ve afectada, con migraciones alteradas y limitaciones en su reproducción debido a cambios en el hábitat. Ante este panorama, crece la incertidumbre sobre la evolución del fenómeno y sus consecuencias en distintas áreas vinculadas al río.
Visión Marítima