Tras un arduo trabajo de insistencia diplomática, el canciller uruguayo arribará a Washington con el objetivo de profundizar las relaciones comerciales. La guerra en Ucrania cambió el ajedrez internacional a nivel comercial y político. Antes que el presidente Vladimir Putin enviara sus fuerzas a Kiev no hubiera sido imaginable que la administración de Joe Biden abriera las puertas a una negociación con Caracas de la que Nicolás Maduro puede salir con algo más de oxígeno en el cuerpo. El fuego también desencadenó otras dinámicas extemporáneas. Los estados han revisado sus listas de amigos, enemigos y no alineados, como si desempolvaran un perimido juego de poder anclado en el siglo pasado. En Washington volvieron a mirar los vínculos que mantiene con su patio trasero, una zona de influencia siempre tan cercana como descuidada, y que desde algunos años a esta parte han penetrado los dólares chinos y, en menor medida, la influencia rusa. Esta revisión se vuelve particularmente relevante ante la realización de la Cumbre de las Américas a mitad de año en Los Ángeles, que Estados Unidos necesita que culmine de forma exitosa.
En este contexto es que el canciller Francisco Bustillo, tras un arduo trabajo de insistencia diplomática, será recibido por el secretario de Estado, Antony Blinken, el 12 de abril, con el objetivo inequívoco de profundizar las relaciones, sobre todo, las comerciales. Desde que asumió Luis LacallePou el foco fundamental de trabajo con Estados Unidos ha sido la posibilidad de abrir una ventana para negociar un Tratado de Libre Comercio, una herramienta que no figura dentro de las preferencias de la administración Biden. Sin embargo, la diplomacia uruguaya no tiró la toalla y en cada oportunidad que se le presenta muestra el interés de avanzar en ese sentido. Captar la atención del Departamento de Estado, con una guerra de por medio y a la salida de una pandemia que sigue ocupando al mundo, no es fácil. Y poreso, desde la cancillería hacen una valoración muy positiva de lo que implica este encuentro y de las oportunidades que ofrece en una relación con el gobierno demócrata que ha ido de menos a más.
Republicanos y Demócratas
Que las relaciones bilaterales con Estados Unidos han gozado de mejor salud cuando estuvieron los republicanos en la Casa Blanca es un hecho constatable, al menos en los últimos 35 años, con algunas honrosas excepciones. Esa línea es la que parecería replicar el movimiento pendular que provocó la salida de Donald Trump y la entrada de Biden. Con el primero, el presidente Lacalle Pou estaba a una llamada de distancia los domingos que el republicano jugaba al golf con su amigo uruguayo Louis Rinaldi. Y apenas tres meses le costó a Bustillo ser recibido por el secretario de Estado, Mike Pompeo, luego de asumir el cargo.
Sin embargo, con la administración demócrata los tiempos han sido más lentos. Una señal inequívoca de esa dilación es que, tras 15 meses de gobierno de Biden, Uruguay integra la lista de 34 destinos de 190 posiciones estadounidenses en el mundo en el que además de haber una vacante en el puesto de embajador ni siquiera hay alguien designado para esa función, según datos que figuran en la página del Departamento de Estado. En América Latina, solo Bolivia, Cuba, Haití y Bahamas están en esa situación. En el resto de los estados del hemisferio hay funcionarios de carrera o políticos encabezando las embajadas o nuevos nombres ya designados para ello, como es el caso de Argentina, Brasil, Paraguay y Chile. Sin embargo, también es verdad que en esos 15 meses hubo visitas de jerarquía, como la de Juan González, asistente especial del presidente Biden. También llegaron representantes del USTR (Oficina del Representante Comercial de EEUU) y finalmente visitó Montevideo la subsecretaria de Estado, Wendy Sherman. Desde el ingreso de la nueva administración estadounidense, la cancillería uruguaya había procurado un encuentro de primer nivel, que se logró destrabar ahora gracias a la actuación, entre otros, de Brian Nichols, designado subsecretario de Estado para el
Hemisferio Occidental en setiembre de 2021.
Desde la embajada de Estados Unidos en Montevideo dijeron a El Observador que “ambos gobiernos han expresado su voluntad de concretar una reunión bilateral desde el día uno de ambas administraciones”, pero que coordinar el encuentro durante la pandemia había sido un “proceso complejo”.
Democracia y comercio
“Estamos muy contentos de que finalmente el ministro de Relaciones Exteriores de Uruguay, Francisco Bustillo y el secretario de Estado de Estados Unidos, Antony Blinken, se van a reunir para conversar acerca del excelente estado de las relaciones bilaterales, la cooperación pasada y futura y el continuo trabajo de ambos países, junto a otros países de la región en defensa de la democracia en el hemisferio y en el mundo”, dijeron a El Observador desde la embajada.
La “defensa de la democracia” es un eslogan de la diplomacia estadounidense de todas las horas (la narrativa se acentuó desde los 90), pero que se revitaliza particularmente en este tiempo de resurgimiento de antiguos poderes y avance de nuevos actores cuyas credenciales democráticas -según la perspectiva occidental y sus sistema de valores- son de dudosa valía. Estados Unidos sigue con detenimiento la antesala de la negociación de un Tratado de Libre Comercio con China, cuya etapa exploratoria está por culminar con resultados positivos, según dijo el ministro de Agricultura, Ganadería y Pesca, Fernando Mattos, a Bloomberg en línea la semana pasada. Aunque para algunos tomadores de decisiones que habitan en Washington existe un riesgo latente en esa afinidad con China, en la Casa Blanca no hay alerta en la medida que ven a Uruguay como un ejemplo de cómo administrar la relación con China sin erosionar los valores nacionales, según transmitió un alto jerarca de la casa de gobierno estadounidense a un integrante de la cancillería uruguaya. Para los rusos, América Latina sigue siendo una zona prioritaria, según transmitió la cancillería encabezada por Sergei Lavrov en dos reuniones de carácter informativa que mantuvieron, en las últimas semanas, con los embajadores latinoamericanos acreditados ante ese país. En dichos encuentros, en los que participó el embajador uruguayo en Moscú, Daniel Castillos, las autoridades rusas plantearon su visión de que el continente constituye uno de los polos de poder emergentes en el sistema internacional e hicieron hincapié en que ninguno de los países latinoamericanos estaba incluido en la lista de países hostiles para Rusia. Por el momento, Estados Unidos no tiene un TLC para ofrecerle a Uruguay. Pero en la medida que la imaginación diplomática lo permita, encontrarán formas de entusiasmar al gobierno de Lacalle Pou, que como su bisabuelo ha dejado claro que no se casa con nadie. En cualquier caso, lo que quedará para el registro es que Bustillo arribará a la capital estadounidense en un tiempo en el que el que la Secretaría de Estado tiene una preocupación dominante: cómo hacer para que esa guerra se acabe sin un cimbronazo que termine por patear todo el tablero. https://www.elobservador.com.uy/