Restos de ejemplares de aves muertas infectados con el virus de la gripe aviar de alta patogenicidad (HPAI) H5N1 fueron hallados en el área del norte de Mar de Wedell en la península Antártica, «lo que puede suponer una amenaza para la conservación de la fauna salvaje». Un equipo científico internacional con investigadores del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) ha observado que, hasta ahora, las aves skúas han sido la especie más gravemente afectada, y que los altos niveles de mortalidad detectados muestran que podría tener consecuencias a largo plazo para su conservación a nivel regional». Esta enfermedad podría haber llegado a pingüinos en isla Heroína, donde se ha visto una «mortalidad masiva», aunque la presencia del virus no ha sido confirmada por PCR y se van a desarrollar pruebas en los próximos meses para determinar la causa de las muertes. Según destaca El País de Madrid, en el equipo de científicos se encuentran los españoles Antonio Alcamí y Begoña Aguado quienes estuvieron en un velero recorriendo durante un mes el Mar de Weddell y la península antártica encontrando cadáveres de págalos antárticos (unas aves marinas migratorias parecidas a gaviotas) con gripe en cuatro de las 10 áreas analizadas. Alcamí explicó que fueron testigos de “un brote masivo” en un colonia de págalos. “Vimos 80 vivos y 50 muertos. Eso es una locura”. Los investigadores del CSIC, liderados por Alcamí, del Centro de Biología Molecular Severo Ochoa (CSIC-UAM), instalaron un laboratorio de diagnóstico molecular en la base antártica española Gabriel de Castilla. El pasado 24 de febrero confirmaron la presencia del virus de la HPAI H5N1 en restos de skúas muertas, un tipo de ave emparentada con las gaviotas, halladas en la base antártica argentina Primavera. Tras el hallazgo, el 13 de marzo se puso en marcha una expedición internacional a bordo del velero Australis para rastrear la presencia del virus en la región de la península Antártica y la zona norte del Mar de Weddell.
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