Los trabajos de exploración del buque ruso de investigación polar Alexander Karpinsky generan temor entre los legisladores británicos, que plantean preocupación porque Moscú vaya a intentar extraer petróleo de una parte de la Antártida reclamada por Reino Unido, Chile y Argentina, según The Daily Telegraph. El periódico conservador se hace eco de una comisión parlamentaria en la que un grupo de diputados expresaron su preocupación a representantes del Gobierno sobre si el Ejecutivo ruso estaría pensando en apropiarse de petroleo hallado en la zona, lo que violaría el tratado internacional de la Antártida de 1959. El temor se basa en la admisión hace cuatro años por la agencia geológica rusa Rosgeo de que los estudios del Karpinsky habían identificado unos 70.000 millones de toneladas de petróleo y gas enterrados debajo de la plataforma antártica. Las reservas se estiman en unos 511.000 millones de barriles de petróleo, lo que equivale a aproximadamente diez veces la producción del Mar del Norte en los últimos 50 años o el doble de las reservas de Arabia Saudita. Fuentes del gobierno del mandatario argentino Javier Milei evaluaron que se trata de «una tarea científica» y que, si avanzaran hacia la explotación, «irían en contra del Tratado Antártico».
El descubrimiento no solo despertó el interés por el potencial económico -en una zona donde la explotación está prohibida-, sino también por las implicaciones políticas y medioambientales. La jefa del departamento de regiones polares del ministerio de Exteriores de Londres, Jane Rumble, aseguró a los diputados de la Cámara de los Comunes (baja) que «no hay ninguna evidencia que indique una violación del tratado, pues se necesitarían equipos diferentes para hacer topografía que para una explotación» del subsuelo. «Pero sí, lo estamos siguiendo muy de cerca y Rusia ha sido abordada sobre este tema en ocasiones previas y ha asegurado (a otros signatarios del Tratado Antártico) en múltiples ocasiones que se trata de un programa científico», agregó. Si bien la Antártida, donde solo se permite la exploración con fines científicos, no está gobernada por ningún país, siete han reclamado históricamente partes del territorio, entre ellos el Reino Unido, Argentina y Chile. El diario apunta que, aunque Moscú mantiene que los estudios geológicos son de naturaleza científica, «los expertos están cada vez más preocupados de que representen una muestra más de las llamadas «tácticas de zona gris» que emplea el Kremlin en todo el mundo». Según el medio, estos expertos opinan que «las actividades de los barcos de Rosgeo, como el Karpinsky –y otras infraestructuras establecidas por Rusia–, presentan un dilema diplomático, debido a su capacidad para fines tanto civiles como militares». https://www.elpais.com.uy/