Las inundaciones serán cada vez más intensas y las sequías más fuertes a causa del cambio climático, entre otros factores, según advierten los especialistas. ¿Cómo nos estamos preparando?. El agua sobra en todo el territorio nacional. Los campos están con tierras saturadas que ya no absorben ni una gota más. Los grandes ríos tienen el caudal a tope, y quedan personas desplazadas por inundaciones en varios departamentos: Paysandú, Cerro Largo, Artigas, Tacuarembó, Soriano y Durazno. A 27 días de haber empezado las primeras evacuaciones por parte del Sistema Nacional de Emergencias (Sinae), todavía permanecen 600 personas desplazadas del pico de 4.209 registrado el 11 de mayo pasado. El 85% de la población inicialmente afectada ya regresó a sus hogares, o a lo que queda de ellos. Pero tan solo un año atrás Uruguay atravesaba la peor crisis hídrica de su historia; la sequía terminó con las reservas de Paso Severino mientras Aguas Corrientes tuvo que hacer toma río abajo, donde el agua no era dulce. El agua que salía por las canillas del área metropolitana dejó de ser bebible y además tenía sabor salado; hubo días de color amarronado y siempre con mucho olor a cloro. Y, la historia que todos recordamos, camiones cisterna para el agua de hospitales, proliferación de pozos para dar con agua subterránea casi milagrosa e inversiones millonarias en infraestructura que la fuerza del agua pasó por arriba. La megaobra en la zona de Arazatí, que anunció el gobierno, está pronta a iniciarse. El proyecto Neptuno implica la construcción de una planta potabilizadora en San José, que tomará el agua del Río de la Plata y funcionará a pleno cuando Aguas Corrientes no dé abasto, como pasó con la última sequía. Se espera que en junio se firme el contrato de la obra que ya fue adjudicada: su texto está ahora a estudio del Tribunal de Cuentas (ver recuadro más abajo). Solo un año pasó desde aquel desastre de sequía. Ahora estamos en el extremo opuesto, aunque los modelos meteorológicos muestran otra vez sequía para la parte final de este año. En estas semanas la Comisión Técnica Mixta de Salto Grande tuvo que planificar aperturas de compuertas de la represa, para que el lago artificial no creciera demás e ingresara al área de turbinas, pero de todas formas hubo desplazados tanto en Salto como del lado argentino en Concordia. Esto no tiene directamente que ver con las lluvias producidas en la zona, sino más bien con el agua que llega desde Brasil.
En Cerro Largo y Treinta y Tres hay campos inundados, con espejos de agua producidos por las lluvias arriba de las plantaciones. Son grandes charcos de barro. Los productores no pueden ingresar a cosechar con las máquinas porque se entierran.
En algunos casos ni vale el esfuerzo de trillar, por el gasto. Lo que se va en combustible, alquiler de maquinarias, camiones y salarios para los trabajadores, no es el dinero que va a devolver la cosecha. Además, la calidad de los granos baja, después de muchos días de humedad sin sol que seque. En el caso de la soja la chaucha se comienza a abrir y las enfermedades por hongos proliferan, lo que empeora el escenario. La granja también se ve afectada: los cultivos que no se manejan con sistema de invernáculos en muchos casos se perdieron o bajaron drásticamente el tamaño y el rendimiento. Esto aplica para productos de hoja verde, como lechugas, acelgas, espinacas, y también morrones y tomates. Los tamberos están con bajos rendimientos de leche, porque hay problemáticas con las pasturas por el barro que se ha acumulado y las vacas no están comiendo de buena manera. La foto que ven los especialistas comparando otoño de 2023 con 2024, es la de una realidad que vino para quedarse. La de eventos extremos de lluvia, seguidos de grandes sequías. Los datos del Instituto Uruguayo de Meteorología (Inumet) lo muestran claramente. Sí se toma el mes de abril por referencia se ve cómo en 2023 hubo falta de agua de hasta 200 milímetros, y ahora en este abril de 2024 hubo excesos de hasta 300 milímetros.
En julio empiezan las obras de Arazatí
Casi un año después de haberse adjudicado el proyecto, en el Consorcio Aguas de Montevideo estiman que las obras de Arazatí se iniciarán en julio, según dijo a El País el ingeniero Alejandro Ruibal, vicepresidente comercial y de operaciones de Saceem. “Tenemos todo listo, es inminente el comienzo”, indicó Ruibal, “solo son demoras normales por los trámites administrativos”. Por estos días se aguarda la firma definitiva del contrato, lo que se produciría en junio si está el visto bueno del Tribunal de Cuentas al texto. Una vez que eso suceda, al mes siguiente se iniciarán las obras de la planta en la costa de San José, que se espera sea una alternativa al abastecimiento de agua potable para el área metropolitana. Ruibal indicó que ya hay personal especializado contratado. En agosto el directorio de OSE adjudicó el Proyecto Arazatí al Consorcio Aguas de Montevideo -promotor de la iniciativa-, integrado por las firmas Saceem, Berkes, Ciemsa y Fast Indústria e Comércio LTDA. Según se anunció en su momento, el consorcio realizará una inversión de unos 300 millones de dólares. En tanto, OSE pagará casi 900 millones de dólares en 17,5 años, a razón de unos 50 millones anuales. Uno de los objetivos de Arazatí es dotar a OSE de una nueva fuente de abastecimiento de agua, con una capacidad de toma del Río de la Plata de hasta 300.000 m³ por día. También incluirá una nueva planta potabilizadora que abarca un tercio del consumo diario actual en la capital y alrededores. Mientras, el Tribunal de Apelaciones en lo Civil de Cuarto Turno admitió una demanda presentada por la Comisión Nacional en Defensa del Agua y la organización civil Tucu Tucu, que busca frenar la firma del contrato.
Matilde Ungerovich, del Departamento de Ciencias de la Atmósfera y Física de los Océanos de Facultad de Ciencias, cuenta que hay información para decir que los eventos de lluvias y sequía extremos ya son una realidad. “No solo está lloviendo más en promedio sino que los eventos están siendo más extremos, es decir, la lluvia de un día está aumentando. Y también los períodos sin lluvia. Está aumentando básicamente todo lo que nos genera perjuicios”, dice la científica. La lluvia que cae concentrada en un mismo día es la que genera con facilidad inundaciones. Para Ungerovich, es correcto decir que hay un cambio en el comportamiento y eso se nota cuando se evalúa el promedio de lluvias: “Hay más lluvia en promedio sí, pero se dan en menor cantidad de eventos. Los días que llueve, la cantidad de milímetros es mucha”.
Ungerovich dice que la tendencia es que llueva más en nuestra zona, salvo en el invierno, donde esa tendencia no se visualiza. Después en primavera, verano y otoño los modelos muestran más eventos de lluvia extrema. Este comportamiento tendría que ver con el cambio climático, mientras que el episodio de tres años de sequía no estaría vinculado. Lo que generó la sequía fue el fenómeno de La Niña, el evento de origen climático relacionado con el calentamiento del océano Pacífico ecuatorial, que en nuestra zona tiene como efecto falta de precipitaciones y temperaturas por debajo de lo normal. No hay hasta el momento estudios que relacionen el cambio climático con una presencia más fuerte de La Niña.
Mario Bidegain, asesor del Inumet, concuerda con la opinión de Ungerovich y dice que hay dos elementos para explicar la situación que atraviesa Uruguay. “Uno obviamente es la variabilidad climática asociada con el fenómeno El Niño, que es un componente natural, más allá de que se presente todos los años, pero es parte de la variabilidad climática natural del sistema climático. Pero a esto se suma un nuevo componente, que es el cambio climático”, dice Bidegain. ¿Cómo interviene el cambio climático? Lo hace a través del aumento de la temperatura del aire y de los océanos que como efecto directo se manifiesta en un aumento de la intensidad de las lluvias. “Son lluvias intensas y localizadas”, según explica el asesor de Inumet. A todo este panorama se le suma otro elemento: para finales de este año se espera que ingrese al país el fenómeno de La Niña, que traería sequía. Bidegain dice que no se espera que sea tan intensa como la pasada, y que además la situación es otra. “Podríamos zafar, porque hay agua alojada en los suelos”, fundamenta el meteorólogo. La pregunta latente es si se ha hecho algo a corto o mediano plazo para manejar mejor estas situaciones. Hay algunas medidas sobre la mesa, que van desde la construcción de la planta potabilizadora en Arazatí a los proyectos de la Dirección Nacional de Aguas para mejorar pluviales de ciudades, así como los planes de acopio de agua para el riego en el campo. https://www.elpais.com.uy