Los nuevos aliados para la protección y conservación de los fondos marinos son la inteligencia artificial y los robots no tripulados

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Protección y conservación de los fondos marinos: Los océanos tienen un papel relevante en la vida: están vinculados a la biodiversidad, al clima y el bienestar humano. Con la crisis climática, absorben un tercio de las emisiones de CO₂ de antropogénicas y producen la mitad del oxígeno que respiramos. Son el “pulmón” del planeta. Desde su superficie, naturalistas como Charles Darwin exploraron la vida en la Tierra y con la llegada de los primeros submarinos, los científicos pudieron ver por primera vez el fondo marino de cerca. En la actualidad, proyectos que combinan diferentes tecnologías, como la inteligencia artificial y robots no tripulados, permiten en tiempo real y casi de forma automática identificar especies, alertar de lo que pasa a grandes profundidades o capturar y analizar la basura que vertemos al mar. “Las observaciones biológicas deben mejorar radicalmente para contribuir a nuestra comprensión de los ecosistemas marinos y una biodiversidad bajo múltiples factores de estrés y cambios globales a largo plazo”, dice Jaume Piera, del Instituto de Ciencias del Mar (ICM-CSIC). Piera forma parte del proyecto ANERIS, una iniciativa europea que quiere poner en marcha una red de Biología Marina Operacional, «mediciones rutinarias sistemáticas y a largo plazo de la vida oceánica y costera, y su rápida interpretación y difusión». Rastrean desde bacterias a grandes cetáceos. Para ello cuentan con diferentes tecnologías, como los robots sumergibles CytoSubs, que recogen imágenes que analizan microorganismos y partículas en el agua, como el fitoplancton; o la aplicación MINKA, en la que cualquier ciudadano puede aportar sus imágenes. “De momento se ha hecho una prueba piloto en la costa catalana en la que ya se han reportado más de 174.000 observaciones de más de 2800 especies diferentes”, explica el científico del ICM-CSIC. Este trabajo es especialmente relevante para detectar especies difíciles de observar o para la aparición de invasoras en sus primeros estados de asentamiento. “Su detección temprana nos permite generar alarmas para activar planes de erradicación”, apunta el experto. La idea es que ANERIS recoja macrodatos para la toma de decisiones en políticas oceánicas, en particular dentro de la Directiva marco sobre estrategia marina. 

Cámaras en tiempo real sobre arrecifes y fauna
Para que esta y otras iniciativas puedan ser posibles, se instalan plataformas permanentes para proveer de alimentación a los instrumentos científicos. Una de ellas es OBSEA, a 4 km de la costa de Vilanova y la Geltrú, que integra sensores y vídeo cámaras que almacenan información, además de instrumentos como sismómetros, un hidrófono o una boya a 40 metros del observatorio con cámara de videovigilancia y estación meteorológica con GPS. Este observatorio se complementa con los datos recogidos por vehículos de los proyectos con los que colabora. “Además de desplegar dos equipos de última generación con ANERIS —de los que hay muy pocos instalados en todo el mundo—, también somos una plataforma de pruebas para el proyecto BITER y PLOME, en el que están implicados el CSIC, las universidades de Girona, Baleares, Politécnica de Madrid y la empresa Iqua Robotics”, declara Joaquín Del Rio Fernandez, profesor de la Universidad Politécnica de Cataluña y director de OBSEA. La plataforma aplica técnicas de IA para analizar fotos y vídeos de macrofauna, principalmente peces. Asimismo, cuenta con tres cámaras en directo en las que se pueden visualizar los arrecifes artificiales de Seaslag, un proyecto de creación de nuevos materiales para estructuras de regeneración marina. “Hay muy pocos observatorios submarinos como el nuestro en Europa. En España solo existe la Plataforma Oceánica de Canarias (PLOCAN), pero orientada a la generación de energía marina”, apunta Del Río Fernández.

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