El proyecto Darwin 200 desembarcó en Uruguay como parte de un recorrido que tomará dos años, siguiendo la ruta del naturalista británico a bordo del célebre HMS Beagle. Estudiar arañas que pueden volar 800 metros o más. Hacerlo en un barco que reproduce el periplo que realizó el bergantín británico HMS Beagle dos siglos atrás, cuando llevó al naturalista Charles Darwin. Esa fue la propuesta que recibió la bióloga Nadia Kacevas, del Instituto de Investigaciones Biológicas Clemente Estable (IIBCE). Y por ello se embarcó durante un mes y medio en el barco que llegó esta semana a costas uruguayas. No fue la única uruguaya vinculada a este periplo darwiniano moderno, aunque su peculiaridad es que estuvo a bordo durante las primeras semanas del recorrido. Todo comenzó porque la bióloga del IIBCE Anita Aisenberg, también especializada en arácnidos, había recibido una invitación para Uruguay para participar del Darwin 200. Impulsado por las Naciones Unidas, este proyecto recrea el recorrido del HMS Beagle. Para ello, acondicionaron la goleta neerlandesa Oosterschelde (que navegó por primera vez en 1918) y la pusieron a recorrer los mares en un viaje que se extiende desde agosto de este año hasta 2025 y hace escala en todos los grandes puertos en los que Darwin se detuvo. Entre 1831 y 1832 paró en costas uruguayas y debido a eso, este viaje del Oosterschelde tuvo su enlace con el IIBCE y algunas ONG locales. Gracias a estos puntos de contacto, cuatro investigadores uruguayos aportaron sus áreas de estudio al barco. Y lograron que algunos de sus recursos técnicos fueran aplicados a investigación local.
Arañas en el aire.
En sus notas de viaje, Darwin había registrado un fenómeno muy peculiar: arañas diminutas que llegaban desde la costa impulsadas por el viento para recorrer la cubierta. A pesar de que podían estar a 60 millas de distancia de la tierra, estas arañas de tres milímetros llegaban con un hilo de seda guiado por las corrientes de aire. Al registrarlas, las bautizó como arañas aeronautas. Y, del mismo modo que registró esos artrópodos, Darwin hizo muchos otros apuntes que tienen continuidad en estudios uruguayos.
“Los estudios de mi maestría me llevaron al barco”, cuenta Nadia. “Trabajé con la araña lobo de los pastizales y en particular con lo que se llama ballooning, que es una forma de dispersión aérea en la que las arañas pueden desplazarse sujetas de un hilo de seda usando las corrientes de aire”.En particular, Nadia Kacevas sabe explicar algunas de las claves por las que se estudian los arácnidos. “Las arañas son un grupo particular con una gran diversidad, organismos que están en todos los continentes menos la Antártida”, comenta. “Tienen estrategias de depredación muy diversas, se alimentan de presas vivas, en su mayoría de insectos. Tienen una gran capacidad de adaptación y son fáciles de criar en laboratorios para experimentar y luego de probar en campos”.
Estas arañas, pueden ser de varias especies y, por lo que cuenta Kacevas, utilizan la técnica del ballooning para separarse y evitar la competencia entre sí. Explica que muchas de ellas, cuando detectan corrientes de aire, tienen una forma particular de caminar en puntas de pie para subirse a una vegetación alta, allí elevan el abdomen y largan un hilo de seda que las ayuda a ser arrastradas por el viento. Esto suele ocurrir en tardes de primavera muy soleadas y las corrientes de aires las llevan a distancias insospechadas, tanto como a 800 metros de la costa o incluso en aviones a cinco kilómetros de altura. “No sabemos qué especies Darwin describió, porque muchas arañas tienen esa capacidad de dispersión”, explica Nadia. “Las arañas suelen ser usadas como indicadores ambientales, y esto es muy variable según el grupo con el que se trabaje”. La manera de estudiarlas consiste en instalar la clase de trampas adhesivas que se usan para capturar insectos en cultivos. Y como Nadia había empleado esa metodología para sus estudios de maestría, le propusieron incorporarse al recorrido del barco en sus tramos iniciales, para poner a punto la técnica y establecer el protocolo del experimento. De ese modo, viajó a Inglaterra y, el 15 de agosto, se embarcó en el Oosterschelde. Durante 12 días estuvo en altamar hasta que se detuvieron en Tenerife. En ese plazo se dedicó a probar distintos sitios del barco en los que colocar las trampas y también las maneras de asegurarlas, temas que podrían parecer menores pero que tienen sus complejidades en una embarcación de estas características. Después de Tenerife siguió viaje hasta Cabo Verde, donde finalmente cerró su etapa, bajó a tierra y regresó a Uruguay.
Tiburones y bancos.
La goleta Oosterschelde recibió participación de otros tres uruguayos que conectaron sus áreas de estudio con los recursos técnicos del emprendimiento Darwin 200. Por otra parte, Manuela Acosta, también integrante de Mar Azul, participó en calidad de lo que el proyecto denomina Darwin Leader. Ella abordó a la altura de la isla de Fernando de Noronha. Su especialidad está en los tiburones, por lo que su aporte a la expedición luego se extendió a otros relevamientos que hicieron miembros del barco en pesquerías de Punta del Diablo, La Paloma y Punta del Este, para identificar problemáticas de conservación. Por su parte, los biólogos Agustín Loureiro y Pablo Quezada, quienes representaban a las ONGs Mar Azul Uruguayo y Urumepa, estuvieron a bordo en el tramo que fue desde Río de Janeiro hasta Punta del Este. Ellos se ocuparon de llevar un relevamiento de información relativa a áreas protegidas de Uruguay. Loureiro y Quezada estudiaron en particular el banco de Pez Limón, un área ubicada al sur de la Isla de Lobos un lugar de refugio para peces de gran importancia comercial y para el ecosistema. Esta área fue marcada en 2022 por el Ministerio de Ambiente para protección marítima por el impacto ambiental que ha sufrido. Para esto, contaron con el relevamiento submarino provisto por los equipos técnicos de la Oosterschelde. Los resultados de sus trabajos y sus recorridos se pueden seguir a través del canal de YouTube y de la cuenta de Instagram de Darwin 200. https://www.elpais.com.uy/