Inversión millonaria: privados construirán planta para tratar lodos contaminantes en Aguas Corrientes

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La planta potabilizadora tira cada día al río entre 30 y 40 mil toneladas de barro cargado de químicos. Es un problema histórico que puede tener una solución. Existe un caño subterráneo que recorre más de 50 kilómetros para llevar agua potable a las canillas de Montevideo. Nace en la planta potabilizadora de Aguas Corrientes y conecta Canelones con la Plaza Matriz en la capital. Tiene un siglo y medio de inaugurado y dicen que funciona perfecto: está hecho de un material que se conoce como fundición gris, una mezcla compuesta por hierro fundido, colado y triturado. Una obra pensada para que dure toda la vida. Pero desde ese momento que se instaló la tecnología en ingeniería civil aplicada al agua, se creó uno de los problemas de contaminación ambiental más grande de toda la cuenca del río Santa Lucía, que hasta la fecha no ha tenido solución.

¿De qué se trata? Es el vertido directo al río de los residuos que se generan tras la potabilización del agua. Estos son lodos, un barro que contiene un concentrado de todos los metales pesados, bacterias y virus del río, más el agregado principal de sulfato de aluminio. Este químico se agrega al agua bruta para poder comenzar el proceso de limpieza. Ahora OSE maneja una propuesta presentada por un consorcio de empresas privadas, que se instalaría en el mismo predio de Aguas Corrientes y construiría una planta de tratamiento de lodos. Según adelanta Arturo Castagnino, gerente general de OSE, el tema se tratará en la próxima sesión del directorio el miércoles 24 “y seguramente se apruebe, porque va con las recomendaciones y estudio de la gerencia”. El proyecto implicaría que el Estado le ceda el espacio por 15 años a la empresa que finalmente gane el proceso licitatorio. Pero aún estamos lejos de esta etapa, ya que la actual propuesta recomendada se presentó en el marco de la ley 17.555 de reactivación económica y sus decretos reglamentarios, por medio del cual el Estado puede abrir un llamado a expresiones de interés de privados.

¿Qué quiere decir esto? Que luego de que el directorio de OSE apruebe esta iniciativa privada, el consorcio tendrá que hacerse cargo de todos costos económicos de los estudios de prefactibilidad. Una vez culminados, bajo la supervisión técnica de OSE, se hará el llamado a licitación, donde este consorcio tendrá un beneficio competitivo de un 5% sobre los demás oferentes. O sea, los procesos legales llevarán su tiempo: al menos cuatro meses de prefactibilidad, más todo lo que luego demore la propia licitación.

La tercerización de la construcción y el servicio sigue la lógica aplicada en el proyecto Neptuno, que se supone tomará agua del Río de la Plata en el departamento de San José para potabilizarla y estará a cargo de un consorcio de empresas que le venderían el agua a OSE. El Estado no asume deuda, ni realiza una gran inversión, eso le toca a los privados. Son muchos los puntos de vista y posiciones sobre el tema del agua. Pero todos los especialistas consultados para este informe, más los ambientalistas, oposición y gobierno, e incluso los propios vecinos de Aguas Corrientes, tienen dos cosas claras: hay que resolver el destino final de los lodos y Uruguay tiene que tener otra fuente de agua para abastecer al área metropolitana, más allá del Santa Lucía.

La historia de un pueblo.

La planta de Aguas Corrientes combina a la vista lo clásico de los edificios construidos a fines del siglo XIX por inmigrantes que llegaron desde Italia, Hungría y España, con las últimas inauguraciones hechas hace dos años. La primera construcción donde se trataba el agua parece una gran mansión desde fuera, con trabajos hechos con piedra extraída del propio río. Hay una escalinata principal que lleva a un gran zaguán de madera, que al abrir muestra las primeras máquinas, que aún funcionan. Dentro de la planta todo tiene movimiento, como el propio río, más de 150 personas trabajan en ella. La gran mayoría, por no decir todos, son del pueblo. Esto pasó toda la vida en Aguas Corrientes, el pueblo fundado de manera oficial en la misma fecha en la que se inauguró la planta: el año 1871. Hoy viven allí 1.047 personas, según el último censo. El aire corre fresco por las calles de la localidad canaria, todo está dominado por la tranquilidad y el silencio. Las casas con frente grande, los perros sueltos, las calles de balasto y el tránsito lento de vecinos que van a hacer los mandados. Este punto de Canelones alberga uno de los problemas medioambientales más grandes del país, y es además el responsable de generar el agua que consume toda la zona metropolitana. Para algunos vecinos, “esto es una bomba de tiempo a punto de explotar”. Carlos Fulco, exconcejal de la localidad y uno de los principales referentes de la causa, cuenta: “En 2018 se estuvo a tres días de que Montevideo se quedará sin agua. Pasan las autoridades, los gobiernos y no dimensionan el problema. Nos dicen que somos unos exagerados, que estamos en contra de OSE, pero esto es un problema de Estado. Y mientras los distintos partidos políticos se pelean para ver a quién le dan el negocio, cada día la situación está peor”. Junto al exalcalde Álvaro Alfonso, comenzó allá por 2012 los movimientos para que el país conociera lo que pasaba en el pueblo.

Fulco cuenta con el beneficio de los años y, con 78 vividos, tiene todo documentado: fotos, archivos y carpetas que dan cuenta del tiempo de trabajo. Comenzó como empleado en la planta en 1968 y se jubiló en 1994, pero ya la conocía de antes: “El paseo de gurises era ir con mamá a llevarle la comida a mi padre. Lo que hoy es museo, yo lo vi funcionar a pleno vapor”. Es un hombre seguro, que se define como “un viejo pesado”. Pero parece manejar fundamentos atendibles porque lo respaldan estudios realizados por la Facultad de Ciencias de la Universidad de la República, y una denuncia de 2018 frente a la Institución Nacional de Derechos Humanos, que es “lapidaria”. Allí se daba a OSE y al entonces Ministerio de Vivienda, Ordenamiento Territorial y Medio Ambiente un plazo de diez días hábiles para comunicar las medidas a tomar. Y luego fueron a más: hubo una denuncia ante la Justicia que intimó a OSE a resolver el tratado de los lodos. “Lo de la fiscalía te lo digo de memoria, pero también quedó en nada”, dice Fulco. Los vecinos organizados, que llevan muchos años luchando por el tema, llegaron a plantear esto al entonces presidente Tabaré Vázquez, con el que se reunieron varias veces en la residencia de Suárez y Reyes. Aunque en forma muy tardía, Vázquez habilitó varios estudios: “Se hizo en un mes lo que no se había hecho nunca. Nos dijo que desconocía la documentación que le presentamos, se alarmó y afirmó que no podía ser algo que se trancara por dinero”, reconstruye Fulco sobre la última reunión celebrada en 2019. Además, el expresidente sugirió por escrito a la actual administración abordar el tema. En 2020 el gobierno de Luis Lacalle Pou se propuso llegar a una solución y el propio ministro de Medio Ambiente dijo que era una prioridad de su mandato. Adrián Peña lo afirmó el día de su asunción el 27 de agosto de 2020, con una corbata roja firme al cuello, frente a la planta de Aguas Corrientes, donde se llevó a cabo la ceremonia.

Antecedente: el proyecto Neptuno

La Federación de Funcionarios de OSE (FFOSE), se reunió esta semana con el presidente Luis Lacalle Pou para hablar sobre el proyecto Neptuno, que consiste en una nueva planta potabilizadora en Arazatí, San José, y a la que se opone el sindicato. Según transmitieron los trabajadores tras el encuentro, Lacalle les dijo que hoy se maneja la posibilidad de que la operación de la planta (no así la construcción) sea de OSE.

El proyecto.

“Te doy la primicia, pero no te puedo dar mucho detalle”, dice Castagnino atajándose a las preguntas que vendrán, porque todo esto aún está como documentación reservada. Repite las ideas y, en un tono casi de discurso leído, el gerente general de OSE afirma que la propuesta será votada la próxima semana. No tiene dudas de sus beneficios.

¿Pero qué sabemos hasta ahora? “Es un proyecto que consiste en el diseño, la financiación, la construcción, el suministro de operaciones y mantenimiento de las instalaciones, para construir una planta para la gestión integral de los lodos”. Un punto interesante de la propuesta es que, una vez que se llegue a “lodo deshidratado”, la empresa propone un destino final no como “basura”, sino como materia prima para crear ladrillos o bloques, y también el relleno de los grandes huecos generados por canteras. Este sistema de economía circular ya se había pensado en 1960, pero nunca se concretó. Pensemos que los lodos secos podrían pasar a ser una especie de arena. “Es un sistema tecnológicamente utilizado en otras partes del mundo”, agrega Castagnino. Para el gerente general también hay un beneficio para OSE desde el punto de vista financiero, ya que el privado se hará cargo inicialmente de todo y luego se acordará una forma de pago en cuotas. Que incluiría la inversión inicial y los costos de funcionamiento por 15 años. Según la información que brindó el gerente general, sin poder precisar cifras exactas, “estamos ya hablando de un proyecto mucho más económico que la alternativa que había planteado el expresidente de OSE, Milton Machado, en el Parlamento”. En ese momento se hablaba de un proyecto de 30 millones de dólares de inversión, más un costo anual de nueve millones de dólares. La actual propuesta “saldría al menos la mitad”, o sea unos 15 millones de dólares. El País intento consultar a Machado, sin éxito. Mientras, el director en OSE por el Frente Amplio, Edgardo Ortuño, desconoce por completo esta propuesta: “La verdad, me entero por ti”, responde. “Sobre Aguas Corrientes he destacado los 55 millones de dólares invertidos para su ampliación y modernización en la gestión anterior”, responde el jerarca.

¿OSE tenía un plan en la administración pasada que ahora se encajona? “En lo que tiene que ver con la gestión de los lodos, la administración anterior previó una inversión de 30 millones de dólares que no fue incluida por la actual administración para el quinquenio”, dice Ortuño. “Se eliminó la asignación de recursos presupuestales para la realización desde OSE de un proyecto de gestión de esos lodos. Pero esto podría confirmar que, como en otros temas, el gobierno pretenda que lo hagan privados”. Con este último punto Ortuño hace referencia a lo que pasa con el polémico proyecto Neptuno en Arazatí, criticado por el Frente Amplio, el sindicato de OSE y científicos como Luis Aubriot. El docente e investigador de la Facultad de Ciencias tiene una postura crítica: dice que es un tema que preocupa entre colegas por la calidad y precio al que se potabilizará el agua en los próximos años. “No parece un negocio para ninguna empresa, salvo porque tengan asegurada la venta del agua a OSE. Porque van a tratar un agua de una calidad muy baja, se va a usar una tecnología y una inversión económica que no se usa ni en Aguas Corrientes”, opina el científico.

¿OSE viola la ley?

“Esto es un engorro que lleva al menos 130 años sin resolverse, que ningún gobierno ha podido solucionar hasta ahora”, dice Castagnino, el gerente general de OSE. “Pero hay una forma de resolverlo en esta administración, y se va a hacer porque en este momento la propia OSE está violando la ley”. En esto último coincide con Aubriot, quien dice que se viola la legislación existente, porque está prohibido verter de forma directa a un cauce de agua los residuos sin tratar. El problema comenzó junto con el tratamiento del agua. Pensemos en el “agua bruta” del río, revuelta, de un color chocolatoso, con ramas, algas, y todo lo que no vemos: virus, bacterias y metales pesados. Y que, para pasar de eso a lo que sale de la canilla, hay que sacarle “suciedad” (ver recuadro).

EXPLICACIÓN

¿Cómo se genera el ya famoso lodo en el Santa Lucía?

El agregado de sulfato de aluminio al agua para ser tratada es uno de los procesos más importantes para llegar a la potabilización y generar “flocks”. Estas son partículas que funcionan a modo “esponja” en el agua aún bruta, y lo que hacen es absorber todos los virus, bacterias y materia orgánica que pueda traer el agua.

Una vez que los “flocks” se forman, comienzan a tener más peso, porque tienen más cantidad de materia concentrada. Esto los hace más densos y pesados que el agua “limpia”, y se precipitan al fondo de las piletas de tratamiento. Se estacionan allí, generando el famoso “lodo”. Que luego es limpiado y retirado de las piletas para ser tirado al río Santa Lucía. Doctor en Ciencias Biológicas, Aubriot ha trabajado mucho en el tema de Aguas Corrientes y, para comenzar a hablar sobre los lodos, hace un repaso histórico: “Esto surge del plan de acción de 2013 en la cuenca del Santa Lucía. Entre las listas de puntos a tratar, uno de ellos era el destino final de los lodos, realizado entonces por la Dirección Nacional de Medio Ambiente”. Hace casi 10 años que el Estado dijo que la situación necesitaba una solución inminente en la zona, “se realizaron algunos proyectos, pero no se hizo nada”, admite Aubriot.

Río abajo.

Esta historia empieza junto al Santa Lucía. Sobre la segunda construcción que se hizo para tomar agua y mirando de pleno la represa. Hay árboles de todo tipo. Se ve vegetación que acompaña las curvas del río.

—¿Pero acá dónde se ve el lodo?

—El lodo es difícil de ver desde acá porque es denso, por su peso precipita y se queda en el fondo del río —explica la ingeniera María Victoria Ichazo, jefa de la planta, parada en una de las “tomas” de agua bruta en la orilla del Santa Lucía. A unos tres metros están las dos bombas que toman agua río abajo. Y a dos cuadras el punto donde se tiran los lodos al río. Sí, esa es la distancia entre “la materia prima” y los desechos que luego desembocan en el Río de la Plata.

Ichazo es la primera mujer en toda la historia en tener este cargo, su lugar siempre fue ocupado por hombres. “Tomé siempre el agua de OSE, la tomo con tranquilidad porque sé que es un producto de calidad”, dice mientras recorre las piletas de tratamiento del agua.

Pero también reconoce que los lodos cambiaron la taxonomía del lugar, no solo la del río. Borraron una isla, taparon una laguna y además generaron todo un manto de vegetación espesa por donde antes navegaban barcos. De hecho, los propios materiales para la construcción llegaron originalmente por el río: piezas de más de 16 toneladas. Hoy por ese lugar no puede navegar con facilidad ni una pequeña lancha, porque el motor solo levanta lodo. Imposible tapar a la vista las entre 30 y 40 mil toneladas de lodo que se tiran por día, que equivale a unos 1.000 camiones cisterna. “Sabemos que hay que buscar una solución, propuestas en estos años ha habido de todo tipo”, dice el ingeniero Petter Bevilacqua, jefe de talleres. Él sigue bajo el viejo régimen que tenía OSE para los ingenieros que ingresaban a trabajar a la planta: mudarse a vivir al pueblo. Para este ingeniero no hay gran peligro ambiental, se baña en la playa de Aguas Corrientes en verano y disfruta de tomar el agua de OSE como un logro. Entiende al producto final como un esfuerzo del trabajo que se realiza en la planta, aunque opina que para el turismo puede ser un problema. “Acá lo que se vierte al río es lo que el mismo río ya trae”, asegura. Por otro lado, el científico Aubriot pone esto en palabras más claras que el agua y toma una metáfora para explicar el problema: “OSE genera un gran basural al lado de tu casa. El lodo lo que hace es colmatar el río. Es como ir llenando una piscina hasta que no quede más espacio para el agua, porque todo es barro. Eso va a pasar en el Santa Lucia”. Dice que no solo se modificó la morfología de todo el río sino que se genera un círculo negativo, donde el agua que se va a tratar será cada vez de peor calidad.

En verano y en momentos de poca lluvia, toda la capacidad del Santa Lucía es tomada para ser potabilizada. Por eso se invierte el cauce por medio de dos bombas que traen agua de río abajo, donde se vertieron los lodos. Aubriot entiende que se está hipotecando el futuro: “El problema más grande es para la gente que usa el río, es un derecho de todos. También es un problema para la biodiversidad de peces y algas. Y para la misma calidad del río y la rentabilidad para poder seguir potabilizando su agua. Siguiendo así no va a ser más sustentable”. Para terminar toda esta historia pantanosa, de barro negro, con décadas de problemas, y en donde todos los consultados afirman que tiene que llegar una solución para los lodos, el gerente general de OSE deja un mensaje bastante optimista acerca de lo que puede pasar en el futuro. “Queda poco para comenzar este importante proyecto: uno de los más importantes y urgentes emprendimientos de protección del medioambiente de Uruguay”, remata Castagnino. ¿Será así?

AGUAS CORRIENTES

¿Riesgo de explosión? Otra iniciativa a estudio

Las iniciativas privadas no solo se restringen al tratamiento de los lodos. OSE utiliza dos químicos para el proceso final de potabilización en Aguas Corrientes: cloro gas e hipoclorito de sodio, pero los trae desde fuera de la planta. Por eso, según supo El País, en julio de 2021 la empresa Alliance Uruguay presentó una iniciativa privada para el servicio de cloración.

La propuesta es colocar una planta pequeña de cloro gas dentro de Aguas Corrientes, y que de esa manera OSE pague únicamente por el cloro realmente utilizado por un período de cinco años. La responsabilidad de montaje, operación y mantenimiento estaría a cargo de Alliance. “El costo del cloro sería al menos un 20% más barato de lo que OSE compra hoy”, dice el gerente de operaciones de negocio, Andrés Cabrera. El beneficio no solo sería económico, sino que tendría más garantías de seguridad, según aseguran desde la empresa. Eso porque, si se produce una fuga de cloro gas y es inhalado por humanos, el efecto podría llegar a ser mortal. En algunos países es usado hasta como un arma química de guerra.

¿Es tan peligroso? Los ingenieros de Aguas Corrientes explican a El País que se toman todas las medidas con este químico. “Es un producto que al estar en contacto con humanos es altamente tóxico, por algo lo usamos en el agua; mata todo”, afirma el ingeniero Petter Bevilacqua, jefe de talleres de Aguas Corrientes. Sin embargo, para la empresa Alliance el riesgo no está presente solo en la propia planta, sino principalmente en el transporte de dicho gas que atraviesa centros poblados, incluyendo Aguas Corrientes. A fines de junio, por ejemplo, en el puerto jordano de Áqaba se rompió una grúa, que cayó sobre un buque con más de 25 toneladas de gas de cloro. Hubo 12 muertos y 250 personas presentaron síntomas de asfixia. Hasta el momento Alliance no ha recibido respuesta desde OSE. “Informalmente sabemos que la iniciativa ingresó y que quedó en stand by”, afirma el gerente. Pero desde la gerencia de OSE indican a El País que la propuesta fue tratada en diciembre de 2021 en el directorio y que está a estudio, ya que la consideran “una interesante posibilidad por los costos y por la seguridad”. https://www.elpais.com.uy/

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