Miguelete, Pantanoso y otros cursos de agua urbanos presentan activos farmaceúticos preocupantes

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Dos científicos uruguayos participaron de investigación internacional para advertir sobre los contaminantes emergentes: los medicamentos. Ese medicamento que usted toma cada ocho horas para recuperarse de una dolencia no será absorbido por completo por su cuerpo. Algo excretará por la orina o por las heces y así entrará en la red de saneamiento (si es que existe en donde vive). Lo mismo sucede con los remedios vencidos que, para no tirarlos a la basura, pensará que es mejor arrojarlos por el inodoro porque no sabe lo que pasa después. Si bien las instalaciones modernas de tratamiento de aguas residuales son barreras efectivas para muchos materiales ambientalmente sensibles, en particular, para la materia orgánica, no pueden eliminar por completo los productos farmacéuticos. Uruguay no dispone todavía de un sistema completo de saneamiento secundario que evite la llegada de los considerados “contaminantes emergentes” de los que hay ejemplos cotidianos: anticonceptivos, antibióticos, analgésicos, estimulantes y más.

Y la consecuencia es su llegada a cursos de agua, afectando a la flora y fauna de los ecosistemas acuáticos y poniendo en riesgo la potabilidad.

Este es un problema que, en realidad, hace tiempo que se conoce. Hay estudios sobre peces afectados por las hormonas de las pastillas anticonceptivas (estrógeno y progestina) en el río Támesis. La contaminación por estos compuestos provocaba exceso de especímenes femeninos. Lo novedoso ahora es que un estudio liderado por la Universidad de York (Reino Unido) y del que participó Uruguay da cuenta del alcance global de la contaminación antropogénica: una cuarta parte de los cursos de agua urbanos analizados tienen niveles potencialmente tóxicos de principios activos farmacéuticos. Y, entre ellos, el Miguelete, el Pantanoso, el Canelón Chico y el río Uruguay (a la altura de Paysandú) revelaron datos preocupantes, si bien no figuran en los más contaminados de la lista. “Esta investigación llama la atención sobre la distribución mundial de esta contaminación. Estamos contribuyendo a una contaminación difusa de la cual no sabemos las consecuencias”, dijo a El País uno de los autores representantes por Uruguay, Horacio Heinzen, profesor titular de Farmacognosia de la Facultad de Química de la Universidad de la República (Udelar).

Este tipo de análisis de aguas residuales se utiliza en varias partes del mundo para estimar, por ejemplo, el consumo de drogas de abuso de una población.

¿Cuáles son los datos?

El estudio, publicado esta semana en PNAS, analizó las concentraciones de 61 principios activos –se eligieron “las principales drogas que se utilizan” a nivel mundial: desde paracetamol hasta loratadina– en 1.052 lugares a lo largo de 258 ríos de 104 países. Esto movilizó a más de 100 científicos para cubrir un área en la que habitan 471,4 millones de personas. En Uruguay se realizaron muestreos en dos puntos del Pantanoso (en la desembocadura y en Paso de la Arena), en dos puntos del Miguelete (en la desembocadura y en el Prado), en un punto del Canelón Chico (Paso Espinosa) y en un punto del río Uruguay (Paysandú). El nivel de contaminación y los contaminantes, hallados en general, no es novedoso, puesto que no hay una red formal de saneamiento en las inmediaciones. En total, se encontró una concentración de fármacos nada despreciable en las muestras del Miguelete: 20.474 nanogramos por litro. Esta es una medida general de la contaminación acuática por productos farmacéuticos de un lugar. Se calcula como la suma de todos los fármacos detectados en el punto de muestreo y, en total, es el promedio que sirve como medio de comparación con otras regiones o países.

Niveles tóxicos: una cuarta parte de los ríos del mundo.

Una cuarta parte de los ríos analizados para una estudio mundial tienen niveles potencialmente tóxicos de principios activos farmacéuticos y las mayores concentraciones medias acumuladas se han observado en cauces de ciudades como Lahore (Pakistán), La Paz (Bolivia) y Addis Abeba (Etiopía). El estudio señala que la contaminación farmacéutica afecta al agua en todos los continentes. Las muestras europeas más contaminadas procedían de una campaña de recogida en Madrid; las de Norteamérica se tomaron en San José de Cota Rica y en Australia correspondían a la ciudad de Adelaida. La investigación destaca que más de cuarta parte de los lugares de muestreo tenían, al menos, un principio activo que superaba los niveles considerados seguros para los organismos acuáticos o que estaban implicados en la resistencia a los antimicrobianos, resultados que, según los autores, demuestran la escala de la contaminación farmacéutica en el medioambiente. Las mayores concentraciones acumuladas de estos contaminantes se observaron en lugares del África subsahariana, Asia meridional y Sudamérica, en países de ingresos bajos y medios, y en zonas asociadas a infraestructuras deficientes de gestión de aguas residuales y residuos.

Los principios activos farmacéuticos más frecuentemente detectados en los ríos analizados fueron el antiepiléptico carbamazepina, el antihiperglucémico metformina y la cafeína. Otros contaminantes hallados en concentraciones potencialmente dañinas eran el propranolol (para problemas cardíacos como la hipertensión); el sulfametoxazol (antibiótico contra las infecciones bacterianas) o la loratadina (antihistamínico). La concentración más alta para cualquier principio activo fue para el paracetamol en un sitio de muestreo en el Río Seke (La Paz). (EFE) En este sentido, estos niveles de fármacos son mayores que los de Argentina o los de España, pero mucho más bajos que las ciudades que se colocaron en el tope: Lahore (Pakistán), La Paz (Bolivia), Addis Abeba (Etiopía) y Nueva Delhi (India). Deben considerarse que el caudal del río juega un papel importante: no es lo mismo el Miguelete que el Río de la Plata, el Amazonas o el Nilo.

Andrés Pérez Parada, docente de Química Orgánica en el CURE y segundo participante uruguayo, explicó: “Aunque en el ranking se figure en el puesto 11 esto no significa que se esté en lo peor del mundo, puesto que la información debe incluir el riesgo. Y acá estás sumando cafeína que es un compuesto que en Uruguay no es considerado un fármaco sino un estimulante que tenemos en el mate y que termina secretado por la orina, por más que se utilice en combinación con analgésicos”. Respecto a los datos recabados en Uruguay, Heinzen señaló: “Es interesante la distribución de algunos principios activos que merecerían un análisis más detallado”. Para empezar, de los 61 principios activos analizados solo se encontraron 17. Para comparar, en un lugar en el extranjero aparecieron 53. “Somos tomadores de mate y, por tal motivo, la cafeína está en el conteo. La cafeína (por ingesta de mate y por café), la nicotina (por cigarro) y el paracetamol son drogas que se venden libremente. Luego aparecieron algunos que me sorprendieron como antidepresivos (como citalopram)”.

También aparecen la gabapentina y la carabamzepina, dos anticonvulsionantes. Esta última “es una de las moléculas más recalcitrante (más difíciles de degradar) y por eso está siempre presente”. Otros son la metformina (antidiabético) y la lidocaína (anestésico local). Ya se tenía noticias de la presencia de la amoxicilina (antibiótico de amplio espectro).

Si bien no fue estudiado en esta oportunidad, ¿qué se podría esperar del Río de la Plata?

Pérez Parada, el que, además, realizó hace tres años un estudio similar en la Laguna de Rocha en búsqueda de hasta 250 principios activos, explicó que lo que se hallaría son “contaminantes trazas”; el problema con los arroyos urbanos es que los flujos son pequeños, no hay efecto de disolución y en sus márgenes hay asentamientos. “Todo eso atenta contra el ambiente y puede tener efectos letales para organismos acuáticos”, expresó a El País. Heinzen completó: “Las concentraciones pueden variar mucho y el efecto que pueden tener a niveles muy bajitos pueden ser absolutamente inocuos o pueden tener algún tipo de reacción que puede ser grave. Son cosas que hay que estudiar y conocer. Y añadió: “¿Qué pasa si los fármacos se combinan? ¿Se oponen? ¿Se suman? Esto nos debe preocupar”.   https://www.elpais.com.uy/

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