Desde que regresó del Congo, donde estuvo con las tropas uruguayas de “cascos azules” en Navidad, el presidente de la República no ha tenido descanso. El primer día del año lo pasó en Paysandú, recorriendo la zona afectada por un voraz incendio que se estaba haciendo difícil de controlar. El hecho de ser un presidente que está en los lugares donde pasan cosas, enoja a la oposición, que dos años después de las elecciones sigue sin entenderlo a Lacalle Pou. También desconcierta a los periodistas que a veces recurren a análisis muy simplistas para explicar los hechos.
Esto sucedió con el viaje al Congo. El presidente estuvo con las tropas uruguayas en la nochebuena y el día de Navidad.
Hubo quienes entendieron que se trataba de un mero gesto emocional, de esos que el presidente maneja muy bien. Sí, fue un gesto emocional pero fue mucho más que eso también. Un buen político siempre intenta mandar, con un solo gesto, varios mensajes a diferentes destinatarios. Eso hizo el presidente con el viaje de apenas un día. Por un lado hubo un gesto de empatía hacia las tropas estacionadas fuera del país en un día significativo en que lo pasaban lejos de sus familias. Fue un gesto profundamente popular. No entender que las Fuerzas Armadas tienen en el país, una popularidad en ciertos sectores, tanto del interior como en algunas barriadas de Montevideo, es ignorar su rol integrador para algunos sectores desfavorecidos de la sociedad. A ellos se les ofrece trabajo, formación y estabilidad. Ni los soldados, ni la juventud que concurre al Liceo Militar, ni muchos de los que se forman como oficiales en las tres fuerzas, provienen de las clases altas uruguayas. Por lo tanto, quienes en Uruguay celebraron la Navidad lejos de esos familiares, sintieron que el presidente los representaba al trasladarse al lugar donde estaban. El viaje del presidente Lacalle Pou al Congo refuerza la política de este gobierno respecto de las Fuerzas Armadas. A Uruguay le importa asumir las misiones de paz porque fortalecen su imagen de país mediador y pacificador como una estrategia de su política exterior. El viaje sirvió asimismo para reforzar la política que este gobierno lleva a cabo respecto a las Fuerzas Armadas. Hace poco el ministro de Defensa, Javier García, anunció cambios en los planes de estudio para la carrera militar, una transformación que implica un giro histórico. Este viaje también envía una señal clara de apoyo a esa política. Por último, pero no por eso menos importante, la ida al Congo es una señal al resto del mundo en cuanto a la importancia que Uruguay le da a las misiones de paz de la ONU. Con su concurrencia, el presidente reafirma una política de Estado seguida por los gobiernos anteriores. Por cierto, esa presencia implica beneficios en cuanto a la calidad de sueldos para soldados y oficiales y en cuanto a que mucho equipamiento militar que recibe de la ONU para el desarrollo de su misión, después pasa a ser parte de las Fuerzas Armadas uruguayas. A eso se suma que por la complejidad y los riesgos que implica una misión así, hay un mayor crecimiento profesional de soldados, suboficiales y oficiales. Algunos son especialmente reconocidos por el alto comando general de los “cascos azules”. Pero por encima de todo, a Uruguay le importa asumir estas misiones pues ellas fortalecen su imagen de país mediador y pacificador, como una estrategia fundamental de su política exterior. En setiembre de 2009, en Nueva York, el entonces presidente norteamericano Barack Obama presidió una cumbre con presidentes de países que tenían un compromiso importante por la presencia de sus tropas en operativos de paz de las Naciones Unidas. El entonces presidente Tabaré Vázquez recibió especial consideración por el apoyo dado por Uruguay. Es que en relación a su población, es de los países que más efectivos aporta a nivel mundial. Se trata de una política de Estado, a la que Vázquez dio importancia en su momento y ahora vuelve a hacerlo Lacalle Pou. Uruguay tuvo actuación en las Misiones de Paz en países como Camboya, Mozambique, Afganistán, Burundi, Chipre, Costa de Marfil, Etiopía, Eritrea, Georgia, Liberia, Sahara Occidental y Sierra Leona y en Sinaí tras el acuerdo de Camp David. Ahora además está en Haití y Congo. Fallecieron 35 efectivos en cumplimiento de su misión desde 1993 cuando se registró el primer caído en Camboya. Se estima que hasta ahora participaron casi 50.000 militares en las diferentes Misiones de Paz. Esa presencia muestra que para Uruguay se trata de una prioridad en su política militar y también en su política exterior. Visto todo esto, el viaje de Lacalle Pou fue mucho más que un gesto emocional. Fue un gesto que pretendió enviar señales de diferente calibre a distintos destinatarios. De ahí su enorme importancia. https://www.elpais.com.uy/