Dos potenciales invasores en la laguna de Rocha

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Investigadoras del CURE encontraron por primera vez dos especies con potencial dañino: una medusa y un cangrejo. No importa que la medusa mida un centímetro o el cangrejo no pase los tres centímetros. El tamaño de una especie invasora no importa. Lo que importa es que una población una vez descontrolada ocasiona efectos en la biodiversidad, a nivel ecosistémico, económicos e incluso pueden afectar a la salud humana. Y más aún en un área protegida como es la laguna de Rocha, donde se obtuvieron los primeros registros de dos especies que merecen atención: la medusa Blackfordia virginica y el cangrejo Rhithropanopeus harrisii. “Para nuestro país estas dos son especies exóticas y pueden catalogarse como potencialmente invasoras”, confirmó Ernesto Brugnoli, profesor adjunto de Oceanografía y Ecología Marina de la Facultad de Ciencias de la Universidad de la República (Udelar) e integrante del Comité de Especies Exóticas Invasoras de Uruguay. Al tratarse de los primeros registros en el país no están incluidas en la lista oficial de especies invasoras que contiene 42 especies (flora y fauna) y no es renovada desde 2015. Al respecto, agregó: “Estas dos especies y cuatro o cinco más podrían entrar a futuro”. La invasión de especies es la segunda causa de pérdida de biodiversidad por depredación, competencia, parasitismo y ocupación de nicho, según las Naciones Unidas.

Invasores: mejillón, alga y visones.

Una especie exótica invasora es un organismo que está fuera de su espacio de distribución natural históricamente conocido. Han sido transportados voluntaria o involuntariamente por el hombre, ingresan a un ambiente, se adaptan y empiezan a desarrollar sus poblaciones. Se dispersan y ocasionan efectos en la biodiversidad, a nivel ecosistémico, económicos e incluso pueden afectar a la salud humana. Además de la medusa Blackfordia virginica y el cangrejo Rhithropanopeus harrisii, las especies exóticas invasoras actualmente bajo estudio y con chances de ingresar a la lista es el mejillón dorado (Limnoperna fortunei), la macroalga Grateloupia turu turu y los visones (Neovison vison), entre otras. De todas, preocupa el mejillón dorado porque está colonizando todos los grandes ríos de Uruguay y está ampliamente distribuido en la Cuenca del Plata. Es una verdadera molestia ecológica y económica que mide entre los 3 y los 4,5 centímetros. “Se fija en sustratos duros como rocas, tuberías, cañerías, turbinas, tomas de agua y más. Ha afectado a industrias nacionales, represas hidroeléctricas, de agua potable y de riego”, dijo el experto Ernesto Brugnoli a El País.

Hidromedusa.

¿Cómo es la Blackfordia virginica? La respuesta no está a simple vista. Se tiene que usar una malla de perforaciones diminutas para atraparla y una lupa especializada para observar su estructura y así identificar la especie. Mide hasta un centímetro por lo que una sola puede pasar inadvertida pero al protagonizar blooms se la puede encontrar por centenas. Por tamaño recuerda a la tapioca (Liriope tetraphylla), una conocida medusa de nuestras playas que puede amargar un día de verano por su sustancia urticante. Algo bueno de la Blackfordia virginica es que no pica. Pero la pregunta más importante es: ¿cómo llegó hasta la laguna de Rocha si es originaria del Mar Caspio y el Mar Negro? El viaje lo comenzó hace tiempo. En la década de 1960 ya había sido registrada en el Atlántico Sur y en el 2000 fue vista en el Río de la Plata (fuera de la parte correspondiente a Uruguay). Victoria Vidal, investigadora de Ecología Funcional de Sistemas Acuáticos en Centro Universitario Regional del Este (CURE) dijo a El País: “Como muchas especies invasoras marinas se atribuye su dispersión por el tráfico de barcos”.

La Blackfordia virginica viaja en el agua de lastre de los barcos que es cargada en un puerto y descargada en el otro y lleva consigo a varios organismos. Algunos de estos sobreviven al nuevo ambiente, logran adaptarse (influye el cambio climático) y se empiezan a reproducir. “Esta medusa tiene algunas características que le dan una condición de buena colonizadora de nuevos ambientes”, señaló. Una de ellas es que es eurihalina, es decir, puede vivir en aguas que poseen un amplio rango de concentración de sales. También le gustan las altas temperaturas y, como la laguna tiene poca profundidad, alcanza temperaturas más elevadas que el mar en verano y que favorecen sus blooms. “La encontramos con picos de abundancia en dos febreros”, apuntó. No hay que olvidar que les ofrece mucho alimento: huevos y larvas de peces y de crustáceos. Y, justamente, este puede ser uno de los principales problemas de su invasión: generar pérdidas para la pesquería y el desplazamiento de las especies autóctonas. El próximo paso para Vidal, en compañía con la investigadora Irene Machado, es definir si la población de Blackfordia virginica está establecida en la laguna de Rocha (la hipótesis es que sí lo está) y si se la encuentra en otras partes del país. Hay que encontrarlas, por ejemplo, en su fase larval, distinguir entre machos y hembras y ver si se reproducen localmente.

De norte a sur.

La laguna de Rocha es también hogar de otra especie potencialmente invasora que fue registrada por primera vez: el cangrejo Rhithropanopeus harrisii (su nombre común es cangrejo del fango americano).

 “Encontramos larvas de esta especie del lado del mar”, dijo Irene Machado para compararlo con la ubicación en la que fue hallada la medusa Blackfordia virginica. Esto sugiere que los adultos se estarían reproduciendo en la zona costera del este. El R. harrisii es un pequeño cangrejo omnívoro eurihalino (capacidad de vivir en aguas que poseen un amplio rango de concentración de sales), originario de la costa del Atlántico Noroccidental, más cercano a la costa del estado de Florida. Es considerado una especie invasora en varios estuarios y zonas costeras de América del Sur, Europa y Asia y ya se conocía que estaba establecido en la Laguna de los Patos (sur del Brasil). Al igual que sucede con Blackfordia virginica, este cangrejo se ha movido por el mundo gracias al transporte marítimo intercontinental. Y ha encontrado aquí condiciones para sobrevivir; por ejemplo, la temperatura del agua en el área costera adyacente a la laguna de Rocha estuvo entre los 19º y los 22,4º y la salinidad osciló entre 12% y 32,5% durante los muestreos. Machado, investigadora de Ecología Funcional de Sistemas Acuáticos en el CURE, indicó que el monitoreo y seguimiento de esta especie en sus diferentes estadíos (larval y adulto) son necesarios para evaluar el grado de establecimiento y las potenciales consecuencias ecológicas en esta área protegida (por ejemplo, depredación de peces), así como en otros sistemas costeros y estuarinos del país. https://www.elpais.com.uy/

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