Aunque tiene menos de 5 habitantes, cuenta con Constitución, bandera, himno y moneda propia. Conocé la historia. Dos torres de metal unidas por una cubierta componen el territorio ‘oficial’ de una pequeña comunidad que se autoproclamó como principado a mediados del siglo XX. Ubicadas en las aguas del mar del Norte, estas hojas de acero representan la ‘casa’ de una particular micronación que viene reclamando, desde hace más de cincuenta años, el reconocimiento internacional de su soberanía. La primera paradoja de su pedido es que su tierra está inmersa en la circunscripción marítima del Reino Unido. Una historia que podría rayar en lo absurdo, pero que, en últimas, es la crónica del ‘país más pequeño del mundo’: el Principado de Sealand.
Primero fueron los piratas
Los primeros pasos del diminuto país comenzaron en los prolegómenos de la Segunda Guerra Mundial. En 1942, cuando la avanzada del ejército alemán era la amenaza más preocupante en Europa, los militares británicos decidieron construir varias fortalezas marinas en los estuarios de los ríos Támesis y Mersey.
Se denominaron los fuertes Maunsell.
Terminado el conflicto global, esas construcciones de metal, que llegaron a albergar potentes cañones, quedaron prácticamente sin función oficial a mediados de los años cuarenta. Varias de estas fueron desmanteladas, otras tomaron un valor histórico y unas tantas fueron tomadas por ciertos grupos de piratas radiofónicos que pretendían explotar la favorabilidad de su ubicación geográfica para emitir señales de audio. De tal forma, los gomosos radiales se ‘adueñaron’ de los fuertes militares e implantaron una seguidilla de emisoras ‘al margen de la ley’ que ambientaron el crecimiento de las juventudes británicas en la década de los sesenta. Entre esas bases de antenas estaba el fuerte de H. M. Roughs, la cual, en medio de circunstancias extrañas, pasaría a ser en 1967 un hito en la historia de la geopolítica.
Nace el Principado de Sealand
Patrick Roy Bates, un antiguo miembro de la marina británica, llegó a las Torres de Roughs con la idea de imponer su propia radio pirata. Sin embargo, despojando a quienes estaban sitiados allí, desistió de su pretensión inicial y optó por independizar los 500 metros cuadrados que pisaba junto con su mujer. A su aventura política decidió proclamarla como el Principado de Sealand. En cuestión de ocho años, a mediados de 1975, la familia Bates emitió la moneda, diseñó la bandera, redactó la Constitución, compuso el himno y creó los pasaportes de su nueva nación. ‘Libertad desde el mar’ se lee como lema en el escudo que también instalaron. Todo se dio en aparente calma hasta que, en 1978, los alemanes volvieron a representar una amenaza para la ‘autonomía’ de su territorio.
Sobrevivir el «golpe de Estado»
Alexander Achenbach, un abogado germánico, irrumpió con un equipo de mercenarios en Sealand en agosto de 1978.El hombre, portando uno de los singulares pasaportes nacionales, se autoproclamó como ‘primer ministro’ de Sealand.
Aquello fue lo más parecido a un Golpe de Estado.
El equipo de Achenbach tomó en cuestión de minutos a Michael Bate, hijo de la familia fundadora, como rehén. Tras ser liberado a kilómetros de Sealand, el heredero de los Bates regresó a ‘su tierra’ y, como en una escena de película, se armó de pistolas, capturó a los subversivos y los declaró como prisioneros de guerra. Según algunos registros, los gobiernos de Alemania y Países Bajos, de donde provenían los ‘golpistas’, le pidieron a su homólogo británico la liberación de sus ciudadanos. Pero, amparado en un supuesto inconveniente naval que tuvo la armada oficial con los hombres de Sealand, no pudo dar ninguna solución directa. Eso sí, un diplomático del Reino Unido lideró las conversaciones que derivaron en la salida de los ‘reos’.
Un atractivo mundial
Ante la dificultad estatal que representaba el Principado de Sealand, el gobierno británico tuvo que ampliar su franja marítima oficial en 1987 y acogió las Torres de Roughs en su circunscripción. Desde entonces, los habitantes del lugar no suelen ser más de cinco personas. Michael Bate, quien fuese el ‘segundo liberador’ del país, es el mandatario actual. Aunque su lucha por la libertad, que clama su escudo de armas, parece seguir en los ideales patrios, el país más pequeño del mundo se ha convertido en toda una atracción global. Tienen una cuenta de Twitter en la que promocionan todo tipo de ‘gestas’ de gente que simpatiza con su causa. Entre sus ‘logros’, resaltan que Jacob Rizke, el menor que llegó a la estratosfera con Jeff Bezos y su nave de Blue Origin, llevó su ‘sello oficial’ al espacio. En su página oficial se venden documentos de identidad, títulos nobiliarios, sellos postales y banderas de escritorio, entre otros elementos particulares.
Títulos nobiliarios Principado de Sealand
La página oficial del Gobierno de Sealand vende distintos títulos nobiliarios para sus simpatizantes o ‘ciudadanos’ alrededor del mundo. ¿Cuáles son los requisitos para ser ciudadano del Principado de Sealand? Pagar 24.99 libras esterlinas (unos 1.466 pesos uruguayos). No se necesita más para ‘subirse al barco’ de esta insólita aventura. https://www.elpais.com.uy/