El puerto de Salto con su edificio de resguardo y de la aduana

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Foto: ANP

El Puerto de Salto comenzó a funcionar por la década de 1830, y con el paso del tiempo se modernizó; se cambiaron los muelles de madera por los de hormigón, que todavía siguen vigentes. Además, tiene dos edificios emblemáticos e históricos: el de resguardo y el de Aduana. El puerto de Salto está ubicado en el extremo oeste de esa ciudad, con acceso por costanera Norte y Brasil. Está delimitado al norte por la calle 19 de abril y su prolongación hasta el muelle del Ferrocarril, al oeste por el Río Uruguay, al sur por la dársena sur y al este por la calle Chiazzaro. La actividad portuaria en la ciudad de Salto comienza en la década de 1830, con la creación de una receptoría y posteriormente una Aduana, alcanzando a partir de la década de 1850 un auge inigualado en el litoral uruguayo. Los primeros muelles y embarcaderos fueron construidos en madera y sustituidos paulatinamente a partir de las primeras décadas del siglo XX por las construcciones de hormigón aún existentes. La actividad comercial del puerto era complementada por compañías fluviales de navegación que desde mediados del siglo XIX se crearon para conectar con otros puertos del bajo Uruguay e incluso con Montevideo y Buenos Aires. El puerto de Salto cuenta con un muelle a cota 4.50 y 10.50 y su cabecera tiene 140 metros de largo. Dentro de la superficie delimitada quedan incluidos los muelles principales de hormigón, las grúas, el muelle de alta creciente, el muelle metálico del ferrocarril que tiene un diseño atemporal y estructura indestructibles, el edificio de resguardo y el de la Aduana. Dentro de esa misma área podemos encontrar la plazoleta Roosevelt, la Plaza Italia y su Mástil Antena, las Plazoletas de los Recuerdos, del Líbano, del Leonismo y 1º. de mayo, además de las explanadas portuarias de maniobras.

Los muelles principales

Esta estructura forma una especie de quiebre de su iniciación desde el Resguardo hacia el río, que dobla hacia el sur en forma casi paralela al curso fluvial. Se componen de dos niveles, uno a la altura de la amplísima explanada inferior y la otra a la del tramo de acceso. A la estructura de losas y pilares se agregan cruces de San Andrés del mismo material. Sobre el tramo paralelo al río se movilizan las dos grúas metálicas. Estas instalaciones han soportado innumerables inundaciones y resistieron de manera formidable. Adquirieron una pátina característica del hormigón que permanece mucho tiempo bajo el agua. Por su parte, el perímetro de explanadas está cercado con muros y rejas.

El edificio de resguardo

Este edificio es el primero que acoge al viajero al descender en los muelles de Salto. Se trata de una construcción muy sencilla compuesta de una planta de tres rectángulos que se componen en forma casi simétrica, con una cubierta liviana de chapa sobre cerchas de madera a cuatro aguas. Ha tenido funciones de resguardo, por eso lleva ese nombre, y a veces de Aduana, y ha pasado mucho tiempo de su vida bajo agua debido a las crecidas del río ya que cuando se superan los 10 metros la invaden. La planta alta presenta un balcón con barandas de hierro forjado, así como la escalera de acceso original. Debajo de ese balcón que recorre todo el perímetro hay una galería para protegerse del sol y la lluvia. Las fachadas, que son todas simétricas, manifiestan sus diferencias acordes a la orientación y funciones. Los vanos, con dinteles escárzanos se ubican en un adecuado ritmo, de llenos y vacíos. La simetría se jerarquiza con un pórtico de falsas columnas que rematan en la cornisa perimetral, destacándose con molduras a modo de simples capiteles. Su máximo valor consiste en la pertenencia al conjunto del área portuaria. Debe señalarse que en la actualidad en la planta superior funciona el Museo del Río, que es administrado por una Comisión de amigos de la navegación y el curso fluvial.

El edificio de la Aduana

«Mirando el puerto hacia el centro se advierte el edificio de la Aduana, de sólida construcción y de buen gusto arquitectónico. Es el mejor de los edificios públicos de la ciudad», había escrito C.A.Lecueder en el libro Uruguay a través de un siglo de 1910. El edificio se inició en 1860 y se estima que terminó de construirse en el año 1904. Es una obra que probablemente la haya hecho un constructor italiano y manifiesta un talento creativo, libre en sus concepciones. El acceso principal es fácilmente identificable ya que se ubica en el eje de simetría de la fachada, destacándose el sitio con un volumen elevado que contiene un reloj y un escudo nacional. La fachada principal se divide en siete paños, donde cada uno de ellos contiene dos vanos, uno sobre el otro. Estos paños no son idénticos entre sí. Tres de ellos, los centrales contienen balcones que se apoyan sobre originales ménsulas de geometría pura que anticipan un gusto más austero. La ornamentación general cuida el estudiado ritmo y consiste en columnatas chatas que luego se dividen de a dos pares, donde se destacan a modo de pórticos el acceso y los paños principales, a su vez, éstas contienen un despiezo horizontal. Los llenos semejan despiezos de ladrillo visto, siendo en algunos dispuestos en fajas, detalle que se repite en la mayoría de los dinteles de medio punto de la planta superior. Las dovelas de estas plantas se continúan como columnas llegando hasta el arquitrabe. La cornisa continua en todo el edificio, se altera en las esquinas de la fachada principal, transformándose en un tímpano, que corresponde a las cubiertas a dos aguas de los grandes salones. Estos están techados con cubiertas a la porteña a dos aguas, con una estructura sustentante que consiste en dos cerchas de madera, a la vista. En los restos de las salas aparecen los cielorrasos. En el interior de los salones se abren hacia un patio circunvalado por una gran galería, abierta en dos niveles, cuyo entrepiso es enteramente de madera. Las esquinas y algunos detalles se resuelven con el clásico almohadillado de sillería (imitación). Es un conjunto realmente magnífico y singular. Cabe señalar que a principios del siglo XX, intervino en la ampliación y terminación del edificio el reconocido arquitecto italiano Domingo Francisco Rocco, autor de notables edificios y viviendas de la ciudad de Salto. https://www.republica.com.uy/

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