Un uruguayo veterano de Malvinas

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Entrevista con el vicealmirante (R) argentino Alvaro José Martínez

Coordinar la vigilancia marítima para evitar la pesca ilegal en la zona de pesca común entre Uruguay y Argentina y fortalecer el liderazgo y la educación en el sector civil, son dos de las recomendaciones que realiza, frente a la realidad de un mundo cambiante, el vicealmirante (R) argentino Alvaro José Martínez. El vicealmirante Martínez, quien nació en Uruguay, tuvo entre otras responsabilidades ser secretario académico adjunto de la Escuela de Guerra Naval y presidente y gerente general de la Fundación Sanidad Naval Argentina (Fusana), además de haber participado en la Guerra de Malvinas. En diálogo con La Mañana dijo que “existió una ausencia total de una evaluación racional del escenario que se presentaba”, con referencia al conflicto bélico que enfrentó a Argentina con Gran Bretaña.

Usted nació en Uruguay, ¿cómo llega entonces al cargo de vicealmirante en Argentina?

Nací en Uruguay en 1953 e hice mis estudios de primaria y secundaria en los Hermanos Maristas. Después estudié preparatorios en Ingeniería en Juan XXIII. Eso fue en los años 1970 y 1971 lo que fue algo frustrante por la situación que se vivía en el país. Estaba de novio con quien es mi mujer en la actualidad, que es hija de un militar argentino. Y entonces partí hacia Argentina, donde vine a buscar aventura y formación y creo que la obtuve. La Armada me dio entonces oportunidades muy importantes de formación y capacitación. Pasé por todos los cargos, operativos y administrativos. Fui rector universitario del Instituto Universitario Naval, director de la Escuela de Guerra, director general de Personal y además como comandante. Por lo tanto, puedo decir que me siento muy satisfecho con la carrera que pude hacer.

Estuvo en Malvinas durante la guerra de 1982. ¿Cómo analiza ese conflicto cuando están a punto de cumplirse 40 años del mismo?

Creo que hoy se analiza desde una perspectiva distinta, tanto desde un punto de vista militar como político. Lo que nos deja como enseñanza es cómo pensar y manejar hoy, ante las situaciones de conflicto, cuál es el mejor empleo de las fuerzas armadas. Si miro a lo lejos lo que fue la participación de las fuerzas armadas y la política, veo que existió una ausencia total de una evaluación racional del escenario que se presentaba. Faltó un análisis de las capacidades operacionales del oponente previo a entrar en combate. Para nosotros los militares, si bien pasaron 39 años, siempre lo tenemos presente, sobre todo por la memoria de los 649 muertos, de los cuales casi el 50% (323) quedaron en el General Belgrano. Para los navales ese es un golpe muy importante. Desde el punto de vista militar, una lección muy relevante de este conflicto es que el entrenamiento y la capacitación son clave.

Al día de hoy y viendo la realidad global y regional, ¿estamos muy lejos de que existan conflictos militares regionales o que desde extraregión se puedan trasladar a esta zona del mundo?

Estamos muy lejos de una posibilidad así. Creo que hoy existe una concepción distinta. La Guerra de Malvinas dejó una enseñanza: dejar de lado ese triunfalismo o pasión para ir a los conflictos. Debe primar la racionalidad, además de existir un espíritu de cooperación y colaboración. No somos parte de otras regiones del mundo donde hay conflictos. Veo lo que ocurre en Medio Oriente y me duele muchísimo. Enfrentamientos de ese tipo en nuestra región serían impensables.

¿Cuáles son entonces los desafíos que las fuerzas navales de Latinoamérica enfrentan hoy día?

Si pensamos en lo que es el mar territorial y sus recursos naturales, y tenemos en cuenta la pesca ilegal o no declarada, apreciamos la importancia del trabajo en conjunto entre Uruguay y Argentina. Nuestros países tienen una zona común de pesca y ahí se puede desarrollar un trabajo muy importante de intercambio de información y de definición de las responsabilidades que tiene cada Estado rector en los puertos. Como existe una zona de pesca común y un acuerdo vigente, debemos seguir en esta materia políticas coordinadas. No es posible que de un lado se permita el descarte (NDR: devolver al mar las capturas no deseadas, vivas o no) y del otro no. Los amplios acuerdos y su cumplimiento desalientan la pesca ilegal a la vez que protegen a los pescadores legítimos, que se ven afectados con estas prácticas. Al mismo tiempo defendemos el ecosistema porque sin estas normas no hay evaluación de la pesca y cómo se ve afectado ese ecosistema.

Fortalecer el liderazgo

Usted fue director de Personal Naval. ¿Qué lecciones se puede trasmitir de ese manejo de personal militar hacia la sociedad civil?

Uno de los temas fundamentales es la educación y el liderazgo. Una organización de este tipo requiere mucha flexibilidad, principalmente cuando se analizan los objetivos perseguidos. La clave pasa por tener líderes que estén bien consolidados. El otro punto es la educación. Sin ella no vamos a ningún lado ya que es el eje de la innovación y el desarrollo, pudiendo tener una organización bien conformada sobre la cual se puede proyectar. Si tuviera que dar una recomendación hacia el mundo civil, sería apalancar el desarrollo del liderazgo en la organización y armar bien los equipos de trabajo. Se debe respaldar a quienes tienen capacidad de talento y pueden trabajar en equipo, porque serán los motores del cambio. Estamos en una situación muy particular a nivel global con una pandemia y usted estuvo al frente de una fundación (Funsana) que apoya a la sanidad naval

. ¿Cómo observa el desarrollo de esta crisis sanitaria mundial y cómo pueden colaborar los militares frente a la misma?

Uno de los problemas más importantes que tenemos en Argentina es la fragmentación de los servicios de salud y eso lleva a su magro desempeño. En ese sentido, las Fuerzas Armadas tienen la capacidad de comando y control. La salud militar está más compartimentada, pero no se vuelca a la salud pública y tiene una distribución a lo largo de todo el país. Se podrían integrar los servicios de salud de las Fuerzas Armadas con la salud pública y armar una red integral, donde la clave es la gobernanza común y el intercambio de información. De esta manera, por ejemplo, frente a una pandemia saltan las alarmas y si la red está bien coordinada, la respuesta puede ser mucho más inmediata.

¿Cómo ve que puede quedar la situación de los países tras la pandemia en materia de defensa?

La pandemia afectó en la parte presupuestal y económica. Los países han tenido que repensar sus presupuestos y focalizarlos hacia la lucha contra la pandemia, dejando de lado la renovación de medios militares. La situación muestra que en materia presupuestal se requiere más hacia la salud y en la educación también, se requiere una reconversión apuntando a la enseñanza a distancia, y esto lleva a pensar en la conectividad y la distribución de material informático. Lo que existe es un cambio de paradigma. Por eso siempre digo que es importante tener gente capacitada y formada, porque esos serán los agentes de cambio que van a permitir adaptarse rápidamente en este escenario volátil y complejo.

¿Mantiene un vínculo con Uruguay y visita a menudo?

Lamentablemente, la pandemia me ha cortado mis habituales viajes a Uruguay, que es mi segunda casa. Tengo familia en ese país y amigos, que es lo que más extraño. Pienso que lo más importante que tenemos los seres humanos es el contacto con el otro y todo aquello que demuestra los afectos. Lo que más extraño es poder compartir con los amigos, a quienes mando un abrazo fraterno. https://www.xn--lamaana-7za.uy/

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