Tres recordados barcos de la carrera en 1885

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Este es otro triple milagro que se nos dio con esta extraordinaria foto por tratarse, primero, de una excelente e informativa imagen que testimonia actores y actividades en un día del quehacer portuario de hace 130 años.

Un segundo milagro es porque nos parece que el fotógrafo sabía lo que estaba registrando ese día, e hizo la foto en dos tomas y luego las juntó en un trabajo de excelente calidad y precisión.

Sea como sea la foto es estupenda. El tercer milagro lo hizo quien hace algunos años nos envió esta foto en forma anónima, obviamente con nuestro agradecimiento, pero nunca pudimos identificar los tres barcos de pasajeros con paletas laterales que aparecen en la imagen. Eso fue así hasta que un amigo naviero de Buenos Aires la vio y prometió identificar los barcos de pasajeros. Meses siguientes nos la devolvió con los datos deseados, seguramente tras consultar a los viejos prácticos de puerto de Argentina.

No estamos seguros, pero suponemos que fueron ellos quienes identificaron al momento los tres barcos de la carrera tal como lo hacemos nosotros con los cruceros. Ver tres barcos de la carrera en Montevideo en el mismo día nos está diciendo que estamos en plena temporada veraniega, cuando millares de argentinos y uruguayos residentes en la vecina orilla venían unos a disfrutar de nuestras playas y otros a visitar familiares. Por supuesto que Punta del Este no existía, así que las visitas eran por reunión familiar y/o por las playas de Montevideo, ya que Pocitos y Buceo eran un lujo y Carrasco el más allá. Desde la izquierda el primero de los barcos es el «Río de la Plata», le sigue el «Venus» y el tercero es el «Londres».

El «Venus» había sido construido en Inglaterra en 1880 y tenía 90 metros de largo. Estuvo en servicio hasta 1915, pero sabemos que en 1930 hacía excursiones a Foz de Iguazú. Luego se ven numerosos remolcadores de poca potencia si los comparamos con los actuales, y lanchas para embarque de mercaderías, y valijas o baúles de los viajeros o de los inmigrantes. En cuanto al muelle donde todos los barcos están recostados, parece ser el muelle Maciel de hierro y tablazón de madera donde estaban las oficinas de la Prefectura de Montevideo. Por último nos preguntamos quién ordenó sacar esta foto y para qué, porque no creemos que la hayan pedido los armadores de las barcos de la carrera ni los remolcadores ni la Prefectura, y la Administración Nacional de Puertos no existía. Además ningún diario de la época la hubiera ordenado tomar. Sin embargo esta costosa foto alguien la mandó sacar. Por último, los barcos de pasajeros de la carrera a paletas laterales o a popa fueron el denominador común, hasta que en 1918 vinieron los famosos «Ciudad», lujosos, a hélices, rápidos, y los primeros a turbina en llegar al Río de la Plata.

Pero aquellos tres barcos a paletas como los inolvidables «General» están sin duda en la memoria de muchísimos argentinos y uruguayos de edad que viajaron en ellos. Y por supuesto quién se puede olvidar de los «Ciudad» que para aquella época eran unos verdaderos «Queen Mary» en los que viajaban los artistas argentinos y hasta hubo casamientos, desfiles de modas a bordo, e incluso Evita viajó en uno de ellos en el camarote del armador. Y jamás olvidaremos aquella inolvidable escena de ver bajar por la lujosa escalera del interior del barco, desde el comedor, escalón por escalón, con exquisita precisión cronométrica, a una reina que era nada menos que Mirtha Legrand por los años 50.

Creemos que todos los bonaerenses y montevideanos viajamos en los «Ciudad», e incluso los argentinos fueron hasta Piriápolis en ellos. La verdad: nosotros viajamos en uno de ellos y el ruido que hacían sus motores y vibraciones no dejaban dormir, estaban ya al fin de su carrera. Decimos estaban, pero en realidad hay que decir estaba porque el único que quedaba era el «Ciudad de Montevideo» ya que su gemelo, el «Ciudad de Buenos Aires», había sido embestido en el Río de la Plata por un carguero norteamericano que lo hundió por 1957; ya eran viejos, pero no había otros. Años más tarde López Mena incursionó con algunas naves de pasajeros sin mayores cambios; estudió el escenario turístico rioplatense y un día dio el gran salto y lo cambió todo a favor del viajero, felizmente.

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