INUNDACIONES Y DAMNIFICADOS

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* (Por  Yamandú E. Flangini)

Cuando la gran crecida del Río Uruguay en 1959, muchos fueron los damnificados, en Paysandú, Salto, Santo Domingo de Soriano, perdieron sus pertenencias, y sus hogares quedaron seriamente afectados o destruídos. Pasada la catástrofe, hasta hoy no superada en altura de aguas, fuerzas vivas, Gobierno y voluntades de servicio, aportaron para reparar los perjuicios, reponiendo incluso viviendas, en áreas no sujetas a posibilidad de ser inundadas. Reuniones de programas y previsiones siguieron al trágico evento, proponiendo y analizando soluciones. Las más indicadas, eran dejar libres las cotas de posible inundación en las riberas de ríos y afluentes, procurar posibles ocupaciones para suplir aquellas que los habitantes de las zonas bajas justificaban el porqué de sus viviendas en la ribera. Las propuestas fueron muchas, la realidad otra. Las viviendas que fuerzas vivas generosas otorgaron a damnificados, en muchos casos fueron enajenadas, o simplemente abandonadas, para regresar a la ribera del río. Otras viviendas, fueron “desmanteladas”, vendidas sus partes y luego abandonadas, y tampoco hubo soluciones de trabajo. Las reuniones se diluyeron, las voluntades se cansaron, el tiempo y el olvido ganaron la partida. Años después se creó el MVOTMA, pero las soluciones no han sido conocidas. Las áreas de cotas inundables mantienen la instalación de viviendas. Los desplazados tras la crecida, una vez retiradas las aguas, sólo tienen como solución, limpiar y volver.Hasta otra. Los que se sirven de pesca, recoger maderas, y otras tareas en la costa, no tienen posibilidad de otras formas de trabajo, y vuelven a la ribera. Las viviendas en cotas amenazadas sólo por crecientes extraordinarias, no han sido previstas construir sobre pilares que protejan al menos los enseres. Es muy difícil y de largo aliento, desplazar en ciudades como Paysandú y Salto, partes urbanizadas en zonas bajas, incluyendo los establecimientos portuarios. En los asentamientos precarios, la solución física no es imposible. A éstos sólo lo resuelve la prohibición de construcciones hasta una cota que supere la altura de aguas extraordinarias previstas. Se sugirieron zonas parquisadas, o incluso pequeñas quintas o granjas, cuya producción en caso de ser afectadas, no causa perjuicio sensible.

Lo urbano en riesgo, en lo privado, ir desestimando cualquier nuevo emprendimiento edilicio. En lo público, salvo lo portuario trasladarlo fuera de la zona.- A los pescadores, dotarlos de conocimientos y apoyo para desarrollar acuicultura en aguas cerradas, con especies fáciles de cultivar, hasta que sus posibilidades permitan un desarrollo tan avanzado como para la cría de especies de alto valor comercial. Otros productores, flexibilizar costos de instalación de industrias, en particular, derivadas del agro.Estas entre otras, fueron sugerencias de interés primario. Las inversiones en soluciones apropiadas, de alejamiento de las áreas normalmente inundables, serán menos onerosas.-con menos dolor y sacrificio, si de una vez por todas se encaran soluciones verdaderas, que no caigan en el olvido o en la desidia como en años posteriores a 1959, ni sean temas sin atención e interés de las autoridades y ministerios que debieron encarar en tiempo oportuno, como evitar desgracias previsibles. El tornado no es previsible, ni se sabe cuándo volverá a ocurrir, ni dónde. Las inundaciones son previsibles y se sabe dónde pueden ocurrir y hasta el nivel de las mismas.-En 1959 se conocía una periodicidad de cada 18 años (1923,1941, 1959), esto evidentemente ha variado, lo que exige más atención. Si el MVOTMA es quien tiene la palabra, es más necesario dar soluciones a estos casos ciertos, que perder tiempo y costos innecesarios, en un puerto de aguas profundas que se podía saber, no era posible por razones más que previsibles y reales.-(YEF)

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