EL ÚLTIMO INTENTO DE UNA ISLA CONDENADA A DESAPARECER

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Kiribati, uno de los archipiélagos más vulnerables al cambio climático en el Pacífico Sur, estudia elevar su territorio de manera artificial para lidiar con la subida del nivel del mar, un fenómeno que amenaza la existencia de ese país.

 

La mayoría del territorio kiribatiano, formado por 33 atolones coralinos y una isla volcánica, se alza menos de dos metros por encima del nivel de las aguas. Un equipo de ingenieros de Emiratos Árabes Unidos, que erigieron en ese país la isla artificial más grande del mundo, visitaron en enero Kiribati para buscar “soluciones técnicas y factibles” a los problemas que sufre el país oceánico.

“Tenemos que buscar estrategias de adaptación más allá de la migración (…) se trataría de elevar el terreno, porque una isla artificial no sería capaz de soportar las mareas altas y tormentas”, afirmó el presidente del país, Anote Tong, a Radio New Zealand. El proyecto, que será estudiado durante el presente año, cuenta con un presupuesto estimado en 100 millones de dólares (casi 90 millones de euros) y forma parte de las calificadas como “soluciones creativas” que evalúa el Gobierno. El material para alzar la tierra procedería del dragado de lagunas internas. La subida de las aguas, producto del deshielo de los polos a raíz del calentamiento global, hace peligrar el modo de vida actual de los 103.000 habitantes del país. Los acuíferos de agua potable han sido contaminados casi en su totalidad por la entrada de agua salada, lo que imposibilita la actividad agrícola. Los diques tampoco soportan el envite de las olas y las inundaciones son cada vez más frecuentes. A pesar del compromiso mundial para frenar el cambio climático y reducir las emisiones de carbono alcanzado el pasado diciembre en París, Tong reseña el complicado futuro de Kiribati.

“La ciencia continúa indicando que acabaremos bajo el agua en menos de un siglo”, señala el presidente. Tong advirtió -en la Conferencia del Cambio Climático para el Pacífico celebrada este mes la ciudad neozelandesa de Wellington-, que en cinco años podría comenzar la migración de los primeros refugiados por el cambio climático.—El presidente de Kiribati, quien se mostró afín a aceptar donaciones procedentes de fundaciones privadas para los proyectos futuros, defendió en Nueva Zelanda “las innovadoras iniciativas que le dan esperanza a aquellos lugares que ya no la tienen”. “Hay luz al final del túnel. Lo que puede ser visto como algo inalcanzable e imposible, podría ahora convertirse en la solución no solo para Kiribati sino para todos las islas de poca altura”, apuntó. Kiribati, que en 2012 negoció la compra de 2.200 hectáreas de terreno en la isla fijiana de Vanua Levu, también estudia otras propuestas incluida la de trasladar a la población encima de una gigantesca plataforma flotante, similar a las que ensamblan las compañías petroleras para extraer crudo del lecho marino.“Nuestros líderes estudian construir terreno artificial porque nuestros vecinos todavía no están dispuestos a aceptarnos en sus terrenos más elevados” apunta a Efe Claire Anterea, miembro de la organización medioambiental “350”, vía Facebook.—Aunque la activista kiribatiana muestra sus reticencias ante el proyecto de crear terreno artificial, asegura que la aceptarán si es una buena solución para la “supervivencia” de la población.“Invertiría el dinero en comprar tierras en Australia o Nueva Zelanda y construir hogares para nuestra gente. Creo que es una idea más acertada que gastar millones en edificar terrenos artificiales que todavía serán frágiles (…) Las mareas cada vez son más altas y las tormentas más fuertes”, sentencia Anterea.- El caso de Kiribati no es único; otras naciones insulares del océano Pacífico de baja altitud -como las Islas Marshall, Tuvalu o Tokelau- afrontan el mismo problema.- (Cromo.com.uy)

 

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