La contrapartida es la apertura del mercado interno a los productos de esos países, compitiendo directamente con las estructuras domésticas en algunos sectores. Pero las ventajas superan largamente los inconvenientes. El país necesita vender más, como lo evidencia la caída de 16% en exportaciones en lo que va del año. El impacto, unido al decaimiento del consumo interno, adelanta que difícilmente pueda alcanzarse la meta oficial de crecimiento del 2,5% del Producto Interno Bruto este año. Igual panorama es anticipable en 2016, a menos que podamos ingresar libremente a más mercados, bajo acuerdos como el TPP y la Alianza del Pacífico, también resistida en tiendas oficialistas, a los que se agrega el trabajoso avance hacia un TLC del Mercosur con la Unión Europea.
Es obvio que el desarrollo del intercambio comercial se encamina a acuerdos de bloques conformados por varios países, curso al que Uruguay tiene que incorporarse necesariamente. No hacerlo es condenarse a un aislamiento empobrecedor. Esta realidad debe inducir responsabilidad y sentido común en los sectores del Frente Amplio que forzaron nuestro retiro del TISA. La participación en ese acuerdo internacional de servicios fue frustrada por temores frenteamplistas y del PIT-CNT por posible incidencia en el control estatal de las empresas públicas y las telecomunicaciones y por resabios ideológicos contra Estados Unidos. Al margen de que Washington también está presente, la situación es diferente con el TPP, ya que no se trata de presunto menoscabo a organismos del Estado sino de liberar aspectos globales del intercambio. Y aunque la idea no les guste a los sectores que disienten con la política del gobierno, tienen que reconocer que quedar fuera de los bloques de libre comercio amenaza convertir en noche cerrada el ocaso sin sol que sobrevuela el país.- Por Nicolás Garrido.- (El Observador)