Cuando comenzamos la crónica marítima a fines de 1944, aún el mundo en guerra, eran contados los barcos de ultramar que venían a Montevideo. Y tanto es así que en un lapso de 15 meses siguientes vimos arribar poco más de una media docena de barcos que cuando amarraban a nuestros muelles colocaban vallas protectoras de seguridad por temor al sabotaje y a la actividad de los espías y se prohibía acercarse a ellos, era un puerto supercontrolado. Y si andaba por el puerto con una cámara fotográfica lo detenían por presunto espía pero además no se podía entrar al puerto, aunque todo se podía aclarar y entrábamos,… sin cámara. Aquellos barcos con sus cascos mostrando pintura camuflada, venían a buscar corned beef, lana, cueros. Aún recordamos una imagen que nos impactó; uno de los barcos que vimos atracado en el muelle 2 con la proa hacia la calle, le faltaba una parte de la proa y el agua entraba a su interior, hasta el primero de los mamparos y flotaba, pero logró llegar a Montevideo. Lo había tocado un torpedo y un milagro lo salvó. En los talleres de Regusci & Voulminot le estaban haciendo una proa de cemento para volver a la navegación. Por entonces, El País tenía un famoso dibujante que era Emilio Cortinas y le pedimos que nos hiciera un dibujo de esa proa en base a nuestro relato que resultó estupendo para ese tiempo. Por suerte, se nos ocurrió mencionar a media mañana del sábado en la Oficina de Punto de la Prefectura Naval, instándolos a leer el siguiente lunes, (éramos aspirantes a periodistas aun tiernitos) una nota con dibujo de Cortinas sobre el susodicho barco y despertamos un problema mayúsculo. Un oficial se acercó al diario, pidió ver el dibujo y pidió no prohibió no publicarlo de acuerdo a un decreto, e incluyó además la no publicitación de los detalles del barco. Solo podíamos dar información de nuestros barcos de cabotaje dentro de las costas argentinas, Río Uruguay y Río Paraná. Íbamos todos los días a ver la operación «reconstrucción de proa» y a los 15 días un día fuimos y no estaba. Por esos tiempos, el movimiento portuario mayor provenía de una extensa flota de cabotaje bajo bandera uruguaya que mantenía vinculación con puertos de la Argentina, y puertos del Brasil, sin omitir, Pelotas, Porto Alegre, Río Grande Antonina y Paranaguá. Que recordemos estos barcos traían yerba, madera, azúcar, durmientes para el ferrocarril y por supuesto bananas, etc. Obviamente estaban incluidos los puertos del Río Uruguay pues no había carreteras y llegaban hasta Piriápolis. Nos llamaba la atención un servicio de tres naves que tenía la Cia. De Productos Agrícolas, cuyos barcos eran el «Comercio Libre», «Amberes», «Ciudad de Necochea» que iban a Mar del Plata a buscar papas para Uruguay y lo hicieron por años junto a otros barcos. Realmente nos sorprendía que tuviéramos que importar papas de enfrente.
A Corumbá.
Pero lo que más nos llamaba la atención, a falta de buques de ultramar en el puerto, eran unas hermosas naves brasileñas que venían del puerto de Corumbá, sobre el Río Paraguay, un puerto que estaba en el corazón del Pantanal, del centro mediterráneo de América del Sur. De allí venían tres estilizadas embarcaciones para pasajeros y carga que solían traer recostadas a su casco, una chata con manganeso para ser trasbordado a barcos de ultramar con destino a la United States Steel de los Estados Unidos. Solíamos hablar con sus marinos y nos hablaban maravillas de esa ciudad que 25 o 30 años más tarde visitaríamos y por cierto que tenían razón.
Desconocido.
Aunque frecuentemente lo hemos divulgado, la conexión fluvial de Montevideo con Asunción y Corumbá viene muy del pasado histórico y eso es natural por la existencia de dos importantes ríos como el Paraguay y el Paraná que a su vez están conectados con el Río Uruguay y con el Río de la Plata. Primero, se produjo un movimiento de pasajeros, porque entre el Matto Groso y el Atlántico no había comunicación mas allá de la enorme distancia que los separaba. Después vinieron las cargas. Hasta que hoy lo que se mueve desde aquellos orígenes, Asunción y Bolivia hasta el Plata (por la Hidrovía) no menos de 20 millones de toneladas. Pero hoy nos vamos a referir a las anécdotas y sucesos históricos no bien conocidos. Pues bien, hemos visitado Asunción, Concepción, Corumbá y aunque llegamos a casi donde nace el Río Paraguay, digamos por ahora que visitamos la enorme ciudad matogrosense de Cuiabá o Cuyabá, unos 300 kilómetros al norte de aquella ciudad y desde aquí venían barcos a Montevideo.
Tacuarí.
Hablemos de la nave «Tacuarí» que pasó por Montevideo hace 163 años. Fue un barco de bandera paraguaya. Símbolo de la Marina de Guerra Paraguaya y nave insignia que había sido adquirida en Londres en 1854 artillado y con pabellón de guerra, zarpó hacia Asunción trayendo a bordo al Brigadier Francisco Solano López y comitiva llegando a Montevideo el 21 de enero de 1855. Esta nave llevaba para Asunción partes y equipos para infraestructura de otro astillero y varios técnicos ingleses que vinieron a bordo para comenzar y dirigir la construcción de naves en el Paraguay. Era un barco de hierro. Como dijimos, esta nave pasó por Montevideo. https://negocios.elpais.com.uy