Luego de que Artigas organizó el Ejército Patriota a orillas del arroyo Canelón Chico, entre el 12 y el 16 de mayo -donde recibió la ayuda económica, ganado y caballos, de vecinos ilustres de la Villa Guadalupe-, continuó su viaje rumbo a la Villa de Las Piedras, punto estratégico por su cercanía con Montevideo. El 17 mayo de 1811, tras reunirse en las puntas del Canelón Chico (actual Parque Artigas, de Canelones) –donde se sumaron las fuerzas comandadas por su hermano, el Comandante de Milicias del Este, Manuel Francisco Artigas–, el Gral. Artigas y su ejército se dispuso a atacar las fuerzas militares coloniales enviadas por el Virrey Elío, leales al Consejo de Regencia, ubicadas en la Villa de San Isidro de Las Piedras. La Junta de Gobierno de Buenos Aires necesitaba de una victoria militar urgentemente luego de la dura derrota en Paraguay del Ejército de Buenos Aires frente a las tropas realistas.
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Primer gran triunfo de las fuerzas americanas
Artigas disponía de 1170 hombres, de los cuales tropas veteranas eran unos 250 hombres de un Batallón del Regimiento de Infantería de Patricios de Buenos Aires y 200 Blandengues. En su gran mayoría, el resto eran criollos integrantes de las Milicias de los Pueblos de la Campaña Oriental, armados con lanza fundamentalmente y con pocas armas de fuego, solo las fuerzas más profesionales o veteranas tenían mejor armamento, pero con escasa artillería y limitadas municiones. Las fuerzas enviadas por el Virrey Elío eran unos 1.000 hombres, la mayor parte eran los “Cuerpos de Infantería de Marina” de la Real Armada con base en el Apostadero Naval de Montevideo y eran apoyados por unidades de artillería y caballería. El comandante español era el Capitán de Fragata, Posadas de la Real Armada oficial de carrera de la misma, con experiencia en combate. El 18 de mayo se produce La Batalla de Las Piedras donde son derrotadas las fuerzas militares del Virrey Elío. Fue el primer gran triunfo importante de las fuerzas americanas sobre las fuerzas “regentistas” o coloniales leales al Consejo de Regencia (considerado por los patriotas como usurpadores de la soberanía peninsular). La Batalla de Las Piedras fue una gran victoria para los patriotas y para toda la Revolución en el Río de la Plata. Se puede afirmar que fue fundamental para la existencia de la Junta de Gobierno de Buenos Aires, que al poco tiempo exhibiría su ingratitud al caudillo Oriental. Artigas demostró que las Milicias de los Pueblos Orientales tenían un rol importantísimo en el Ejército. Si bien eran pobremente armadas y con poca instrucción militar, superaron sus carencias con coraje y amor a la libertad. Artigas logró tener el camino abierto a Montevideo y pudo controlar la Campaña de la Banda Oriental, quedando las fuerzas militares del Virrey en Montevideo atrincheradas y protegidas por las murallas y las naves de la Real Armada, con base en el Apostadero Naval. Siendo Montevideo una ciudad amurallada y protegida por fuerzas navales, Artigas no tenía las armas necesarias de artillería de sitio como para tomar por asalto a la ciudad. Por esa razón, Artigas estableció el “Primer Sitio” a Montevideo, siendo nombrado por la Junta de Gobierno de Buenos Aires con el grado de “Coronel Efectivo de Caballería del Ejército de la Junta de Gobierno de Buenos Aires” y confirmado como “Comandante en Jefe de las Milicias de la Banda Oriental”. La Batalla de Las Piedras trascendió a todo el Río de la Plata y se recuerda en el Himno de la Provincias Unidas del Río de la Plata (actual Himno Nacional Argentino), como una gran victoria americana y rioplatense. Para los “orientales” fue el nacimiento del “Ejército Oriental” y con el inicio del Ser Nacional, por la voluntad soberna de los Pueblos de la Banda Oriental, que apoyaron masivamente la “Proclama de Mercedes” realizada por Artigas, el 11 de abril de 1811, “defender la Patria su Patria y morir antes con honor, que vivir con ignominia, de un afrentoso cautiverio”. La voluntad popular en la concepción artiguista se expresaba a través de los Cabildos.
“Clemencia para los vencidos”
Fue una convocatoria a la lucha por la emancipación de los pueblos de la cuenca del Plata que se inició de forma épica en la gloriosa jornada de “Las Piedras”, donde el Jefe de los Orientales tuvo el alto gesto de humanidad cristiana de perdonar a los vencidos y exclamar “clemencia para los vencidos”, en un hecho poco común de la guerra de Independencia de nuestra América. No nos olvidemos que Artigas y su familia –a falta de la Compañía de Jesús que fue expulsada en 1767–, se formó en base a la concepción de la vida del pensamiento de la Orden Franciscana. Al mismo tiempo, como militar hidalgo, para no ofender el honor del Comandante español, envió al Cura Párroco de Villa Guadalupe, Dr. Valentín Gómez, primer Capellán Militar del Ejército Oriental y primer secretario de Artigas, a recibir la espada del Capitán de Fragata Posadas. Fue un gesto de nobleza de espíritu sin precedentes en la historia del Río de la Plata y en aquella turbulenta época, que no se respetaba ni la vida ni el honor de los vencidos. Artigas, con estos gestos profundamente cristianos y humanistas, les daba un ejemplo a sus contemporáneos, representado en su Ejército, de una Patria que luchaba por su libertad y al mismo tiempo que respetaba íntegramente los valores de la Civilización Cristiana y de la dignidad, principio del humanismo. El Ejército Oriental y la Orientalidad nació en “Las Piedras” con el fin supremo de una Patria respetuosa de la vida y la dignidad humana plenamente. (De archivo de UVM Fuente original Semanario La Mañana)
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