Preocupación por el aumento del turismo en la Antártida

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El aumento del turismo en la Antártida está generando preocupación entre expertos y organizaciones que trabajan por la conservación de este continente único. La llegada de turistas, especialmente aquellos con alto poder adquisitivo, está poniendo presión sobre la Antártida, uno de los últimos espacios naturales vírgenes y vulnerables del planeta. Ricardo Roura, un experto en el tema y consultor de la Coalición Antártica y del Océano Austral (ASOC), explica que el número de turistas ha aumentado desde la pandemia, alcanzando los 124,000 visitantes en 2024. Este número podría seguir creciendo en los próximos años. ASOC es una organización ambiental que trabaja desde 1978 para proteger la Antártida y el Océano Austral.
Uno de los temas más importantes discutidos en una reciente reunión internacional sobre la Antártida fue cómo manejar el turismo de manera sostenible, ya que la actividad humana y el cambio climático están afectando al continente. Aunque la Antártida no pertenece a ningún país, el Tratado Antártico de 1959 establece que se debe proteger como un lugar dedicado a la paz y la ciencia, sin que se exploten sus recursos naturales. Sin embargo, la presión sobre el Tratado está creciendo, ya que algunos países tienen opiniones muy diferentes sobre cómo manejar ciertos temas, como el turismo.
Roura señala que, aunque el Tratado sigue siendo efectivo, desde hace unos años se está trabajando en un conjunto de reglas para controlar mejor el turismo, ya que hoy en día hay pocas restricciones para los operadores turísticos. A pesar de que existen algunos requisitos para quienes organizan viajes a la Antártida, las actividades y las zonas que se pueden visitar siguen siendo bastante flexibles. Cada vez más turistas viajan en grandes cruceros o aeronaves privadas, lo que aumenta la huella ecológica en la región. Los vuelos privados, por ejemplo, permiten a los turistas llegar más rápido, pero también generan más contaminación. Además, los turistas en cruceros o aviones suelen visitar áreas donde habitan especies como los pingüinos, lo que puede afectar a sus hábitats.
El turismo no es la única preocupación: la pesca de krill en la zona, realizada por barcos de países asiáticos, también pone en peligro el ecosistema local. Aunque existen reglas para minimizar los daños ambientales, problemas como los microplásticos generados por la pesca y el tratamiento inadecuado de las aguas residuales aún afectan el entorno. Por todo esto, ASOC recomienda aumentar la creación de áreas protegidas en la Antártida, tal como se establece en acuerdos internacionales sobre biodiversidad, y limitar las zonas que se pueden visitar para evitar mayores daños al medio ambiente.

Gentileza del Prof. Roberto Bardecio Olivera para Visión Marítima

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